Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo de la postguerra, aprobó la Declaración Universal de los Derechos Humanos (DDHH) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) de 1948, adoptada y aprobada por la Asamblea General de Naciones Unida e integrada actualmente por 193 países. La Declaración Universal, consta de 30 artículos, dentro de los cuales se encuentra el artículo 13, que establece lo siguiente: «Toda persona tiene derecho a circular libremente y elegir su residencia en el territorio de un Estado y Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país». El impulso migratorio, está determinado por personas, familias y comunidades que buscan una vida y un lugar mejor para vivir. Desde 1948, en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, se reconoció: «el derecho de toda persona a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado». La libre circulación, está supeditada a la protección del Estado-Nación, que se configura en políticas migratorias. Desde 2016, en el marco de la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 18 de diciembre como el Día Internacional de las Personas Migrantes. Migrar, no es un delito es un derecho humano, que está protegido por la Constitución Nacional y demás tratados internacionales. La Constitución Nacional, es la ley más importante de un país y establece los derechos y garantías fundamentales de las personas que habitan dicho país, entre éstos, el derecho a migrar y emigrar, en búsqueda de una vida mejor. Migrar, es abandonar el lugar de origen. La migración, es el desplazamiento de la población humana o animal desde su lugar de origen hasta uno de destino. Implica, el cambio de residencia para las personas o de hábitat en el caso de los animales. Ello, no constituye ningún delito por no estar contemplado entre las leyes nacionales e internacionales como delito a excepción de ahora por la Administración Trump, un migrante llegado a EEUU, que lo ha criminalizado –impunemente- ante el silencio de la comunidad internacional.

Las primeras manifestaciones de migración en la tierra, remontan hacia 1800 a.C, cuando los israelitas empezaron un desplazamiento en la Tierra de Israel, guiados por Moisés, mientras que un reino independiente emergió en torno a 1050 a.C, a partir de tres patriarcas: Abraham, Isaac y Jacob. A raíz de una sequía, los descendientes se establecieron en Goshen, Antiguo Egipto y más tarde fueron esclavizados por los egipcios. Después de escapar de la esclavitud bajo el liderazgo de Moisés, luego de cuarenta años de vagar por el desierto, los israelitas regresaron a la región de Canaán. En tiempo presente, después de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, los nazis desplazaron cerca de 12 millones de europeos (polacos, rusos, franceses, belgas, holandeses) para realizar trabajos forzados en Alemania. Después de la Segunda Guerra Mundial, comenzó una corriente de emigración creciente de trabajadores de diversos países de Hispanoamérica hacia EEUU. La mayoría, proveniente de México. La primera ola migratoria de colombianos a Venezuela, se produjo en las décadas de 1950 y 1960, debido al proceso de urbanización, el cual tenía mucho que ver con el boom del petróleo y el conflicto armado interno de Colombia. Alrededor de 721.791 colombianos residían en Venezuela en 2011. En 2015, el presidente venezolano Nicolás Maduro afirmó que en su país, había 5,6 millones de colombianos. Venezuela al igual que EEUU, es un país de migrantes. La migración hacia los EEUU, ha sido motivado por el llamado: «sueño americano», visto por muchos como la búsqueda de una mejor calidad de vida, sin embargo, hoy vemos que la realidad es otra, cuando cientos de migrantes centroamericanos, han sido rechazados en su intento por entrar a EEUU, a través de México en caravanas de victimas centroamericanas, quienes se dirigen a pie a la zona fronteriza entre Guatemala y México y que han sido catalogados por el presidente de los EEUU, Donald Trump, como supuestos «criminales y narcotraficantes», recibiendo malos tratos por parte de las autoridades, además de la negativa para entrar a ese país.

