Si algo incomoda a la oposición venezolana es que les invadan sus espacios. Aunque lejana ya, es difícil olvidar la actitud de este sector de la sociedad venezolana en los tiempos en los que no permitían que altos funcionarios públicos frecuentaran, por ejemplo, sus comederos. Se hicieron frecuentes los “cacerolazos”, que en algunos lugares se remitían a golpear los vidrios de copas y vasos con los cubiertos, para hacerle saber a los “invasores” que no eran bienvenidos. Donde veían u “olían” a algún chavista iban por él. O por ellos. No importaba el lugar. Cines, salas de teatro, restaurantes, aviones, reuniones de padres y madres de colegios privados…Hasta las playas llegó la persecución facha. Como allí la arena no sonaba a los chavistas se les acorralaba, les hacían rueda: toda una hazaña.
La actitud podía resumirse en esta frase: este es mi espacio y aquí no cabemos todos. Estos compatriotas, contradiciendo la hospitalidad que nos caracteriza con inmigrantes de todos los continentes, un día descubrieron que a quienes no podían tolerar era a sus propios hermanos. La única razón: apoyar al zambo Chávez y a todos los pobres que lo siguen.
Esa misma “sensación” de discriminación se extendió a las redes sociales virtuales. Difícil encontrar un chavista en “feisbuk”. Y es que el chavismo hizo con las redes sociales virtuales lo mismo que hizo con los restaurantes o cines: no ir, autoexcluirse. Pero las herramientas están allí para usarlas y el 28 de abril de 2010 Chávez tomó la más nueva, la más interactiva, la de última moda, por asalto. El hombre del verbo incontenible se lanzó a escribir los 140 caracteres, sólo escribió 123 y descolocó a la contra de aquí y de allá. Con 17 caracteres menos de los permitidos irrumpió en Twitter para beneplácito de unos y molestia de otros. “¡Oh! que osadía. Ese oscuro objeto del odio mayor”, dicen los compatriotas de oposición, “me viene a interrumpir en mi mundito lleno de amiguitos que me escriben lo que yo quiero leer y desde donde voy a hacer mi revolución tecnicolor”.
Twitter es una excelente forma de comunicación. El “la cual aceptó” de hace ocho años y la hojita escrita desde Turiamo nos hablan de para qué sirven algunas herramientas en algunos momentos cruciales. Es necesario quitarse el prurito, la timidez o tal vez el desprecio que algunos, desde la filas del proceso, sienten por el uso de la tecnología. Para producir. Para divertirse. Para avanzar. Para comunicarse. Más allá de resolver problemas el @chavezcandanga debe ser otra vía para informar, para opinar. Se trata sólo de eso.
mechacin@gmail.com
@mercedeschacin