Siempre que se
realiza un evento internacional de importantes dimensiones se suele
afirmar que el mismo ha tenido un carácter histórico. Tan manida ha
resultado la frase que casi se ha transformado en un cliché que se
le endosa a cualquier actividad de la política sin mediar un estudio
pormenorizado de antecedentes, conclusiones y resoluciones que pudieran
marcar de manera efectiva un cambio real para que dicho acontecimiento,
tenga de hecho una dimensión especial que lo inscriba en la historia
para siempre.
La reciente reunión
conjunta de jefes de estado y gobierno del Grupo de Río y América
Latina y el Caribe es indudablemente -por sus resultados- el hecho más
importante de la historia diplomática de América Latina y el Caribe
desde la Independencia y los intentos de unidad y federación planeados
por el Libertador Simón Bolívar en 1824.
Presidentes de
diverso pensamiento político y distinta postura ideológica han coincidido
en señalar el carácter histórico de esta cita y salvo casos muy contados
han apostado por dar continuidad en Caracas 2011 y Santiago de Chile
2012 a lo acordado en Playa el Carmen, Quintana Roo, México. Cabe a
Venezuela la tarea suprema de organizar la próxima reunión en la cual
se debería concretar la nueva comunidad.
Antecedentes
Hace 183 años
se reunió convocado por el libertador Simón Bolívar el Congreso
Anfictiónico de Panamá. El Congreso fue citado con la convicción
del Libertador de que “El día que nuestros plenipotenciarios
hagan el canje de sus poderes, se fijará en la historia diplomática
de América una época inmortal. Cuando, después de cien siglos, la
posteridad busque el origen de nuestro derecho público, y recuerden
los pactos que consolidaron su destino, registrarán con respeto los
protocolos del Istmo. En él, encontrarán el plan de las primeras alianzas,
que trazará la marcha de nuestras relaciones con el universo. ¿Qué
será entonces el Istmo de Corinto comparado con el de Panamá?”1
Diversas fueron
las razones por las que el Congreso no llegara a feliz término. No
es ésta la ocasión para debatir acerca de esas condicionantes. Vale
resaltar, sin embargo, que los plenipotenciarios participantes
acordaron dar continuidad al mismo, trasladando la asamblea a
Tacubaya para que ésta siguiera “… reuniéndose ahí periódicamente,
o en cualquier otro punto del territorio mexicano, mientras las circunstancias
no exijan que se varíe a otro lugar que tenga las ventajas de salubridad,
seguridad y buena posición para las comunicaciones con las naciones
de Europa y América”2
Quiso la historia
que se diera cumplimiento a este acuerdo cuando los jefes de Estado
y gobierno de los países de América Latina y el Caribe se reunieran
el pasado 22 de febrero en ese “…otro punto del
territorio mexicano” esta vez en la costa Caribe del Estado de Quintana
Roo para dar continuidad al Congreso de Panamá en lo que se ha dado
en denominar la “Cumbre de la Riviera Maya”.
Esta Cumbre ha
venido a dar por primera vez un giro en la discusión acerca de
la contradicción sobre el cual ha girado la historia de las relaciones
internacionales y de la integración de América a través de estos
casi dos siglos de vida independiente del tutelaje colonial. Estas
ideas antagónica son – por una parte aquellas expuestas por el Presidente
Monroe el 2 de diciembre de 1823, que supone una integración
tutelada y hegemonizada por Estados Unidos, que no se daría a
partir de ideas de igualdad y equidad y que supondría valores como
la competencia en vez de la solidaridad y el poder militar por encima
de la cooperación. Por contario, las ideas bolivarianas manifestadas
por el libertador, ya en 1815 en la Carta de Jamaica, tienen su colofón
en la citada Convocatoria a Congreso de Panamá de 7 de diciembre de
1824 y en las deliberaciones y acuerdos del Congreso, más allá de
que no pudo tener concreción en lo inmediato. Supone un acuerdo
entre partes iguales relacionados por vínculos de fraternidad y cooperación
entre sus pueblos.
