Honduras: Golpe, Constitución y Constituyente

A la memoria de los mártires de la resistencia hondureña

Al Presidente Mell Zelaya y su hermosa familia

Al Pueblo de Honduras

De Facto

El Golpe de Estado del 28 de junio en Honduras, contra el Presidente Constitucional José Manuel Zelaya Rosales, ha tratado de ser justificado por los usurpadores, con un rebuscado discurso constitucionalista.

Una conspiración que involucra al establecimiento heredado de la colonia y la neo-colonia pro-imperialista, con políticos derechistas, militares, empresarios, medios de difusión, clero, y un solapado apoyo extranjero, dio al traste con el proceso democrático y constitucional, en el que se pretendía consultar al pueblo hondureño sobre la posibilidad de introducir cambios en la Constitución para profundizar el carácter participativo (mencionado en el Artículo 5º de la Constitución de 1982) de la institucionalidad republicana.

Para ese domingo venido en nefasto, el Presidente Selaya había convocado una consulta ciudadana sin carácter vinculante, pero que gozaba de toda la legitimidad, para que el pueblo se pronunciara sobre la apertura de una cuarta urna electoral en la venideras elecciones fijadas para noviembre.

Obviamente, una vez realizada la encuesta, el Presidente contaba con una poderosa herramienta de opinión para seguir impulsando su proyecto transformador, pero aún no era un hecho consumado la convocatoria a Constituyente.

Los golpistas, sin embargo, no esperaron siquiera que se realizara el evento consultivo, su acción se deslizó aceleradamente al Golpe militar fascista, violentando toda la institucionalidad y violando elementales derechos humanos.

Luego han tratado desesperadamente de aparentar la “constitucionalidad” del Golpe, achacándole a Zelaya una serie de calumnias cobardes y miserables, que toda la comunidad internacional ha rechazado consensualmente.

Los pronunciamientos de la OEA o la ONU no intimidan a los impostores. Se han dado el lujo de burlarse de la comunidad humana forjando una carta de renuncia del Presidente Zelaya, engañando a la opinión pública con una interminable lista de falsedades, y, lo peor, oprimiendo al pueblo hondureño que se ha revelado ante el mundo como digno heredero de la gesta de Morazán, erguido con valentía sobre la hora ignominiosa que le ha tocado vivir.

De Iure

El 27 de enero de 2006, el Congreso de Honduras sancionó la Ley de Participación Ciudadana, primera iniciativa del recién estrenado Gobierno de Mell Zelaya que ya anunciaba su intención reformista del modelo político imperante en su país.

El novedoso instrumento legal, entró en vigencia el primero de febrero de ese año, según Gaceta No. 30.917 de la República de Honduras, considerando que “la evolución y la dinámica del comportamiento social y particularmente la de definir las instancias mediante las cuales se haga viable la participación de los ciudadanos en los asuntos de interés público, debe ser modernizada para no limitar el ejercicio de los derechos constitucionales”.

En su Artículo 3º la Ley establece el Referéndum como mecanismo de participación, junto al plebiscito, la iniciativa ciudadana y los cabildos abiertos. Estos se aplicarían bajo los supuestos de democracia participativa, corresponsabilidad, solidaridad, inclusión, legalidad, respeto, tolerancia y pervivencia, consagrados en el Artículo 2º ejusdem.

El propósito de esta Ley, que el primero en incumplir fue el Presidente del Congreso que la suscribió al dejarla aprobada, era establecer que “la participación ciudadana implica la inclusión del ciudadano en la formulación, ejecución y evaluación de todas las políticas y acciones del Estado, convirtiéndolo en protagonista y gestor de su propio destino”. Destino frustrado en este momento por la acción fascista de la oligarquía hondureña.

El sustento constitucional del modelo participativo impulsado por Zelaya, tiene su más sólida base en el Artículo 2º de la Carta Magna hondureña, que reproduce la máxima republicana de que “la soberanía corresponde al pueblo”. No podía ser de otra manera en un Estado que se precia de ser democrático.

Por añadidura, el Artículo 5º prevé que “El gobierno debe sustentarse en el principio de la democracia participativa” que debe propender a generar un progreso nacional basado en “la estabilidad política y en la conciliación nacional”.

