Golpismo jet set contra Venezuela

The New York Times, incubadora de ideas perversas

El New York Times goza de cierto prestigio, incluso entre algunos periodistas (mercenarios), principalmente porque piensan que paga bien y da currículum la "objetividad" y la "imparcialidad" con que se autoproclama "periodismo creíble". No pocos babean con el sueño de ver sus nombres publicados en ese diario burgués emblemático, poderoso e imperialista, que se hace pasar por "progre" porque juega a expresar, con no pocas ambigüedades "políticamente correctas", la doble moral yanqui que busca escribir una Historia del Mundo a modo para esconder a los muertos generados por el capitalismo y poner a salvo su conciencia… y su propiedad privada, claro. Muchos periodistas ilusionados con ese glamour se equivocan. Por ejemplo: el gran diario "progre" yanqui despide trabajadores de forma escalonada, igual que todos los oligopolios. Distinguir lo que de interesante aporta un medio de información implica también hacer visible lo que de contradictorio tiene. Esta vez contradicciones criminales.

El negocio de la "credibilidad" burguesa. ¿Para qué hacerse pasar por progresistas? "... Especialmente el New York Times y el Washington Post que son llamados, sin pizca de ironía, - por ejemplo el New York Times es conocido como "la izquierda institucional" en, por ejemplo, las más importantes revistas de política exterior - y esto es correcto, lo que no se reconoce es que el rol de la intelectualidad liberal institucional es poner unos límites muy abruptos de hasta dónde puedes llegar: "hasta aquí, pero no más allá"." Noam Chomsky [7] . Es el negocio de la "credibilidad" o la "credibilidad" rentable moderada para cierto consumidor que gusta de las "verdades" pero ligth. ¿Y a esos medios quién les pone el "límite"?

Hacerse "creíbles" es un eufemismo para maquillar la acumulación de poder real en la producción de "opinión pública". Eso tiene valor mercantil y no pocos pagan cualquier cantidad por treparse al carro de lo "creíble" ya sea para vender algo o para afianzar algún cargo público, por elección o por dedazo. Lo creíble es caro en un mercado como el yanqui (y no sólo) donde, poco a poco, todo es descrédito. Eso lo saben los "chef" de la noticia que condimentan diariamente la información para venderla centímetro a centímetro. Un poco de picante tipo denuncia, poco no mucho… un poco de piedad tipo "nadie debe juzgar a los otros"… amarillismo por izquierda pero leve… un poco de erudición tipo enciclopédico… y cálculo político refinado para alargar la nota hasta que suelte todo su jugo financiero. Se deja reposar toda la noche y se sirve por la mañana acompañada de anuncios publicitarios "pertinentes". Hay genios de ese juego bobalicón gracias a que hay compradores analfabetos ante ese manoseo pueril de cada día.

¿Quién le asignó a este diario la tarea mesiánica de velar por la "democracia de otros" cuando con la propia son, por decir lo menos, contemplativos? ¿De cuándo acá The New York Times se desgarra las vestiduras de la "credibilidad", abandona su "neutralidad" mítica y se arroja al campo de las parcialidades huérfano de razón y ansioso de "intervención"… precisamente la intervención que el mundo detesta a estas horas vista la barbarie en Afganistán, Irak, Líbano, Guantánamo…? ¿No será esto demasiado sospechoso… obvio? ¿A quién sirven en realidad estos mass media? No guardaremos silencio porque nos hacemos cómplices.

(*) Dr.
Universidad de la Filosofía
buenabad@gmail.com


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Fernando Buen Abad (*)

Doctor en Filosofía.

 @FBuenAbad

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