Conoced la verdad y la verdad os hará libres

A los compatriotas que por alguna razón no han podido enterarse de la verdad que la historia ha estado contando desde hace mucho tiempo. Aquí les muestro un extracto de un libro denominado Diario de Girón donde se relatan  hechos acontecidos durante la invasión de bahía de cochinos en la isla de Cuba.

Es un relato hecho por un protagonista de la defensa de la isla, se refiere a hechos de los días 3y 4 de Enero de 1960. Toda información relacionada, con este extracto, la puede conseguir el lector, en el mencionado libro “Diario de Girón”, el cual es vendido por las Librerías del Sur en cualquier ciudad del país. 

El 3 de enero los diarios publicaban íntegramente el discurso de Fidel en la Plaza con motivo de conmemorarse el segundo aniversario de la revolución.

Y mientras esto ocurría, en Washington, el presidente electo, John F. Kennedy, analizaba los problemas urgentes antes de tomar posesión, entre ellos, uno había sido particularmente debatido en la contienda electoral entre Kennedy y Richard M: la revolución cubana.

El 17 y 22 de noviembre, Allen Dulles y Richard Bissel, director y subdirector de la CIA respectivamente, informaron a Kennedy sobre el llamado Proyecto Cuba que se planteaba el objetivo de liquidar la revolución Cubana desde Marzo de 1960. Pero en realidad, ese propósito había comenzado igualmente de forma secreta en los últimos meses de 1958. Aun antes del triunfo revolucionario, que tanto hizo por impedir el gobierno de estados unidos.

Los jefes del espionaje norteamericano informaron al presidente electo del entrenamiento de una brigada de exiliados cubanos en Guatemala para invadir a Cuba, en una operación semejante precisamente a la que había derrocado al gobierno revolucionario Guatemalteco de Jacobo Arbenz en 1954, pero mucho más poderosa.

De acuerdo con los informes de inteligencia suministrado por Dulles, el pueblo Cubano y el propio ejército rebelde manifestaban un amplio repudio por el gobierno revolucionario y se contaba con un levantamiento masivo una vez que se produjera la invasión.

Pero los servicios secretos norteamericanos, a pesar de su sofisticada técnica, poseían un defecto capital: sus agentes y oficiales informaban a los jefes lo que estos querían escuchar, aunque no fuese la realidad. El proyecto Cuba, esquematizado,

Incluía acción paramilitar. Y el segundo aspecto, la propaganda, era tan amplia y generalizada que los propios actores habían llegado  creérsela. Solo hacía falta un empujón para que el pueblo cubano se alzara contra la revolución. Confundían la opinión y el estado de ánimo de la gran burguesía expropiada y sus acólitos, con la opinión del pueblo y el ánimo del pueblo en su totalidad.

Pero si la gigantesca concentración del 2 de enero dejaba lugar a dudas para algunos, la identificación de las masas con Fidel se hizo patente de un modo muy explícito cuando este comenzaba su discurso. Lamentablemente, no solo los espías de la CIA informaban a los jefes lo que estos querían oír. También los periodistas norteamericanos escribían para el pueblo de los Estados Unidos lo que los jefes de la CIA querían leer. Por eso no reflejaron aquellos momentos de un increíble cariño colectivo en la plaza.

Cuando Fidel iba a iniciar sus palabras, comenzó a lloviznar. El pueblo, inmediatamente, olvidándose de su propia salud, exigió: “Que se tape, que se tape.”

Alguien trajo a Fidel una capa accediendo al clamor popular. Pero de repente Fidel dijo que no importaba mojarse y se despojo de la protectora prenda.

Las protestas alcanzaron entonces un nivel ensordecedor:”No, no, no.

“Que se la ponga, que se la ponga, que se la ponga.”

El comandante en jefe insistió diciendo que en momentos, en que todo el pueblo está dispuesto a a dar su vida para defender la causa, no importan unas cuantas goticas de agua encima.

Los presentes aplaudieron esas palabras. Pero no cejaron en su empeño: “que se tape, que se tape.” A Fidel no le quedó más remedio que volverse a poner la capa.

En sus palabras, Fidel alentaba al pueblo e interpretaba sus sentimientos con exactitud: “…El peligro no acobarda al pueblo, lo enardece...” Y reafirmaba la confianza que ya la verdad y las armas se habían encargado de sembrar:…Páralos que defendemos una causa justa la derrota no existe.”

Semanas después en la televisión cubana, Reynolds González, cabecilla de uno  de los grupos de saboteadores, confesaba que el incendio de la tienda por departamentos La Epoca con que termino el año había sido ejecutado por agentes cubanos de la CIA, con fosforo vivo y dinamita gelatinosa suministrada por oficiales de la inteligencia norteamericana bajo la fachada de funcionarios de la embajada de estados unidos. Era parte de un plan que día a día provocaba sensibles bajasen las filas del pueblo y graves daños a la economía del país. Era, como lo denominaban en Washington “una preparación psicológica” para la proyectada invasión de Girón.

Las palabras de Fidel fueron tajantes:

Poner hombres y hacer sabotajes se convirtió en negocio lucrativo y sin riesgos: si no los descubrían, recibían las esplendidas monedas con que la embajada americana paga aquí al terrorismo […]Ahí  hay un enjambre de agentes del servicio central de inteligencia, del FBI y del Pentágono que han estado operando aquí impunemente y esos agentes son los que han dotado a los terroristas de los instrumentos más modernos de destrucción, son los que han abastecido a los terroristas de explosivos de alto poder […] La revolución ha consentido que una plaga de agentes del servicio de inteligencia disfrazados de funcionarios diplomáticos hayan estado aquí conspirando y promoviendo el terrorismo. Pero el gobierno revolucionario ha decidido que antes de 48 horas la embajada de estados unidos no tenga aquí ni un funcionario más de los que nosotros tenemos en estados unidos…

La orden significaba que de más de  trescientos funcionarios, solo debían quedar once.

Unánimemente, la multitud manifestaba espontáneamente: “Que se vayan, que se vayan.”

Al  día siguiente, el gobierno del presidente Eisenhower anunciaba al mundo su decisión de de romper relaciones diplomáticas y consulares con Cuba.


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William Castillo P.


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