El Movimiento de Solidaridad con el Pueblo Hondureño hizo llegar el pasado primero de agosto a la Federación de Fútbol Costerricense una misiva, en la que se le solicitaba hiciese las gestiones pertinentes ante la FIFA, con el objeto de promover la suspensión del encuentro de fútbol entre las Seleciones de Honduras y Costa Rica, correspondiente al calendario válido para las eliminatorias del Campeonato Mundial de Fútbol que tendrá su final en Suráfrica 2010.
El respectivo partido eliminatorio se efectuaría en la ciudad de San Pedro de Sula por lo que conociendo la situación política existente en la hermana República de Honduras, presa de un golpe de Estado asestado contra el gobierno constitucional del Presidente José Manuel Zelaya Rosales y sumida en un caos caracterizado por la arbitrariedad del régimen de facto, la violación de los derechos humanos, la conculcación de las garantías civiles y políticas y la violación de todas las libertades y derechos democráticos, considerábamos una obligación y nuestra responsabilidad exhortar a la Fedefútbol a efectuar las providencias del caso y agilizar las acciones para una posposición del mencionado encuentro.
Nuestra alerta correspondía con las decisiones de los organismos internacionales, entre ellos La ONU, La OEA, UNASUR, ALBA, Grupo de Río y SICA los cuales habían, desde un primer momento, condenado el artero golpe de Estado, determinado una serie de sanciones a la camarilla golpista, acordado restricciones y el desconocimiento de las actuaciones de los usurpadores del poder en todos los órdenes, declarándolas inválidas y sin ningún efecto jurídico y ético tanto a nivel nacional como internacional, y llamando a todos los gobiernos, organismos y entidades internacionales a suspender relaciones diplomáticas y todo tipo de actividad comercial, social, política, cultural y deportiva con Honduras mientras persistiera el rompimiento del orden constitucional y el estado de derecho y no se reintegrara segura e incondicionalmente a Mel Zelaya como único y legítimo Presidente electo popularmente.
Preocupados además por la integridad física y la seguridad en general de jugadores, cuerpo técnico y de la delegación costarricense en su conjunto que se exponía a consecuencias inimaginables originadas de condiciones políticas y sociales de completa inestabilidad en un país llevado a la crisis, la confrontación y a la violencia por la codicia, la ambición y la voracidad de una élite empresarial, la alta oficialidad militar, las castas políticas, la jerarquía eclesiástica católica, las sectas protestantes y ONGs financiadas desde Washington. Todo un engranaje al servicio del capital transnacional y la estrategia contrarrevolucionaria del imperialismo.
Por supuesto que entendiendo la urgencia de corresponder solidariamente con el pueblo hondureño, intentamos hacernos eco en la consciencia de los directores del ente Federativo del Fútbol de Costa Rica con la sana y acertada intención de que se comprendiera que no se debía llegar a esa cita deportiva, ni aceptar jugar el partido en un contexto de tensión política y sobre un charco de sangre que se extiende con los días.
Nuestra disposición se orientaba a tocar la razón y el discernimiento, convencidos de que aceptar el referido evento deportivo representaba conciliar la masacre de docenas de hondureños que aparecen cada mañana a la vera de los caminos y las quebradas, mutilados y torturados, legitimando de tal manera el terrorismo golpista que mantiene el control mediante el estado de sitio que reprime con gases, el fuego de los fusiles, las puntas de las bayonetas, persigue, hostiga, encarcela, tortura y cerca a comunidades indígenas y campesinas.
Animados por un sentimiento de fraternidad sincera y un gesto moral consideramos atinado sugerir que la Selección de Fútbol no se manchara de inmundicia admitiendo participar de una actividad en medio de una orgía macabra perpetrada por una horda de asesinos que se ha empotrado en el corazón de la tierra de Morazán y mostrara la sensibilidad humana, democrática y el amor por la libertad propias del pueblo costarricense.
Pero, la respuesta del Ejecutivo de la Fedefútbol; remitida el 07 de agosto de los corrientes por el Lic. Christián Garnier F., Secretario General Adjunto de la indicada entidad, dice en los párrafos fundamentales; “Tanto nosotros como la Federación Hondureña, somos afiliados a la FIFA y por ende nos regimos por sus estatutos y reglamentos. En ellos, la FIFA es muy específica en aclarar que no podemos involucrarnos en aspectos políticos, religiosos, étnico o de ninguno de esa naturaleza. Les garantizamos, señores, que lo único que queremos es poder tener ese día una verdadera fiesta del fútbol y que le podamos demostrar al mundo entero que a través del fútbol podemos olvidar cualquier diferencia que tengamos. En el fútbol como en cualquier deporte existen partes ganadoras y perdedoras. El 12 de agosto únicamente esperamos que gane el mejor y que podamos todos decir, “que partidazo”.
