¡No somos tontos ni creemos en SANTOS!

Es cierto que nos embarga a todos una gran alegría por la liberación de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, los tres estadounidenses (contratistas o mercenarios) y los once militares de la Fuerza Armada de Colombia, prisioneros de guerra combatientes unos y otros prisioneros no combatientes, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Nos alegramos que “no haya habido ni un disparo” como aseguró el ministro de Defensa Juan Manuel Santos, a través de los medios de información audiovisuales ¡PERO no somos tontos ni creemos en SANTOS! ni que asista a misa televisada.

Por supuesto que nos alegra ver a Ingrid bien, estable de salud y emocionalmente tranquila, y no como fue mostrada, o expuesta en las fotografías por los medios. Nos confortó el abrazo que pudo darle su madre, Yolanda Pulecio, un poco empañado con la figura de Santos, detrás de ella. Por cierto, el ministro de la muerte irónicamente manifestó “…hemos decidido perdonarles la vida…”, refiriéndose a los guerrilleros que participaron en la liberación. Santos además de arrogarse la condición del hombre fuerte de Colombia, se compara con el Altísimo. Típica actitud de racistas y fascistas.

Pero no podemos creer que esto termine en un cuento de hadas o en una novela rosa; o como una película hipócrita gringa con final feliz para el negro.

Basta pasar una miradita por el panorama reciente para darnos cuenta del manejo mediático hecho por el gobierno de Alvaro Uribe con respecto al otrora “Acuerdo Humanitario”, que no puede llamarse de ninguna manera “Canje”, pues no ha habido trueque alguno. Los guerrilleros siguen presos en las cárceles colombianas. El “Acuerdo” y esta liberación de las FARC, llamada por el gobierno uribista “rescate”, han sido utilizados para esconder la ingobernabilidad que atraviesa Colombia; dar un espaldarazo al Plan Colombia (que no es sólo para Colombia); justificar la instalación de la base militar en la Guajira y preparar el terreno político, de opinión pública para nuevas intervenciones del imperio que trascienden incluso el continente. La visita del candidato republicano John McCain, a Colombia es una demostración de lo bien articulados que están los planes con Washington.

Nos preguntamos ¿Hubo una negociación con el Secretariado de la FARC para lograr la libertad de estas 15 personas? ¿Fue una decisión del Secretariado de las FARC liberar a estas personas y entregarlas con toda la seguridad del caso? ¿El gobierno de Uribe cual plagiario capitalizó la entrega, mintiendo una vez más de manera pública y descarada?

Sería lógico pensarlo, especialmente cuando las FARC son consideradas por el imperio y el gobierno de Colombia, como un grupo terrorista. Y como los terroristas no son tan buenos como para liberar rehenes por propia voluntad, entonces cabe muy bien pensar que Santos, se adueñe de esta entrega incondiconal y la capitalice para elevar la credibilidad y popularidad de Uribe, cuyo gobierno y partido han sido deteriorados producto de los graves hechos de corrupción y vinculaciones con el paramilitarismo y el narcotráfico, que han obligado al poder judicial a ordenar la detención y abrir procesos en contra de más de 60 diputados del partido conservador que respalda a Uribe en el gobierno.

La ingobernabilidad en Colombia es el motivo que se esconde detrás de esta operación, que se venía preparando entre los gobiernos de Francia, Suiza y Colombia. Si al gobierno de Uribe le interesa tanto la vida de los cautivos, ¿porqué no hizo una operación similar en el caso de los once diputados masacrados durante una intervención del ejército en un campamento guerrillero?

No podemos tampoco perder de vista que efectivamente las FARC atraviesan una crisis. Quizás las FARC están perdiendo la guerra en los medios y esa es a nuestro juicio, la más importante. Los errores cometidos pudieron generar en el presidente Chávez, como es lógico, aquella declaración polémica donde afirmó que “las guerras de guerrillas pasaron de moda”, seguramente y así lo creemos, omitiendo entre las guerrillas al movimiento Zapatista en México, cuya lucha ha impedido que el imperio se apodere del agua del sur de ese país, entre otras cosas.