Los golpistas se han encargado de echar al lodo estos preceptos constitucionales, hundiendo a Honduras en la más atroz inestabilidad política con signos inequívocos de ingobernabilidad, y desbaratando la convivencia democrática, tras imponer un régimen de fuerza, represivo, que suspendió las Garantías, estableció el Estado de Sitio, eliminó la libertad de expresión y está asesinando a quienes manifiestan pacíficamente su defensa de la Constitución.

Queda demostrado que el Presidente Zelaya no violó ni pretendió violar la Constitución al llamar a consulta popular. Incluso, si ésta hubiese tenido carácter vinculante, aún así hubiera estado soportada legal y constitucionalmente. La mentira de que el Presidente quería “perpetuarse” en el poder y cambiar los supuestos “Artículos pétreos”, quedó desenmascarada desde el primer momento, ya que la consulta no mencionaba ningún artículo o grupo de ellos en particular.

No pudo lograr la destrozada Constitución de la República de Honduras, lo que según Jacques Donnedieu de Vabros, constituye el objeto de toda Constitución, cual es “establecer un orden racional claro y estable que evite, en la medida de lo posible, la subversión, el Golpe de Estado, las intrigas palaciegas, las agitaciones colectivas y los delitos políticos”. (Citado por el Magistrado La Roche, Humberto en su Ponencia de la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela, 19-011999)

Sin embargo, más allá de los meros aspectos formales del derecho positivo, está planteado en el fondo de estos hechos, un debate de carácter filosófico y político, sobre la disyuntiva entre la Supremacía Constitucional y la Soberanía Popular. Es la bicentenaria discusión sobre Poder Constituyente y Poder Constituido. La cuestión de si el pueblo, en el marco de los sistemas representativos, pierde la capacidad de ejercer directamente la soberanía, al transferírsela, a través del sufragio, a sus representantes.

Constitución y Golpe

La soberanía popular se convierte en supremacía de la Constitución cuando aquélla, dentro de los mecanismos jurídicos de participación decida ejercerla. Así resuelve la cuestión la Sentencia No. 17 de la Corte Suprema de Justicia de Venezuela, en fecha 19 de enero de 1999, al considerar un recurso sobre la posibilidad de convocar un referéndum para llamar a Constituyente.

En el caso que nos ocupa, el Numeral 2 del Artículo 3º de la Ley de Participación Ciudadana representa los mecanismo jurídicos de participación activados por la convocatoria presidencial, para que el Pueblo de Honduras decidiera si ejercía su soberanía.

Ocurrió lo advertido en noviembre de 1862 por Ferdinand Lassalle, en su Segunda Conferencia sobre Problemas Constitucionales, que “las Constituciones escritas, cuando no se corresponden con los factores reales de poder de la sociedad organizada, cuando no son más que una hoja de papel, se hallan irremisiblemente a merced de la supremacía de esos factores de poder organizado, condenadas sin remedio a ser arrolladas por ellos”.

En la concepción lassallana “los problemas constitucionales no son, primariamente, problemas de derecho, si no de poder; la verdadera Constitución de un país sólo reside en los factores reales y efectivos de poder que en ese país rigen; y las Constituciones escritas no tienen valor ni son duraderas más que cuando dan expresión fiel a los factores de poder imperantes en la realidad social”.

Cuáles son en Honduras esos factores reales y efectivos de poder que no sean los mismos poderes fácticos que se complotaron para dar el Golpe de Estado. El Presidente del Congreso, actual usurpador del Poder Ejecutivo por decisión de las cúpulas militares, económicas, eclesiales, es él mismo un representante de esos sectores capitalistas parasitarios que han medrado en la política para servirse de los dineros públicos y mantener al pueblo sojuzgado a un régimen sobre-explotador como el que ha regido Honduras desde hace siglos.

Por eso lo previsto en el Artículo 2º constitucional acerca de que “La soberanía corresponde al pueblo”, que sentencia además que “La suplantación de la soberanía popular y la usurpación de los poderes constituidos se tipifican como delitos de traición a la Patria”, estalló en mil pedazos cuando unos militares encapuchados secuestraron al Presidente Constitucional José Manuel Zelaya Rosales la madrugada del domingo 28 de junio, expatriándolo a Costa Rica sin que mediara juicio previo ni derecho a la defensa ni debido proceso. Se impuso de manera insolente la barbarie de los factores reales y efectivos de poder.

