A la prensa chilena le entretiene hablar mal de Venezuela. El Mercurio, principal diario de Santiago, suele dedicar amplios espacios a cuestionar la acción del Gobierno Bolivariano que preside Hugo Chávez. Con el caso del vencimiento de la concesión del Canal 2 se dieron banquetes de desinformación.
Este poderoso periódico es el mismo que aparece reflejado en los papeles desclasificados de la CIA, y ya antes apareció en los informes del Senado de Estados Unidos sobre las acciones encubiertas de la Agencia en el golpe de Estado contra Salvador Allende. Su rol, el de sabueso e instigador a sueldo. El Mercurio es una de esas basuras del periodismo cuyos propietarios y palangristas deberían estar entre rejas por cómplices de violaciones masivas a los derechos humanos.
Estamos hablando de un mercenario de papel al servicio del Imperialismo.
Otro, con otro nombre pero del mismo musiú, es La Tercera. La editorial del sábado primero de septiembre la usaron para atacar la política internacional de Venezuela. Se afincaban en el discurso de algunos opositores criollos de que Chávez estaría “regalando” el petróleo a cambio de apoyos políticos internacionales. Un refrito al que ya nadie le para, pero que a la vez constituye una ofensa contra la dignidad de los gobiernos y los pueblos con los que Venezuela ha suscrito soberanamente convenios energéticos o de otra índole, siempre inspirados en la Doctrina Bolivariana de la construcción de la Patria Grande Indoamericana.
Como guinda del cóctel, en sus páginas interiores el tabloide francotirador utiliza a Enrique Krauze, una vedette del periodismo de la pasarela sociopolítica, para contraponer lo que él llama “chilenismo” contra el chavismo, donde lo primero traduce orden y progreso, mientras lo segundo sería algo así como una mala comedia caribeña. Entre otras falsedades se afirma fríamente que Chile dobla el Producto Interno Bruto per cápita de Venezuela. Esto, como parámetro de éxito contra fracaso, y están bien equivocados.
La economía venezolana ha sido la de mayor crecimiento los dos últimos años en el continente. En 2006 sólo fue superada a nivel mundial por China. Y no es que yo crea que el modelo económico de mi país sea ejemplar, que va, es un modelo capitalista como cualquier otro, no de mi afecto por cierto; pero defiendo la política económica del Estado que es correcta en todas sus partes: monetaria, fiscal, agrícola, energética, industrial, laboral y comercial. Y, sobretodo, en lo social. ¿O es que vamos a separar una cosa de la otra?
Lo que pasa es que los tipos como Krause sólo revisan los cuadros macroeconómicos, pero no se molestan en recorrer las poblaciones y campamentos depauperados del Chile verdadero donde el frío del invierno entumece hasta el ánimo por lo inaccesible de las energías para calentarse.
Lo comentó José Vicente Rangel el lunes 10 de septiembre en su columna de PANORAMA: Chile adolece de una pésima distribución de la renta. La brecha entre precios y salarios es escandalosa. El abismo entre ricos y pobres es obsceno. Un millón de personas gana menos del sueldo mínimo, cerca de 200 dólares, el equivalente a un mes de alquiler en vecindario pobre. Para comparar, el tanque de gasolina de un carro pequeño vale 60 dólares. Las mujeres son muy discriminadas, ganan el 64% que los varones.
La prensa chilena y Krause están pelando, lo que ellos llaman el “chilenismo” es el vaho de la dictadura pinochetista que aún contamina el aire. Carooña del pasado. El chavismo, en cambio, es una enorme puerta que se abre luminosa hacia el futuro.