Después de 18 días del derrocamiento del Presidente Constitucional hondureño Manuel Zelaya somos testigos de excepción, como la derecha internacional y sus grandes medios de comunicación, en un acto de desesperación, hacen un esfuerzo sobrenatural para tratar de convencer al mundo a través del posicionamiento de una matríz de opinión sesgada que en Honduras no hubo golpe de estado.
Por esta razón pendulean, desde una falsa carta de renuncia que fue leída en el Congreso Nacional para sustentar la designación y posterior juramentación de Micheletti, hasta una orden de captura solicitada por la Corte Suprema de Justicia, que de paso se ha dicho, es utilizada también para justificar la denigrante y deleznable acción de la fuerza armada la madruga del 28 Junio en la residencia presidencial.
Al evaluar con lujo de detalles las intervenciones de los parlamentarios en la sesión del Congreso, donde se decidió fraudulentamente declarar la ausencia permanente del Presidente de la República, se evidencia por ser un hecho comunicacional público y notorio que ningún diputado esgrimió en su intervencion a lo largo de más de cinco horas de debate lo concerniente a la medida privativa de libertad de la Corte Suprema de Justicia, ya que el mismo se desarrolló sobre la supuesta carta de renuncia que siguiendo el libreto venezolano éste documento fue forjado por los golpistas. Por lo tanto si la designación de Micheletti fue hecha sobre la base de un documento írrito, obviamente la autoridad que ostenta es un simple y vulgar acto de usurpación, por tal motivo es recomendable que los medios de comunicación y sus tarifados voceros dejen de justificarlo y reconozcan que la fuente originaria que da legitimidad a un gobierno para que sea democrático es el voto popular y para el caso hondureño quien cumple ésta condición es el presidente Manuel Zelaya, el cual lejos de renunciar fue víctima de un secuestro y posterior deportación forzada.
Sería interesante escuchar al presidente de la Corte Suprema de Justicia enmendar su declaración con respecto al destierro presidencial ejecutado por la fuerza armada hondureña, quien tuvo la temeridad de detener al Presidente en ejercicio ¿Dirán los intelectuales inorgánicos que esto no es un golpe de estado? ¿Cómo se explica entonces que fue sacado del país? ¿De qué autoridad están investidos los militares que se subrogan la potestad facultativa de cambiar una orden del máximo tribunal? Obviamente lo de la medida privativa de libertad fue una construcción acomodaticia posterior, para tratar de frenar la indeclinable determinación del presidente Zelaya de regresar a su país y como su compromiso con el pueblo aunado al arrojo, coraje y desprendimiento fue mayor, optaron cobardemente por colocar obstáculos en el aeropuerto.
Después de tantos intentos fallidos para lograr el objetivo de que Micheletti continúe en el poder hasta que se realicen las elecciones presidenciales. El gobierno de los Estados Unidos decide quitarse la máscara para asumir la batuta presentando como propuesta la convocatoria a una mesa de diálogo, utilizando como caballo de Troya al laureado con el Premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, para que venga a asumir el detractor papel de reconocer al gobierno de facto, poniéndole una trampa caza bobo al presidente Zelaya al pretender sentarlo con la marioneta de la conjura Micheletti.
Gracias a su olfato político no mordió el peine y hoy está más viva que nunca la lucha de los pueblos en su irreductible postura de que el único pacto o negociación posible se hará cuando Zelaya reasuma la conducción del país.
pedrocarrenoe@gmail.com