A veintiséis meses de su
victoria electoral de diciembre del 2005, Evo Morales y su Movimiento
al Socialismo (MAS) viven uno de los momentos políticos más complejos
de su mandato. La creciente polarización político-social
boliviana dibuja un laberinto con salidas complicadas. En el cual,
la dinámica de una Latinoamérica mayoritariamente solidaria
se ha convertido en una de las principales
fuentes de oxígeno para el Presidente Morales.
El 18 de diciembre del 2005, Evo Morales,
dirigente campesino de raíces indígenas, obtuvo la victoria
electoral, contando con el apoyo de un 54 % del electorado e instaurando
así un Gobierno progresista en este país andino.
“La legitimidad acumulada por el Movimiento
al Socialismo (MAS) permitió iniciar un proceso de cambios que intentaba
dar respuesta a una grave crisis del Estado”, enfatiza Jorge Komadina,
prestigioso analista político boliviano del
Centro de Estudios Superiores (CESU) que depende de la Universidad Mayor
de San Simón (UMSS).
Sin embargo, ese mismo día, recuerda
el analista, en las elecciones de Prefectos de Departamentos –una
suerte de cantón o provincia- el MAS perdió en seis de las nueve regiones
del país. Y, adicionalmente, la oposición política ganó la mayoría
en la Cámara de Senadores.
Siete meses más tarde, a inicios de
julio del 2006, la elección para nombrar una Asamblea Constituyente
dio la victoria al partido de Evo Morales, pero sin lograr el
2/3 de los delegados necesarios para aprobar las reformas constitucionales.
En ese mismo momento, los departamentos
de Santa Cruz –centro financiero del país- , Beni, Pando y Tarija,
aprobaron un referéndum autonómico que fortaleció al actual movimiento
que se opone frontalmente a Evo Morales.
En suma, “las elecciones de diciembre
del 2005 – y los acontecimientos políticos de los meses posteriores-
ha creado una figura de gobierno dividido, que podría tornarse en una
situación de poder dual en caso de profundizarse la actual tendencia”
señala el analista.
DOS BLOQUES ENFRENTADOS
Lo que caracteriza la actual realidad
boliviana, en síntesis, “ es la existencia de dos proyectos políticos
confrontados que se disputan el poder político y el dominio de los
recursos naturales” enfatiza Komadina.
Por una parte Evo Morales – reforzado
por su propio carisma y liderazgo-, el MAS, y una serie de sectores
populares y de clase media, que apoyan al actual proceso de cambio.
Por otro, la oposición política encabezada por los partidos PODEMOS
y Unidad Nacional; los sectores privilegiados, especialmente terratenientes,
que históricamente han detentado el poder económico y el denominado
Movimiento cívico regional, que desafía cada vez más al Gobierno
Morales apropiándose de la bandera autonómica.
“Ambos bloques cuentan con legitimidad
electoral, con respaldo social y están investidos de legalidad”.
Se consta una especie de “empate” en la relación de fuerza a nivel
nacional, precisa.
Empate marcado por un hecho no menos
esencial: “la violencia simbólica y la estigmatización del otro,
del rival, del adversario político, ha profundizado cada vez
más el antagonismo en la vida nacional”.
En ese marco, el laborioso proceso de
la Asamblea Constituyente, impulsado durante más de un año, acaba
de llegar a su fin con un nuevo texto de Carta Magna, aprobado sin haberse
logrado un real consenso nacional y desconocido por los sectores anti-Morales.
Lo que conduce a la Bolivia actual
a un callejón sin salida, donde la convocatoria de nuevos referendos,
tanto para la Constitución como para las autonomías departamentales,
aparece como una posibilidad cercana. Sin asegurar, sin embargo, que
los mismos puedan relajar el tenso clima político que podría dar lugar
a explosiones y nuevas confrontaciones a corto o mediano plazo.
