Después de la contundente victoria obtenida por el pueblo boliviano y Evo Morales en el pasado referéndum del 10 de agosto, las expectativas por el desarrollo y profundización del proceso de transformación social del país andino se han incrementado sustancialmente. Es comprensible que una victoria de más de 65 % de respaldo popular, es un espaldarazo que el pueblo ha dado al gobierno del MAS. Ciertamente esta victoria crea condiciones para el avance, el próximo paso es llamar la consulta popular para la aprobación de la nueva constitución boliviana.
Sin embargo, en algunos medios se ha captado cierto triunfalismo dañino que perjudica la evaluación correcta de la situación política en Bolivia. Lo cierto es que así como el Gobierno nacional de ese país resultó sumamente fortalecido, también es cierto que los gobiernos provinciales de la oposición fueron mayoritariamente reafirmados, la derecha perdió Cochabamba y la Paz, pero el MAS perdió Oruro por torpezas políticas antipopulares, es decir, es poco lo que cambió la correlación de fuerzas, la amenaza secesionista se mantiene, aunque paradójicamente el gobierno haya ganado 10 puntos de apoyo porcentual.
Este fenómeno trae a colación uno de los temas más recurrentes en la Teoría Política, la cuestión del Poder, una vez más queda demostrado que tener el gobierno nacional no necesariamente es el Poder.
El Poder a diferencia de lo que creen algunos no es un objeto o una simple institución, Poder es ante todo una relación social de fuerza, donde unas clases o sectores sociales, ejercen sobre otros relaciones de dominación, explotación y subordinación. Es un fenómeno vinculado a otros tales como la Hegemonía, o el Estado en su sentido amplio, el cual no comprende solo las instituciones gubernamentales y parlamentarias, sino que también comprende otras instituciones como los aparatos coercitivos (Fuerzas Armadas, la Policía, el Sistema Judicial, etc.) y aparatos ideológicos como, el Sistema Educativo, los Medios de Comunicación entre otros.
La problemática del Poder es vital para la comprensión de los procesos revolucionarios. Revoluciones que no subviertan el Poder establecido están condenadas al fracaso, porque no tocan las médulas estructurales de la vieja sociedad.
Este fenómeno se observa de forma concreta en todos los procesos sociales de transformación que se registran en el continente. Son procesos en los cuales todavía el Poder está en disputa y en construcción, en el mejor de los casos, en otros de lo que se trata es de auténticos procesos reformistas que no amenazan los poderes constituidos.
En el caso boliviano es evidente que la oposición todavía conserva un gran Poder económico, político e ideológico, eso sin contar con el respaldo irrestricto del Imperialismo Norteamericano. Las Fuerzas Armadas están jugando un papel bastante gris y borroso. Frente a esto el gobierno del MAS ha recuperado la explotación de los hidrocarburos, cuenta con una gran legitimidad social, y con apoyo de diversos gobiernos de la región.
Lo cierto es que la resolución de este conflicto es bastante compleja, las fuerzas populares deben movilizarse y organizarse para ganar la iniciativa política, el gobierno de Evo Morales debe dejar de estar a la defensiva y avanzar de forma consecuente.
Hay que reiniciar la ofensiva de masas (tal como recomienda Boron en uno de sus últimas intervenciones: http://www.kaosenlared.net/noticia/entrevista-atilio-boron-latinoamerica-hay-movilizar-pueblo-pasar-ofens) que permitió derribar hace pocos años diversos gobiernos neoliberales; la guerra del agua y del gas, son ejemplos del espíritu de lucha que deben recuperar los sectores populares bolivianos en su enfrentamiento a las fuerzas reaccionarias.
El pueblo boliviano debe construir un nuevo Poder, el Poder Popular. Bolivia no puede perder esta oportunidad histórica. De no ser así la fragmentación del territorio boliviano es inminente, la secesión de la media luna no se hará esperar, dándose un duro golpe al proceso de integración suramericana, y a los procesos de Liberación Nacional y Social presentes en el continente.
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