La imagen que se proyecta de un país ha sido tradicionalmente el resultado del esfuerzo, el trabajo, la educación y muy especialmente de la actitud de su población para asumir los retos y defensa de sus valores, historia, cultura y tradiciones. Sin embargo no se puede obviar hoy día, la influencia de otros factores, especialmente de tipo mediático que, para favorecer tendencias políticas, intereses económicos o geoestratégicos, juegan al desprestigio y debilitamiento de una Nación y su sistema de gobierno.
Venezuela, un país conocido en el mundo como poseedor de ingentes recursos naturales, energéticos y muy especialmente por la alegría y vocación libertaria de su gente, ha sido en los últimos años blanco de ataques por parte de sectores ultraderechistas, que tratan de torcer la senda democrática y socialista que se ha venido construyendo, con apoyo mayoritario de la población, bajo la premisa integracionista, igualitaria y soberana del ideal bolivariano.
Las elecciones presidenciales realizadas el pasado 7 de octubre, cuyo resultado ratificó de manera contundente y transparente al Presidente Hugo Chávez Frías para conducir al Gobierno Bolivariano en el periodo 2013-2019, desarmó especulaciones y todo tipo de tramas, tejidas desde diversos ámbitos nacionales e internacionales, con la grosera participación de muchos medios de comunicación que se alejaron de toda línea ética y moral.
El efecto causado por la campaña mediática contra el Gobierno Bolivariano, alcanzó a un sector de la población venezolana, afortunadamente minoritario, y en un mayor grado a los venezolanos y venezolanas que residen en el exterior debido, posiblemente, a su desconexión con la realidad nacional y a la exposición, mucho más directa, a los medios internacionales cuyas noticias son casi siempre divorciadas de la verdad y con contenidos tendenciosos, dirigidos a crear opiniones en contra del proyecto socialista que se adelanta en el país suramericano.
Sin embargo, pese a las dificultades y agresiones contra Venezuela y su Gobierno legítimo, el Pueblo demostró un alto nivel de civismo y conciencia política, reflejado en más del 80% de participación de los inscritos en el padrón electoral, que acudieron voluntariamente a ejercer su derecho al voto, confiando plenamente en la eficiencia y transparencia del Consejo Nacional Electoral y en todas las Instituciones del Estado.
La Venezuela que el mundo pudo observar el pasado 7 de octubre de 2012, alegre, entusiasta, solidaria, soberana y poseedora de una democracia participativa y protagónica, seguirá construyendo su destino, que está definitivamente amarrado al bienestar y felicidad de su población. Es la Venezuela de verdad, que esperamos sea defendida y fortalecida por las venezolanas y venezolanos de buena voluntad, sin importar credos, ideología, condición económica o lugar donde se encuentren.