Sin Piedad

Resulta demasiado obvio que un sector muy específico de la oligarquía colombiana nunca ha tenido piedad alguna para con su pueblo; no le ha importado esta guerra absurda que ya dura más de una generación, pues sus urbanizaciones amuralladas, protegidas por las autodefensas, los aíslan del sufrimiento cotidiano de quienes pierden sus seres queridos en un enfrentamiento entre hermanos, cuyo único objetivo es garantizar la permanencia y el incremento de las grandes fortunas amasadas con sangre.

No hubo piedad en las declaraciones de Uribe, en cuanto a que las FARC’s no habían realizado la entrega de los rehenes, a causa de que Emmanuel ya no estaba en su poder; ya que su hipótesis supone un profundo dolor para su familia y una sombra de desesperanza en el pueblo colombiano. Para el presidente colombiano, más importante era la acción con la cual supuso que las desprestigiaría, aprovechando que la atención mundial estaba centrada en ellas.

No existen antecedentes conocidos de que este grupo armado despliegue tanta crueldad como para torturar un bebé, al cual ya le habían tomado cariño. Si han permanecido tantos años enfrentando al mayor poderío militar conocido, tampoco pueden ser tan brutos como para pactar una entrega, cuyo incumplimiento derrumbaría la imagen que estaban creando.

Cualquier asomo de piedad pondría fin a este enfrentamiento; no extraña entonces que Piedad Córdoba resulte impertinente al promover el fin de esta guerra, lo cual conllevaría al cese de la “ayuda” que “presta” el gobierno estadounidense para que los colombianos se maten en su propia tierra y no les lleven problemas a la suya, en donde les resulta más costoso mantenerlos vivos en sus cárceles, acusados de traficantes de drogas, cuando en realidad se les castiga por entorpecerles el negocio.

Esta “ayuda mortal” llega a Colombia –muchas veces ni entra– en tres formas principales: en comisiones muy específicas a quienes permiten el desangramiento de su pueblo; en materiales, equipos y herramientas para procesar la droga, y en armamento para proteger los laboratorios que la producen. La venta de la droga en el país que la financia produce ganancias exorbitantes, que compensan con creces la inversión.

Por estas razones, no resulta extraño que Piedad Córdoba haya denunciado en repetidas oportunidades que quieren asesinarla; aunque sus declaraciones hayan sido calificadas de “show mediático” por los mismos especialistas en montarlos. Con el éxito del canje humanitario, el grupo mediador sería objeto del reconocimiento mundial, y la Senadora se perfilaría como la candidata más fuerte para suceder a Uribe en la presidencia de Colombia.

No sólo era necesario entorpecer el canje; también lo es prescindir de sus promotores. Desde ya, será necesario proteger más cuidadosamente a quienes serán una pareja de sendos presidentes, con cuyo esfuerzo se conseguirá la paz definitiva en Colombia y el cese irreversible de la intervención estadounidense en Sur América; porque en la orden de asesinarlos, no habrá piedad.

luiserangel@hotmail.com


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Luis E. Rangel M.


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