Cuán intensa será la podrición que emana de los recintos del gobierno colombiano que José Manuel Vivanco, el de Human Rigths Watch, no le quedó otra alternativa que denunciarla. De esta manera, tardíamente, después de haber pasado agachado, para decirlo en lenguaje popular venezolano, aquel personaje reaccionó para quitarse de encima o lavar el pecado de lo dicho en Venezuela y quizás por avizorar los resultados electorales en la nación del norte. Porque ya es un hecho que Bush es un podrío y hasta quienes fueron sus muy buenos aliados, hoy no quieren verle ni en pintura y menos olfatear sus apestosos olores. Pocos como el inefable de Uribe y su macabra corte, le adulan esperando que entre las últimas vainas que eche se cuente lograr la firme del TLC.
Vivanco ha hablado de "ejecuciones extrajudiciales por parte del ejército de Colombia". Y agregó que eso "consiste sencillamente en la ejecución de inocentes, pobres muchos de ellos, marginales, gente sin trabajo, cesantes, de regiones abandonadas que son secuestrados…". Dicho eso, por quien es un personaje con conocidos vínculos con el gobierno norteamericano, uno podría decir que no hacen faltas pruebas.
Uribe, atendiendo a los intereses de la oligarquía colombiana y el comercio estadounidense, ha estado desesperado porque el senado de aquel país no le ha dado el visto bueno a la firma del TLC entre las dos naciones. Los demócratas han puesto reparos por las violaciones de algunos derechos laborales y humanos por parte del gobierno de la nación suramericana. Y esta victoria de Obama o la derrota de Mccain, que fue como el desenlace de la "Crónica de una muerte anunciada", pudo también haber impulsado a Vivanco a hacer lo que antes había eludido.
No olvidemos que Uribe, no ha hecho otra cosa que atender y dar luz verde a la estrategia militar de Bush y sus halcones para derrotar la disidencia en Colombia y atemorizar a los vecinos.
Pero también Navi Pillay, alta comisionada de las Naciones Unidas para Derechos Humanos, antes que Vivanco, por las mismas razones, había denunciado al gobierno colombiano. Llegó hasta hablar de genocidio porque "las fuerzas de seguridad de Colombia se han involucrado en el asesinato generalizado y sistemático, de civiles inocentes". Y grupos de derechos humanos afirmaron que "las fuerzas de seguridad usan los cadáveres de civiles para inflar el número de combatientes enemigos asesinados". Todo eso sin contar lo que el mundo entero sabe, producto del contubernio entre el santurrón de Uribe y el beato de Santos, ambos actuando bajo las órdenes de Bush.
Uribe, pillado en tan grave asunto, optó por destituir más de 27 oficiales, entre ellos tres generales y, el Comandante del Ejército, Mario Montoya, se vio "forzado a renunciar"; pero esa repudiable situación no es novedosa bajo el actual gobierno colombiano. Y el cinismo llegó a los extremos tales que el renunciante afirmó, "la política de seguridad democrática" – es decir, el asesinato a mansalva, sistemático y generalizado de inocentes-, ha sido el "eje central de la estrategia en la lucha contra las guerrillas, el narcotráfico y la violencia". A uno, el sólo leer el texto escrito por Montoya, le provoca nauseas.
Estos acontecimientos y denuncias, no hacen más que confirmar todo lo que antes se ha dicho acerca del carácter truculento del gobierno de Uribe, puesto de manifiesto durante la etapa del intento del canje humanitario y su comportamiento en el proceso que terminó con la muerte de Raúl Reyes y la violación de la soberanía de Ecuador.
A Juan Manuel Santos, ministro de la defensa y responsable como Uribe – pese a lo que muchos afirman que es éste quien maneja el tinglado en el palacio de Nariño- se le fueron los hilos de las manos; tanto que sus subalternos tomaron vuelo y fueron quizás – démosle el margen de la duda- demasiado severos en el "cumplimiento del deber". No obstante, como la "cabuya siempre revienta por lo más delgado", cayeron los encargados de ejecutar las órdenes y Santos ni siquiera renunciará porque "el presidente Álvaro Uribe, le ofreció su respaldo y le dijo que no vamos a descabezar a quien está resolviendo los problemas"; como cínicamente aquel declaró a la prensa... ¡Vaya forma de resolverlos! Y esta vez, como suele suceder, "los burros se buscan para rascarse".
Santos llegó al extremo de la crueldad, irresponsabilidad, falta de respeto a la opinión pública y a los organismos que han denunciado los graves hechos en los que aparece envuelto el gobierno colombiano, los que admitió en el Senado, cuando con sarcasmo argumentó que, "Existen enemigos de la Seguridad Democrática- otra vez se amparan en la democracia- que no solamente quieren atacarla, sino enlodar a la fuerza pública...". Los feos y abominables hechos, como siempre, "al ministro de la guerra y el atropello", no le incomodan ni le merecen importancia. Para él, "Democracia" es cometer genocidio.
A ese gobierno del hermano país, Mccain presentó como un ejemplo en su deseo que le sea aprobado el TLC. Aprobación que sería un remedio gravemente nocivo para el pueblo y los productores, grandes y pequeños. Por eso, la mejor muestra de generosidad y buena fe de Obama hacia la nación hermana, sería no aprobárselo y castigar a Uribe y quienes detrás de él están, como zamuros tras la carroña, intentando aumentar sus beneficios aunque sea a cambio de la vida de miles de ciudadanos inocentes.
Pero Uribe allí estará por otro tiempo. Quizás, con los recientes incidentes, sus posibilidades mermen. ¿Pero Santos será beatificado? ¿Se le hará santo al cuadrado? ¿Se le gratificará eternamente por "resolver los problemas" cometiendo toda clase de desafueros y comportándose como un genocida, tras el burladero? ¿Los "Tiempos" de los Santos, impondrán sus criterios, se camoleonarán y gritarán eufóricos, ante la derrota de Mccain, que es la de Bush y la de ellos, "muerto el rey, viva el rey" y seguirán adulando?
A esto último uno puede responder, sin temor a errar, de manera afirmativa. Los cínicos son capaces de todo.
Así nos duela, por lo que importa la soberanía de los países nuestros, este es más que un desafío, una prueba para el recientemente electo presidente gringo. Es posible que, por los menos durante los primeros tiempos en la Casa Blanca, Obama procure ofrecer una imagen nada sucia en las relaciones con Colombia
Algo huele mal en Dinamarca, dijo Hamlet, por la muerte de su padre, el rey. Mucho hiede en el palacio de Nariño, sabe uno con estas cosas y otras tantas que allí se cuecen y la calaña de algunos de quienes lo habitan y deambulan.
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