Las decenas de miles de personas que han salido a las calles hondureñas a reclamar el retorno de su Presidente, rechazando valientemente la arremetida fascista, son, en este momento, los legítimos defensores del orden constitucional plasmado en el Artículo 3º: “Nadie debe obediencia a un gobierno usurpador ni a quienes asuman funciones o empleos públicos por la fuerza de las armas o usando medios o procedimientos que quebranten o desconozcan lo que esta Constitución y las leyes establecen. Los actos verificados por tales autoridades son nulos. El pueblo tiene derecho a recurrir a la insurrección en defensa del orden constitucional”.

Es el pueblo, cuyo Poder Constituyente, está en plena ebullición.

Constitución y Poder Constituyente

“Partiendo del principio de que la soberanía es atributo del pueblo, a él, y únicamente a él, está atribuido el Poder Constituyente” (Ossorio, Manuel). Dicho Poder, no sólo está relacionado al hecho de formular o reformar una Constitución, también lleva implícito el hecho político de su implantación.

El Poder Constituyente es definido como "voluntad política creadora del orden, que requiere naturaleza originaria, eficacia y carácter creador" (Luis Sánchez Agesta); su fundamento, dice Sánchez Agesta, “no está en una legitimidad jurídica anterior, sino que es de carácter trascendente al orden jurídico positivo”.

En palabras de Bidegain, “el Poder Constituyente es la potestad de dictar la primera Constitución de un Estado, o de cambiar la Constitución vigente dándole un sentido político sustancialmente diferente”.

Queremos remarcar en estas notas, la legitimidad democrática y la pertinencia política de la convocatoria hecha por el Presidente Zelaya a activar el Poder Constituyente a través de una consulta donde se expresara de manera libre y transparente la soberanía popular, indistintamente de que este mecanismo estuviese expresamente establecido en el texto constitucional, toda vez que, aún no estándolo, forma parte intangible de la Constitución y vive en el espíritu de su articulado fundamental ya mencionado.

Vale decir que, aún y cuando la vigente Constitución de Honduras no prevea la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, y, muy al contrario, pretenda establecer como eternos, invariables o pétreos algunos principios liberales de mera forma, el ejercicio del Poder Constituyente debe actuar como dinamita que pulverice la camisa de fuerza que la propia Constitución, esa hoja de papel que los golpistas han usado para intentar limpiar sus porquerías, trata de imponer por sobre la soberanía popular.

En este caso se pretende imponer por encima del Poder Constituyente Originario, una presunta supremacía del texto constitucional. Según esta tesis la Constitución como cima de la jerarquía normativa, desde una perspectiva que supone un sistema piramidal, ordena en forma obligatoria la fórmula para su reforma o cambio, superponiéndose la letra escrita a la voluntad popular, haciendo que el principio democrático quede reducido a una bufa declaración de buenas intenciones.

Tal es la intención de los sectores conservadores. Se niegan, en forma necia y criminal, a dejar pasar libremente el cauce inexorable de la historia. Recordémosle con el memorable Magistrado La Roche, a los fascistas hondureños y sus patrones imperialistas, que “el derecho es un todo un proceso, no de un orden estático de preceptos, de modo que su contextura es una realidad tensa y dialéctica, en permanente creación y aplicación”.

No existe norma ni ley suprema que valga ante la soberana expresión de la voluntad popular, activada en Poder Constituyente como lo está en este instante en la Patria de Morazán, más, cuando el Golpe de Estado ha actuado como catalizador de una conciencia colectiva que apenas germinaba.

“Se dice que difícilmente cabrá otorgar a la Constitución el calificativo de Ley Suprema si sus obligadas y más elementales adaptaciones al cambio histórico no pueden ser previstas ni reguladas por ella misma. En otras palabras, para realizar el cambio que el país exige, es el Poder Constituyente, como poder soberano previo y total, el que puede, en todo momento, modificar y transformar el ordenamiento constitucional. Pero ello no podrá hacerse sino en el ejercicio de sus atribuciones soberanas, operando como titular de la soberanía” (La Roche, 1999).

Por supuesto que la Constitución no debe ser sometida a vaivenes caprichosos de políticos de turno, pero precisamente por su importancia fundamental para la vida republicana, ella debe tener la versatilidad y amplitud para permitir su inserción en realidades sociales e históricas cambiantes.