La contestación es a todas luces vaciada de cualquier respeto y consideración con el pueblo hondureño, una despreciable afrenta a la amistad histórica entre los pueblos de Honduras y Costa Rica y una deplorable ofensa a la moral y la solidaridad. Nunca hubo voluntad de buscar ante la FIFA una posposición del partido porque en cualquier circunstancia lo único que tienen en su prioridad son los intereses del capital que sostiene la estructura del Fútbol llamado profesional, los negocios de las corporaciones y las mafias que están detrás de los torneos, eventos y transacciones futbolísticas de la FIFA y de sus organizaciones dependientes. A los grupos de poder económico y el lobby político que gira en torno al tráfico-FIFA les importa un bledo la realidad política y social que pueda estar viviendo y el sufrimiento de una nación como el que padece hoy en día el pueblo hondureño.
Claro que se involucran en “aspectos políticos” y el hecho fehaciente es que avalaron el encuentro deportivo porque debían corresponder con todos sus compromisos financieros y comerciales con las transnacionales que estaban ganando con el espectáculo; esos consorcios tenían que incrementar sus capitales sin que importara la vida, la seguridad, la integridad y la dignidad de un pueblo sometido a la violación de los derechos humanos, al terror y la represión.
Se realizó un partido de fútbol sobre los cadáveres de docenas de hondureños, en un ambiente de muerte y miedo donde se ha roto el orden constitucional e impera el fascismo. Lo único valedero para las Federaciones involucradas en el presente capítulo de oprobio era garantizar el circo con el que utilizan a masas con los fines perversos del lucro, la acumulación y promover la distracción ideológica y el control de almas ignorantes.
Con ello se concilió con un régimen de facto, se identificaron con la junta inconstitucional y salteadora e incluso pusieron en entredicho la seguridad de la delegación costarricense y contribuyeron a entregar el resultado futbolístico, ya que estamos seguros, el equipo de Costa Rica se presentó atemorizado y tenso por la situación política existente, y cuidado si también se había negociado un marcador para sacarle las castañas del fuego a la dictadura golpista.
Contamos con la información fidedigna que corrobora nuestras afirmaciones, ya que mientras se preparaba y se llevó a cabo el encuentro, en diferentes puntos del territorio de Honduras se realizaban manifestaciones contra el golpe y por la libertad.
Decenas de miles salían a las calles a repudiar a los “gorilettis”, a mostrarle al mundo el decoro de mujeres y hombres honrados y sencillos dispuestos a luchar por sus derechos, la democracia y las transformaciones sociales deplorando el autoritarismo y la tiranía.
Mientras algunos tenían “una verdadera fiesta del fútbol” y propiciaban, como secuaces de las corporaciones mundializadas y del capital negro y sangriento una fiesta que engordaría más aún sus arcas, se convertían en cómplices criminales del derramamiento de sangre.
A lo largo del 12 de agosto se avasallaba con la violencia más vil las expresiones valerosas de la resistencia popular y patriótica hondureña y se les desangraba por calles, avenidas, plazas y caminos de Tegucigalpa, San Pedro de Sula y otras ciudades, comarcas y universidades de Honduras.
Asimismo se violaba por enésima vez la autonomía universitaria y se destruía la integridad humana a manos de los milicos y la maquinaria militar, propagandística y el terrorismo imperialista y de sus testaferros los oligarcas criollos.
Las manifestaciones eran agredidas por antimotines, policía, fuerzas del ejército y paramilitares con cachiporras, granadas químicas y fusilería y, con una brutalidad cada vez más despiadada.
Ambulancias y camiones militares se desplazaban en diversas direcciones llevando heridos y presos que están llenando las mazmorras de establecimientos castrenses, cárceles y campos de concentración. Los reportes indican que la saña con la que se golpea al pueblo que se insurrecciona, quebranta huesos y deforma los rostros de quienes caen en las batallas campales que se están escenificando.
Fuera el terrorismo golpista de Honduras
La resistencia popular hondureña y la solidaridad internacional vencerán
Urge el retorno de Mel Zelaya
La justicia popular será pronta, cumplida e implacable con los usurpadores genocidas y sus cómplices de toda especie.
El régimen de facto y el imperialismo no pasarán
*Integrante del Círculo Bolivariano “Yamileth López”, de Costa Rica