Parecía que
las ideas de Bolívar había muerte junto con su desaparición física
en 1830, sin embargo y “a pesar de las presiones, la visión bolivariana
se mantenía activa. Hubo intentos de prolongar las ideas del Congreso
de Panamá, para lo cual algunos países de la región, -sin Estados
Unidos- se reunieron en Lima en 1847-48, otro Congreso americano
se llevó a cabo en Santiago de Chile, en 1864. Muchos pensadores
desde diferentes posiciones y doctrinas se propusieron dar continuidad
a la posibilidad de crear la Patria Grande al sur del Río Bravo. Entre
ellos, vale destacar al argentino-chileno Francisco Bilbao, al uruguayo
José Enrique Rodó, los argentinos Domingo Faustino Sarmiento, Juan
Bautista Alberdi, Juan Manuel de Rosas y Felipe Varela, el puertorriqueño
Eugenio María de Hostos, el hondureño Francisco Morazán, el colombiano
José María Torres Caicedo y José Martí, el apóstol de la Independencia
de Cuba, quienes reivindicaron la idea unionista en nuestro continente.
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La noción de
confederación que Bolívar había diseñado acorde a su tiempo
limitó la convocatoria a las “… repúblicas americanas, antes colonias
españolas…” posteriormente esta idea es completada por Martí cuando
enuncia su concepto de Nuestra América con la definición suprema de
la nueva identidad, ya que la delimita territorial y geográficamente,
descubriendo para la humanidad por primera vez un todo al que pertenecen
las grandes naciones del continente colonizados por las potencias ibéricas
y las islas del Caribe avasalladas durante siglos por Inglaterra, Francia.
Holanda y también por España, “¡Porque ya suena el himno unánime;
la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los
padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado
en el lomo del cóndor, regó el Gran Semí, por las naciones románticas
del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América
nueva!”4
¿Y ahora
qué?
La Cumbre de la Riviera Maya es la concreción –después de casi 200 años- de la idea bolivariana para la integración de Nuestra América. La diferencia de esta reunión respecto de cualquier otra anterior viene dada por varios elementos:
- Es la primera vez que se plantea y concreta crear una organización que incorpore a todos los países y pueblos de Nuestra América sin Estados Unidos.
- La presencia de Brasil y México cambia cuantitativa y cualitativamente el peso mundial de la nueva organización. Las dos potencias subregionales han estado confrontadas a través de la historia en la búsqueda de una subhegemonía regional que respondía al interés estadounidense de evitar a toda costa que lo dos países más extensos, con las mayores poblaciones y economías del continente pudieran tener un consenso que ayudara a la unidad regional.
- La conjunción de la economía de los dos países anteriormente expuestos con el potencial energético de Venezuela y Bolivia crean condiciones para una integración muy poderosa en el concierto internacional.
- Vale recordar que el territorio de los países participantes incorpora las mayores reservas de petróleo, gas, agua, biodiversidad, oxígeno y recursos forestales del mundo.
- La participación de Cuba en una organización en la que no existirá el veto imperial, permitirá recibir una gran contribución y aporte en materia de desarrollo de políticas sociales en materia de educación, salud, deportes y cultura entre otras.
- El ideal bolivariano ha logrado incluso superar barreras ideológicas. La integración va más allá de aquellas diferencias que Bolívar ya enunciaba en la “Carta de Jamaica”. En la Riviera Maya se podía ver incluso a mandatarios de una derecha nacionalista que evidenciaban distancia de aquellos pocos que se asumen como lacayos del imperio.
- Hay un alto valor simbólico. El que haya sido México donde se da continuidad al Congreso de Panamá es muy importante porque significa que nuestros pueblos retoman el hilo de la historia, pero mucho más importante es que esta organización va a tener su acta de nacimiento en Caracas en 2011, año del Bicentenario de la Independencia, en la ciudad cuyo mayor orgullo es ser la cuna del Libertador.
Es evidente que
esta Comunidad de Estados va a tener retos y obstáculos que superar.
Ya se vivieron en la Riviera Maya cuando el presidente de Colombia en
uno de los últimos estertores de su vida política, trató
de sabotear- al igual que Santander hace 180 años- la magna cita.
Estados Unidos, desarrollará una política con todos los instrumentos
coercitivos a su alcance para evitar que esta nueva organización tenga
éxito. Es lo que hizo en el Congreso de Panamá y es lo que ha hecho
durante toda su vida como nación.