La crisis del sistema financiero mundial alcanzó Brasil de lleno. Pero, al contrario de los opinólogos del sistema, no hago el elogio del azar y de las apuestas. La crisis golpeó al país porque esta nación es gobernada por banqueros, literalmente. El hombre más poderoso de Brasil es un alto ejecutivo del Bank of America. Su nombre es Henrique Meirelles y tiene una sólida carrera conectada al BankBoston. Es presidente del Banco Céntral de Brasil (BC) y ganó status de ministro porque estaba siendo acusado por su fortuna personal sin origen. Ahora, sólo el Supremo Tribunal Federal (STF), nuestra gloriosa Suprema Corte digna del libro de Bob Woodward y Scott Armstrong (“Por detrás de la Suprema Corte”, en este caso la yanki) puede juzgarlo.
Los hechos son sencillos, directos y hablan por sí sólos. Brasil alega haber pagado su deuda externa. Lo que debía al Fondo Monetario Internacional (FMI) fue abonado. El grueso del monto de lo que debía a los acreedores privados también. Pero, en la frialdad de las LTNs (Letras del Tesoro Nacional) lo que ocurrió fue un cambio de la deuda externa por el super endeudamiento público como forma de acumulación del capital especulativo. La fusión y concentración bancaria es fruto de ese genio del crimen. Ahora, con la cuerda al cuello, con los cinco mayores bancos del país siendo propietarios del 86% de las agencias y terminales electrónicas, resta al gobierno pagar la cuenta del fin de la liquidez.
De esta forma absurda, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) va poner más 12,5 mil millones de reales (cerca de U$ 6 mil millones) para garantizar el flujo de préstamos al “sector productivo”. Así, en vez de obligar la Banca a prestar, rebajar la tasa básica de intereses (Selic) e impone un porcentaje de la cartera de los bancos privados a destinarse para la financiación del capital de giro subsidiado. El Estado va pasar la factura de pago a todos nosotros. El origen de los R$ 12,5 mil millones es igualmente siniestro. R$ 7,5 mil millones vendrán con cambios en los niveles de los depósitos bancarios compulsivos. O sea, las reservas de depósitos obligatorios, cada vez más aliviadas, serán usadas para financiar los sálvense quién pueda. Y este montante sale del Estado, a través del gobierno central, y no sale un céntimo de las arcas de la Banca. Además de eso, los restantes R$ 5 mil millones saldrán de una línea de crédito con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), empresa subsidiaria del Banco Mundial. O sea, nos estamos re-endeudando para pagar la cuenta de la fiesta de los brasileños comprando y vendiendo subprimes brasileñas y jugando a la ruleta en las apuestas con el mercado futuro del dólar.
Para quien imagina que acabó la pesadilla venida del “gobierno de izquierda que manda por la derecha”, la cosa es aún peor. El préstamo del BID para la Unión salió por medida provisional, o sea, por decreto. En vez de decretar la tasa obligatoria sobre la Banca, Lula decreta el re-endeudamiento del país. Tiene más. Brasil garantizó una línea especial junto al Federal Reserve (Fed, Banco Central de los EEUU) y al FMI. La 11ª economía del mundo ganó este regalo como niño bien portado. Esto fue fruto del buen comportamiento en 2002 y en 2008, de las operaciones de swap (cambio de moneda) entonces comandadas por el gerente de especulación de George Soros y presidente del BC, Armínio Fraga (1999-2002) y la repetición del robo sistemático en la forma inversa de esta operación de cambio de riesgo (Swap Reverso) por el siempre citado Mr. Meirelles, presidente del BC desde el 1º de enero de 2003 hasta ahora. Hoy Brasil puede intercambiar hasta US$ 30 mil millones (más de R$69 mil millones) y pedir un auxilio al Fondo. O sea, el premio por las tenebrosas transacciones de swap y la obediencia a los “fundamentos de la economía neoliberal antieconómica” ¡es acostarnos otra vez en los brazos de la muerte!
Después de 13 años de “austeridad monetarista” se descubre lo obvio. Fruto de las políticas vende-patria, el país utilizó reservas estratégicas –como las reservas de minas de hierro privatizadas– para hacerse una plataforma de exportación de bienes primarios. Ahora los financistas reinventan la rueda, financiando con crédito externo la mentalidad criminal de quien tiró 4/5 de la economía productiva y de mercado abierto, operando en Brasil con la fiesta de la ruleta y la quiniela de derivativos y mercado futuro. La exhuberancia irracional brasileña termina de modo melancólico, tal como el adicto a la cocaína de la Bolsa de Valores, o el borracho del medio artístico adicto a la bebida destilada escocesa o rusa. ¡Pierden familia, trabajo, y bienes, pero no pierden a la pose y la falta de vergüenza de su cara dura!
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