Ahora mismo, me confronto y consumo en un debate muy interno sobre la revolución y la ética periodística. No es un debate de ahora, producto de la soledad periodista que acompaña a Mario Silva y Vladimir Acosta, sino que viene de mucho antes. El debate interno que me consume sin explicación me hace propenso a quedarme con el estribillo de un avieja salsa que nos decía: mentira y por ahí se iba.
Tengo por lo menos unos once años o más, oyendo que nuestros periodistas sin son periodista y que frente a los periodistas agrupados en el Colegio de Periodistas (CNP), que son tarifados y viven postrados a los pies de los dueños de los medios de comunicación; los nuestros son unos valientes, críticos y están a cada momento apostando por la verdad o en el peor de los casos, participando en una investigación para luego salir con la verdad, caiga quien caiga.
Tenía días acudiendo a un buscador para colocar: “Comunicado de Periodista por la verdad y Mario Silva y Vladimir Acosta” y como resultado de esta incesante búsqueda; el buscador me ofrecía noticas que nada tenían que ver con lo que quería encontrar. Salvo algunas y honrosas excepciones; el periodismo revolucionario tiene sus deudas con las fallas o los pocos avances del proceso revolucionario, porque desde mi modesta opinión, su “trabajo” se limita a reproducir exactamente, lo que un alto funcionario del gobierno quiere dar a conocer y no todo lo que deberíamos conocer. El periodismo revolucionario, creo que no aporta valor a agregado para fortalecer la crítica y autocrítica. Suerte que existe Aporrea y ahí se tiene la oportunidad de oír voces.
Nadie me hablo sobre los amigos y amigas periodistas que tenía Mario Silva y Vladimir Acosta. Oí tantas veces en VTV a periodistas, filósofos y opinadores alabar a Mario Silva y calificarlo de gran camarada, que ahora, al oír el espectacular y ruidoso silencio, no tengo otra que decirme muy silenciosamente una palabra de esa vieja salsa que decía: "Mentira, la ra la la"
Oí a muchos periodistas y a filósofos en los medios públicos hablar muy bien de Vladimir Acosta, pero si “google” me mantiene bajo un desespero, es porque realmente los periodistas revolucionarios se han hecho los locos y digamos que no son muy distintos a los que se colocan en el CNP, que según ellos; los periodistas de la contra no son auténticamente periodistas y están para repetir lo que los dueños de los medios decidan. Salvo muy contadas excepciones, uno y otros son como hermanitos gemelos.
¿Qué hubiese querido oír?
Por supuesto, no esperaba como ciudadano, que los periodistas revolucionarios produjeran un pronunciamiento manifestando una solidaridad automática con Mario Silva y Vladimir Acosta. No soñaba con eso, aún cuando guardo lo elogios que le hacían, pero hubiese sido interesante una mentira bien estructurada y en vez de este ruidoso y acomodaticio silencio; los periodistas revolucionarios pudieron haber preparado un comunicado que más o menos dijera así: Ante la situación que confronta el que fue ayer nuestro gran amigo y camarada Mario Silva; los periodistas por la verdad y todos lo periodistas revolucionarios, ya no somos sus camaradas pero estamos abocados a una profunda investigación y una vez culminada este trabajo investigativo, haremos un pronunciamiento sin importar mucho, el caído o los caídos. Habrá un pronunciamiento apegado a la ética y a la verdad. En torno a la “solución” que le ofrecieron a Vladimir Acosta, una vez sacado fuera del aire, expresamos nuestro malestar y le planteamos al gobierno, que la excusa fue burda. Sacar a Vladimir Acosta, para darle cabida a “contenidos informativos”, no parece ser una razón de peso, porque el Vladimir hace precisamente eso, ofrecer “contenidos informativos”.
Haber preparado un “teatro” más o menos en estos términos, se nos ofrecía razones para pensar en un periodismo y los periodistas nuestros eran diferentes a los otros. Salvo las muy pocas excepciones, hay inmensos parecidos entre los nuestros y los otros.
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