HACIA EL FUTURO
Si de analizar la compleja situación
actual se trata, “constatamos que Bolivia vive un momento de transición
histórica. El ciclo neoliberal (1985-2000) está agotado, pero
el nuevo orden no termina de nacer”. Con el agravante, que el proceso
de reforma política se “encuentra bloqueado”, enfatiza Komadina.
Esos dos proyectos de poder se “disputan
el sentido y la orientación de las transformaciones y la lucha por
el poder político es intensa”, acota. Y aunque las fuerzas en disputa
son equilibradas, “ninguna de ellas puede someter o seducir a la otra”.
Y en este marco, mirando al futuro cercano,
el estudioso universitario diseña dos escenarios posibles: el de la
confrontación o el del acuerdo político.
El primero, si la actual lógica política
sigue imperando. Si los dos bloques –Gobierno y oposición- se acusan
mutuamente de ilegalidad y si, en caso de concretarse los referendos
previstos para mayo próximo, los departamentos de Santa Cruz, Pando,
Beni y Tarija aprueban sus estatutos autonómicos.
El segundo, el de la negociación, en
el caso en que el Gobierno y la oposición lograran un acuerdo político
e intentaran compatibilizar el proyecto constitucional con los estatutos
autonómicos. Realizándose una votación simultánea que logre
un amplio respaldo de la ciudadanía.
Y si, en ese mismo marco, el Congreso
–parlamento- lograra consenso para reorganizar la Corte Electoral
y el Tribunal Constitucional, dos importantes poderes del Estado hoy
casi infuncionales.
“Escenario difícil si se analiza la actual dinámica que vive el país”, argumenta Jorge Komadina. Pero vital para asegurar una opción negociada que excluya la confrontación violenta. La iniciativa de Evo Morales en la tercera semana de marzo de solicitar la
mediación de la jerarquía católica,
perfila un esfuerzo adicional para destrabar la crisis.
El significativo y explícito apoyo de
la mayoría de los gobiernos latinoamericanos – desde Cuba y Venezuela,
hasta Ecuador, Brasil y Argentina- a Evo Morales constituye otro elemento
de peso en esta delicada coyuntura.
Momento complejo, laberinto de difícil
salida, donde, sin embargo, parece continuar habiendo, espacio para
un relativo optimismo. “Sigo siendo optimista desde la voluntad, aunque
no siempre se puede ser demasiado optimista desde la razón” y desde
el racional análisis político, concluye Jorge Komadina.
*desde Cochabamba, Bolivia
Colaboración E-CHANGER, ONG
suiza de cooperación solidaria que cuenta con una decena de
voluntarios en Bolivia
“LA CONSTITUYENTE, UN ESPACIO
PROPOSITIVO”
“El proceso constituyente ha
brindado un escenario ideal de construcción de ciudadanía para muchos
sectores sociales postergados y entre ellos para las mujeres”, enfatiza
Cecilia Estrada, Directora del Instituto de Formación Femenina Integral
(IFFI).
Desde la diversidad, “nos hemos
apropiado de un conjunto de prácticas y conocimientos valiosos”,
enfatiza, desmintiendo el argumento de sectores opositores “que quieren
hacer creer que la nueva constitución es sólo el resultado de una
creación del MAS”.
Una de las realizaciones más significativas
de ese proceso acumulativo, fue la creación del Movimiento
de Mujeres Presentes en la Historia, que reunió a casi una cincuentena
de organizaciones femeninas y feministas. Del debate a su interior nacieron
numerosas propuestas en defensa de los derechos de las mujeres, las
que se desparramaron a lo largo del nuevo texto constitucional.
“Casi un 90 % de nuestras propuestas
fueron integradas a la nueva Constitución...lo que implica una importante
victoria para nosotras”, explica Cecilia Estrada.
Sin embargo, la batalla no está totalmente
ganada. El hecho que “se hayan convertido en texto no significa
que luego serán realmente respetadas en la vida cotidiana”. Con el
riesgo adicional, siempre presente, “que en momentos de tensiones
y negociaciones políticas, todo lo que hace a nuestras reivindicaciones
de género pase a ser considerado como de importancia secundaria”.