Tan igual, como los nazis acudieron a la solución final que implicaba el asesinato de cada hombre, mujer y niño judío que viviese en Europa, entre 1933 y 1945. Recordemos, que Adolf Hitler creía que ellos eran una raza superior, y que los judíos eran una raza inferior que representaba un peligro para la comunidad racial extranjera que había que exterminar para preservar Alemania. Hoy, la historia se repite pero como falsaria. Donald Trump, se ha encargado de crear la falsa historia, según la cual inocentes estadounidenses están en peligro ante malévolos y salvajes criminales del sur, que han llegado a territorio norteamericano para hacerles daño, con sus drogas y malos hábitos de vida. Creando, toda una tesis falsa y xenófoba, construyendo una falsa narrativa, según la cual, los migrantes son «personas peligrosas y dañinas». Pese a ser Donald Trump y su esposa Melania, unos migrantes más. En fin, toda una burda estrategia, mal utilizada por las élites dominantes supremacistas del norte para reprimir y arrebatar derechos a las poblaciones no blancas del sur, que han sido marginadas y racializadas. Una estrategia similar, se empleó a principios del siglo XX, durante el ascenso de los nazis y los fascistas en Europa. Mediante la propagación de mitos antisemitas, lo que Adolf Hitler describió como la «gran mentira», se convenció a la sociedad alemana que los judíos, eran responsables de la derrota Alemana en la Primera Guerra Mundial y de la crisis económica, hecho que culminó en el Holocausto judío, que trajo el genocidio de judíos, comunistas, gitanos, homosexuales y personas no blancas racializadas. A pesar de tener lugar, en contextos históricos diferentes, existen importantes paralelismos en la forma en que los grupos de extrema derecha, operan la desinformación de masas. La fabricación de mentiras, que sitúan a la migración como chivo expiatorio de los males sociales, pretende tergiversar el hecho de que la mano de obra migrante en EEUU, contribuye decisivamente al crecimiento de su economía, especialmente, en sectores claves como la agricultura, la construcción, la sanidad, la tecnología y los servicios.

En el caso venezolano, específicamente, el tema migratorio, fue concebido por la MUD u oposición extremista de derecha, fascista y terrorista, liderada por Juan Guaidó, María Corina Machado, Leopoldo López, Carlos Veccio, Edmundo González, Omar Barboza, Manuel Rosales, Julio Borges, Carlos Paparoni, entre otros integrantes de esa banda delictiva, articulada a los partidos políticos de derecha: la MUD, léase: Primero Justicia, Voluntad Popular, Un Nuevo Tiempo, AD-Ramos Allup y lo que se llamó como la Asamblea Nacional- período 2015-2019. Sus dirigentes, terminaron todos convertidos en verdaderos coyotes, que administraba en territorio centroamericano, el negocio de la trata de venezolanos y venezolanas, su ingreso a EEUU. Hablamos de un negocio en el cual, las organizaciones criminales que se dedican a dicha actividad manejan un promedio de 7.800 millones de dólares de ganancias por año. Una actividad más lucrativa que el narcotráfico. En promedio, un migrante, cancela entre 1.000 y 1.500 dólares americanos por el viaje entre San Andrés y Corn Island. Este precio, funciona solo para migrantes venezolanos, colombianos o ecuatorianos. Cuando se trata de migrantes chinos, sirios o de otras nacionalidades, el costo del pasaje aumenta hasta a 5.000 dólares. La migración fue un negocio desde el primer momento, después que María Corina Machado, Leopoldo López, Juan Guaidó, Carlos Vecchio, Pizarro, Antonio Ledezma entre otros delincuentes, se hicieron ricos por los venezolanos que salían del país, ahora el negocio se ha expandido.