Si bien las FARC, luego de 44 años de existencia no están en su mejor momento, tampoco lo están los movimientos radicales en el mundo, producto del avance del imperio en esta Guerra de Cuarta Generación, donde los misiles y los fusiles son quizás menos efectivos que los titulares y las imágenes, que disparan al blanco no físico, que es la conciencia de los pueblos. Pero no creemos que este mal momento los obligue a acceder a entregar las armas y asumir el camino electoral, pues la sombra de los más de 4 mil líderes de la Unión Patriótica, asesinados durante el período de pacificación, cubre suficientemente a toda la institucionalidad colombiana. Tampoco creemos en la “buena voluntad” del gobierno de Uribe y las instituciones que le acompañan en sus políticas que intensifican la crisis y promueven la muerte en ese país.

La operación “JAQUE” si forma parte de un esfuerzo pacífica, no contó con un nombre apropiado. Si no fue una operación militar convencional, a tiros, con fusiles al hombro, con fusilamiento (costumbre del ejército colombiano), entonces porqué “JAQUE”. Podemos pensar que es una amenaza y que el “MATE” que falta, lo darán pronto. Las imágenes de los guerrilleros capturados a raíz de la operación son elocuentes, tanto como las declaraciones de los jefes militares del Ejército colombiano.

¡Hay una guerra en Colombia!

Ingrid Betancourt, quien apenas bajó del avión, dio un espaldarazo a la reelección del presidente Uribe, afirmó y felicitó al Ejército colombiano por realizar una “impecable operación” y por respetar la vida de los demás. Agradeció a los medios que ayudaron a la comunicación entre ella y su familia. Y con dolor, rabia e ironía se refirió a los guerrilleros y al trato que recibió de ellos.

La ex candidata presidencial, que se convirtió en el icono en la campaña por la liberación de los prisioneros de las FARC, consideró que la operación “JAQUE” sólo se puede comparar con lo “impecable de las operaciones de Israel”, y estamos casi seguros que los órganos de inteligencia de Estados Unidos, el Mosad israelí actuaron junto con el ejército colombiano. Recordemos que Juan Manuel Santos hace unos meses estuvo reunido en privado con el alto mando militar de esa fuerza que ocupa Palestina, entre otras cosas los visitó para recibir “asesoría en materia de seguridad”.

A Ingrid Betancourt (quien creció entre los amigos de sus padres, presidentes y ex presidentes de Colombia) como Carlos Lleras Restrepo, Misael Pastrana, o Virgilio Barco) se le olvidó en un principio (a su madre también) dar las gracias a la senadora Piedad Córdova, al pueblo solidario de Venezuela y al presidente Chávez, propiciador de la liberación unilateral por parte de las FARC de siete prisioneros y responsable de la intervención del presidente francés Nicolás Sarkozy. A la ex congresista hay que enviarle los videos de la masacre de Sucumbíos en Ecuador y los de las masacres diarias en Palestina cometida por los israelíes. Y recordarle como fueron masacrados guerrilleros y civiles en el Palacio de Justicia de Bogotá, durante el gobierno de Belisario Betancourt.

Ingrid Betancourt, quien por fortuna está con su familia y a quien deseamos pueda recuperar el tiempo de ausencia que dolió a sus hijos, prometió servir para desmontar la guerrilla, lo hará ayudada por el “doctorado en conocimiento de las FARC” que hizo en los seis años de cautiverio. Veremos entonces a una Ingrid Betancourt severa e intransigente frente a los grupos armados y quizás en el ejercicio de un cargo público en el nuevo gobierno de Uribe, o en campaña nuevamente por alcanzar la presidencia de su país.