Pero no queda duda de que el pueblo, aunque en regimenes representativos, como es el caso de Honduras, delegue en unos representantes o mandatarios el ejercicio del poder, no significa con esto que el pueblo pierda su condición de portador original de la soberanía. Al contrario, el pueblo como titular de poder, “tiene implícitamente la facultad de hacerla valer sobre aspectos para los cuales no haya efectuado su delegación”. Es la esencia de la teoría del Poder Constituyente iniciada por Sieyés en pleno fragor de la Revolución Francesa, y que ha enriquecido de manera particular en el constitucionalismo latinoamericano de las últimas dos décadas.

Valoración Histórica

Una institución tan timorata y tradicionalmente alcahueta como la OEA produjo en su Consejo Permanente una condena al Golpe de Estado, señalando: “la grave situación que vive la República de Honduras como resultado del golpe de Estado contra el Gobierno del Presidente José Manuel Zelaya Rosales que produjo una alteración inconstitucional del orden democrático”, y acordando en forma unánime “Condenar enérgicamente el golpe de Estado llevado a cabo en contra del Gobierno constitucional de Honduras, y la detención arbitraria y la expulsión del país del Presidente Constitucional José Manuel Zelaya Rosales que produjo una alteración inconstitucional del orden democrático”, para pasar a exigir el retorno de Zelaya a su cargo de Presidente.

Cómo habrá sido de bestial la acción de los fascistas hondureños, que de las tibias posiciones de la diplomacia anquilosada en este organismo subsidiado por Washington, salió unánimemente la contundente condena.

Sólo basta ver al “Canciller” impostor, cuya brutalidad de cuerpo y alma contrasta de manera grotesca con la dignidad e inteligencia exhibidas con donosura por la titular constitucional de Relaciones Exteriores, referirse con nauseabundo racismo al mismísimo presidente de los Estados Unidos. ¿Qué le esperará a los humildes afrodescendientes hondureños?

Por cierto, este innombrable sátrapa fascista, quiso vapulear a una ejemplar reportera de Radio Globo, mandándola a visitar París para que ilustrara su cultura democrática. Perverso proxeneta de los golpistas, bestial ignorante de la teoría del Poder Constituyente que devino de aquella Revolución Francesa, de la que este horrendo troglodita, vicioso ultrajador de libertades, no hubiese podido salir ileso.

No debemos olvidar ni por un segundo, que Honduras fue históricamente en ese backyard y mare nostrum que han sido la América Mestiza y El Caribe para los Estados Unidos, una simple base de operaciones de sus intervenciones armadas y sus conspiraciones contra nuestros pueblos.

Ese pequeño país fue condenado por el modelo de dominación económica internacional impuesto por el imperialismo, a ser eternamente una pobre granja de frutos tropicales y recursos forestales, gobernada por capataces al servicio de las transnacionales bananeras.

En su territorio de 112.492 km2, menos de la mitad del estado venezolano de Bolívar, Estados Unidos tiene desde 1981 una base militar en Palmerola, a 97 kilómetros de Tegucigalpa, puesta en marcha durante la administración de Ronald Reagan, que se utilizó como comando de operaciones de las fuerzas mercenarias entrenadas y financiadas por la CIA que desataron la criminal guerra sucia contra el gobierno sandinista de Nicaragua. También es la sede de la fuerza de tarea conjunta “Bravo” de Estados Unidos, compuesta por efectivos del ejército, las fuerzas aéreas, fuerzas de seguridad conjuntas y el primer batallón-regimiento número 228 de la aviación estadounidense. Son aproximadamente 600 personas y 18 aviones de combate, incluidos helicópteros UH-60 BlackHawk y CH-47 Chinook, y sus espacios son usados por la Academia de la Aviación de Honduras. Ello, a pesar que la Constitución de Honduras no permite legalmente la presencia militar extranjera en el país. (Golinger, 2009).

Más, la base de Palmerola no le hizo falta al imperialismo para ejecutar desde suelo hondureño, las maniobras bélicas que sirvieron para derrocar a Jacobo Arbens en la Guatemala de 1954, apoyar la invasión a Cuba por Bahía de Cochinos en 1961, darle soporte logístico a la incursión antidemocrática contra República Dominicana en 1966, atacar a Nicaragua con la llamada “Contra” que financió la CIA con dineros del narcotráfico, preparar la invasión a Grenada, y, en general, mantener en jaque al movimiento popular de liberación en todo Centroamérica con la infernal creación de los escuadrones de la muerte.