El «Informe final sobre Crímenes contra los migrantes venezolanos en el extranjero» hecho por la Asamblea Nacional es concluyente: «El tema de la migración venezolana, ha sido manejado como un negocio que ha dejado grandes ganancias en dólares a diferentes Organizaciones No Gubernamentales (ONG)». Además, dicha Comisión: «determinó que muchas de las organizaciones dirigidas por actores políticos del sector opositor que huyeron del país, convirtieron el tema en un negocio lucrativo». Explicó que para pasar las fronteras: «hay que tener dinero, para ir pagando peajes y alcabalas de todos los coyotes, del Cartel del Golfo y de gente de los diferentes gobiernos de países que también cobran». Cerca de 4 mil dólares, pueden recibir los gobiernos de países receptores y las organizaciones no gubernamentales metidas en esta «industria», por cada venezolano. «Tras recoger distintos testimonios y las investigaciones hechas, se encontró que muchas de las organizaciones dirigidas por actores políticos del sector opositor que huyeron del país, convirtieron a través de casi 47 Organizaciones No Gubernamentales (ONG), el tema de la migración en un negocio lucrativo», sentenció el integrante de la Comisión Especial para Investigar los Crímenes contra los Migrantes Venezolanos en el Extranjero de la Asamblea Nacional (AN), diputado Julio Chávez (Mayo 2023). Y toda esa industria, es movida no solo por el narcotráfico colombiano sino por venezolanos de oposición extrema, al robarse completamente los recursos que Venezuela tenía en el extranjero, migró hacia ese negocio de la trata de personas venezolanas. Misión Verdad, nos recuerda que el gobierno de Iván Duque y las ONG, recibieron 1300 millones de dólares para atender a los venezolanos migrantes y todo ese dinero, se quedó entre dicho gobierno y los intermediarios. «Algunas de esas ONG, las montaron figuras de la oposición venezolana como Tomás Guanipa (el supuesto embajador del gobierno interino en Bogotá), quien luego la dejó a cargo de Eduardo Batistini, un funcionario que fue su secretario en una comisión de la AN». «Tenemos informes de la ONG colombiana Progresar que dan cuenta de fosas comunes donde fueron sepultados migrantes venezolanos en la región de El Tibú, donde hay cerca de 40 mil hectáreas cultivadas de hoja de coca. Allí fueron llevados campesinos venezolanos a trabajar bajo régimen de esclavitud, y los que se resistieron, fueron ejecutados», añadió. «Es toda una organización delincuencial. Están los que promovieron la salida del país de miles de personas y también los que ofrecían paquetes para el viaje. Hasta se paraban en las plazas Bolívar de los pueblos para buscar potenciales migrantes. Otros, se instalaron en los países receptores. Por ejemplo, Oscar Pérez, alias ‘Cabeza de Motor’, prominente líder opositor, dirige la ONG más importante de migrantes venezolanos en Perú. Los gobiernos de derecha, que participaron en la operación destinada a fomentar la migración masiva, luego clamaban por los recursos. Recordemos, el desespero de Iván Duque y Sebastián Piñera porque les llenaran los bolsillos con dinero que era para ayudar a los migrantes venezolanos, pero que nunca les llegó».

Después, que hicieron grandes negocios con la migración venezolana, ahora pretenden hacer negocio con la «disposición final» de esos migrantes provenientes de EEUU. Para ello, le han aumentado su valor como presidiarios del gobierno de EEUU, tildándolos de ser parte del Tren de Aragua, como hace irresponsablemente: María Corina Machado, alias «la sayo», obviándoles su derecho a la defensa. Y, para complacer a Trump, todo migrante proveniente de EEUU, será denunciado falsamente como integrante del Tren de Aragua, banda desarticulada, años atrás, por el Gobierno del Presidente Nicolás Maduro. Curiosamente, dicha banda operaba en Venezuela, en compañía de María Corina Machado y demás delincuentes de oposición. Trump, invocó una ley de 1798, la Ley de Enemigos Extranjeros (Alien Enemies Act) para deportar a cientos de venezolanos a El Salvador, donde serán sometidos a trabajo esclavo del cual se beneficiará, al régimen fascista de Nayid Bukele. ¡Venezuela, no debe entregar ni una sola gota de petróleo venezolano para torturar a venezolanos!…