La palabreja populismo está dando mucho juego en los medios. No está claro qué significa, de hecho su acepción no está en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, pero como es algo malo se le endosa a todo lo indeseable. Hace unas semanas observamos cómo el diccionario del periódico El Mundo tenía como primera acepción “Movimiento político ruso de finales del sigloXIX, que aspiraba a la formación de un estado socialista de tipo campesino, contrario a la industrialización occidental”. Ahora, un editorial de El País el 11 de junio, titula “Populismo en auge”, y trata sobre la subida electoral en Holanda de un partido ultraderechista y xenófobo contra inmigrantes y musulmanes. No acaba ahí el asunto, el diario oficial del Vaticano llamó a José Saramago, con motivo de su muerte, “extremista populista”.
En conclusión, que para nuestros medios, populistas son los socialistas rusos, los ultaderechistas holandeses, los escritores críticos con la Iglesia, el gobierno indígena boliviano, pero también el xenófobo europeo que odia a los inmigrantes indígenas latinos. Y por supuesto Chávez, ese lo tiene todo: es socialista, ultraderechista, xenófobo contra los latinoamericanos aunque le acusan de perseguir a las empresas e inversores españoles en Venezuela, y xenófobo contra los musulmanes, pero apoya, dicen, a los fundamentalistas islámicos de Hezboláh.
La idea es que, sea usted de la ideología que sea, no tenga duda de que quienes ellos califican de “populista” es malo. Usted ya no debe preocuparse en pensar nada más.