Durante la última década, mientras la economía norteamericana colapsó catastróficamente, surgieron en el mundo otras alternativas de gran significación como China y la India. En nuestra América, se consolidan sistemas de intercambio regional y subregional como la Unasur, el ALBA y Petrocaribe. Estos últimos con una visión de integración diferente a la planteada por años desde los centros hegemónicos mundiales. El sólo pensar en el éxito de las políticas integracionistas planteadas desde el ALBA, con la implementación del SUCRE como moneda diferente al dólar, para el intercambio comercial entre los países que conforman la Alianza, puso a temblar a más de uno en las esferas del poder en los EEUU. y en países aliados a políticas dirigidas desde Washington. Tras la interminable cadena, una derrota más para las políticas estadounidenses no era posible.
El aparato militar-industrial y su brazo propagandístico debían actuar en defensa del poder perdido. En la historia de los Estados Unidos de Norteamérica durante todos los siglos han actuado o inventado alguna guerra, sobre todo cuando su economía tiene problemas. La meta de inventar una guerra es la de motorizar al parque industrial militar, ya lo vimos en Afganistán, en Irak (1) y (2), Palestina, Irán y Líbano. Ni se diga de otras regiones próximas a Rusia o Corea. A las altas esferas del poder sólo importa todo el dinero que puedan ganar vendiendo armas de última generación que en la mayoría de los casos terminan matando a mujeres y niños, por error.
Con resultados tan desastrosos se acentuó la crisis económica que envuelve a la nación norteamericana. Hoy vuelve la mirada hacia el caribe y America Latina. Iniciando su accionar con un golpe de Estado en Honduras, a la brevedad la emprenden abierta y descaradamente contra Venezuela, Nicaragua, Ecuador y Bolivia. En las sombras preparan el golpe contra la institucionalidad de la región, principalmente en aquellos lugares donde en corto plazo se realizaran elecciones. Eso incluye Brasil y Argentina. El plan es actuar bajo el esquema implementado recientemente en Irán y desconocer cualquier resultado electoral adverso. Una vez consolidado este esquema procederán hacia otros Estados como Venezuela, Ecuador y Bolivia, según el plan Honduras. Para entonces tienen que haber logrado el control de toda la burocracia institucional nacional e internacional.
Ya lo vimos en el pasado; el control del gobierno y de la institucionalidad en países como Bolivia, Ecuador y Venezuela, le permite a los Estados Unidos administrar una significativa reserva de energía barata, el desmembramiento de la OPEP y sobre todo el regreso de las reservas internacionales de la región hacia su economía.
En lo inmediato, más que un escudo en el frente occidental, prevalece la tesis de apagar cualquier candelita por aplastamiento. Vacilar es perder la Republica. La burocracia diplomática, como en Honduras, no soluciona nada.
nevelmarcano@cantv.net
24 de julio de 2009
8:13 am.