No deja de sorprender, por inverosímil, el episodio que describe Ingrid Betancourt al referirse a las diversas ocasiones en las que llegaban los helicópteros del ejército colombiano a los campamentos de la FARC “teníamos que coger el equipo y salir corriendo”. Sólo con un desaforado esfuerzo podríamos imaginar la disparatada imagen de una hipotética Ingrid, presa y acosada, corriendo con su equipo (y llevando a rastras cadenas y grilletes) por la profusa, oscura y accidentada selva de Colombia. Afortunadamente Ingrid está viva, entera y feliz con sus hijos. Y llena de energías como para entrar en el ruedo político, que es una aspiración pospuesta. Ahora con mayores oportunidades que antes, pues si algo bueno puede sacar de todo esto es la proyección como para aspirar a un alto cargo político.

Además de Ingrid, otros ofrecieron sus testimonios. Uno de los militares liberados frente a las cámaras dijo: “…muy pronto los vamos a acabar”. A otro se le olvidó un poco el parlamento pero pudo decir que “fue un triunfo del presidente Uribe y del ministro de la paz”, ¡refiriéndose a Santos! ¡Santo Dios!

“Viva Colombia y estamos ganando la guerra” fue la más importante quizás de las afirmaciones que repitió otro de los liberados. Porque efectivamente, en Colombia hay una guerra.

Si hay una guerra en Colombia ¿las FARC acaso no son un ejército?

El gobierno colombiano, denominado por los grupos progresistas a lo interno como “paragobierno” y “narcogobierno” ha sido bien tratado por los medios. Uribe está listo para ser reelecto a pesar de que a su gobierno, entre las muchas violaciones a los derechos humanos, se le acusa de la muerte de 28 sindicalistas, sólo este año, más las muertes de algunos de los organizadores de la reciente marcha en contra del paramilitarismo.

Sin embargo, gracias al uso que hizo de los medios en esta operación, ha ganado imagen y credibilidad. Esto le pone la cosa difícil al presidente de Ecuador, Rafael Correa en su esfuerzo por llevarlo a instancias internacionales para que responda por la violación a la soberanía de su país y la masacre cometida en Sucumbíos, el 1º de marzo de este año, en la cual además del comandante de las FARC y los guerrilleros, fueron asesinados civiles.

Golpe de Estado en Venezuela

En Venezuela, la derecha reaccionaria no ha cesado en su intento por derrocar al gobierno de presidente Hugo Chávez. Desde que asumió el poder, los sectores de oposición no han parado en la campaña por desprestigiarle, satanizarle y levantarle calumnias.

Golpe de estado de abril 2002, paro sabotaje petrolero, saboteo de los gobiernos locales y regionales en manos del fascismo, y lo más importante, la campaña sistemática en los medios, la mayoría en su contra, que pretende no sólo vincularlo con el terrorismo y el narcotráfico, sino atacarlo moralmente incluso haciendo uso de sus más cercanos afectos.

Y es que la humanidad está sumergida en una Guerra de Cuarta Generación. Y una Guerra de Cuarta Generación se pelea sólo con medios de Cuarta Generación. Pero ni el gobierno ni el pueblo hemos logrado entender que para enfrentar y ganar esta guerra nos debemos alistar todos; pueblo, gobierno y Fuerza Armada. No puede ser asumida por una sola institución o por un grupo de ciudadanos que hacen vida en los medios del estado, comunitarios o alternativos. Se requiere más. La información, la formación, la organización y la movilización deben ser aspectos de primer orden.

Álvaro Uribe, a seis años de haber llegado al poder en Colombia con la promesa de acabar con las FARC, asegura su elección sobre las traiciones y los cadáveres de los guerrilleros. La Reelección de Uribe es la continuidad de la política militarista de Estados Unidos en la región. Una política que amenaza principalmente a Venezuela.

Hoy Uribe ganó una batalla en esta Guerra de Baja Intensidad, pero aún ni él y ni sus amos, los halcones del imperio, han ganado la guerra.

Debemos prepararnos, pues hoy somos observadores y quizás más adelante, víctimas de una serie de acontecimientos que el imperio encabezará en el continente y cuyos objetivos son nuestro petróleo, nuestro gas, nuestras tierras y nuestra agua.

*Periodista y coordinadora del Foro Itinerante de Participación Popular

hindu.anderi@gmail.com


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Hindu Anderi *


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