Salta espontánea la ingenua pregunta: ¿Será que estos fascistas brutos no dieron parte de sus planes a los señores imperialistas? O, rebobinando la cuestión, ¿será que la inteligencia y contrainteligencia gringa que lleva un siglo haciendo lo que le da la gana en Honduras, no se percató del plan golpista?

La posición del gobierno de Estados Unidos es un andrógino. La geopolítica hermafrodita del Pentágono en tiempos de Obama, tiene la pretensión de incendiar la pradera, dejar que se consuma, y llorar junto a las víctimas sobre sus cenizas.

Nada le dice a los fascistas el cambio de época. Que el Presidente Zelaya haya amentado nominal y realmente el salario, que le negara apoyo a Bush en su afán de proteger al terrorista Posada Carriles, que planteara la utilización con fines civiles y de desarrollo de las pistas aéreas de la base de Palmerola, que protagonizara como espléndido anfitrión la reversión de la afrenta que la OEA le hiciera a Cuba, por iniciativa gringa, en 1962; que se sumara con entusiasmo a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América. Son cosas que no le perdonan al Presidente José Manuel Zelaya Rosales.

La consolidación de una tendencia histórica en el continente a favor del avance de gobiernos populares, nacionalistas y unionistas (integracionistas), sufre un golpe severo con la acción de los golpistas hondureños; pero si llegara a consumarse el plan fascista de desconocer la voluntad popular e imponer el deseo de la elite oligárquica, ese golpe redundará en la fragmentación del sistema democrático con la consiguiente fragilidad de todos los gobiernos de la región, que sentirán pender sobre su cuello la Espada de Damocles que blanden los militares formados en la Doctrina de Seguridad Nacional.

Las contradicciones de clase internas de cada país y las diferentes expresiones de la lucha antiimperialista, volverían al sendero de la confrontación armada directa, convirtiendo al continente en un polvorín sin final predecible. Lo que si estaría seguro es el inmenso derramamiento de sangre y la destrucción general que supone la guerra civil y las guerras de liberación. Tal vez ese sea el camino que prefieren determinados sectores de Estados Unidos que se niegan a ver disminuir su área de dominio o patio trasero.

El triunfo del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional en El Salvador, precedido del retorno del Frente Sandinista de Liberación Nacional al gobierno en Nicaragua, al lado de los logros de la Revolución Bolivariana junto a nuestros aliados en la ALBA, Ecuador, Cuba, Bolivia y nuestros hermanos del Caribe, presionaron en el estado de ánimo de los derrotados derechistas republicanos que vieron en el zarpazo a la democracia popular Honduras, una oportunidad de venganza típica de los despechados espíritus malsanos.

No en balde han sonado por ahí los nombres de Negroponte y Otto Reich. Remenber Playa Girón in J. F. Kennedy times.

La lección está muy clara: con el concurso de las fuerzas armadas, cualquier minoría que vea mermar sus privilegios podrá dar un madrugonazo y tomar el poder a la fuerza.

El recurso último del pueblo es la resistencia. La grey morazanista está en la calle dando ejemplo de coraje, dignidad y democracia. Algunos se han desangrado en la tarea. De ellos será la gloria y la victoria.

Morazán (fragmentos del poema de Pablo Neruda)

Te desmoronan hijos y gusanos, se extienden sobre ti las alimañas y una tenaza te arrebata el sueño
Alta es la noche y Morazán vigila. Vienen, pequeña América olorosa, a clavarte en la cruz, a desollarte, a tumbar el metal de tu bandera.

Alta es la noche y Morazán vigila.

Invasores llenaron tu morada. Y te partieron como fruta muerta, y otros sellaron sobre tus espaldas los dientes de una estirpe sanguinaria, y otros te saquearon en los puertos cargando sangre sobre tus dolores.

Es hoy, ayer, mañana? Tú lo sabes. Hermanos, amanece. (Y Morazán vigila.)

¡Gloria al bravo pueblo de Honduras!

(*) Miembro de la Asamblea Nacional Constituyente de Venezuela en 1999
caciquenigale@yahoo.es

Maracaibo, domingo 12 de julio de 2009. A dos semanas del Golpe.

"... los Estados Unidos que parecen destinados por la providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad..."
Simón Bolívar, El Libertador.


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Ildefonso Finol (*)

Economista. Militante chavista. Poeta. Escritor. Ex constituyente. Cronista de Maracaibo

 caciquenigale@yahoo.es      @IldefonsoFinol

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