Los periódicos salvo excepciones por todos conocidas son armas de guerra que envenenan la cabeza del más pintao si éste no anda mosca.
Puesto que las cadenas de televisión reportan titulares de periódicos valga la pena que los canales televisivos del Estado dispongan desmontar dichos peines exponiendo de manera convincente la verdad.
Nadie parece estar en posesión de toda la verdad, de ahí que el diálogo sea un ejercicio liberador de la verdad siempre que sea asumido con respeto y con tolerancia pero, sin caer en impunidad.
Algunos editores de periódicos que no sirven siquiera para uno limpiarse el ..., delinquen deliberadamente para ganar espacio de opinión; yo creo que hay que aplicarles el ácido tal que les arda el bolsillo, por lo menos, y de paso ponerlos a la sombra hasta que escarmienten.
Sucumbir al chantaje de la libertad de expresión es todavía una debilidad del Estado Venezolano. Hay que profundizar en las comunidades debates tales como la libertad de expresión porque ese es un portaestandarte de la prensa sedicente, pero hay que desmontar ese discurso embaucador.
Decir libertad, sin más, es decir muy poco; un problema de la libertad es, entre otros, que mucha gente y en particular una catajarria de editores no saben qué hacer con la libertad, debidamente; antes por el contrario, ellos se sienten autorizados a confiscar el derecho de opinión del pueblo para sin ton ni son atacar de soslayo a instituciones como el CNE, un viernes y atacar al Ejecutivo Nacional un martes, a la Asamblea Nacional un lunes y así por estilo con los demás poderes, basta seguirles la pista sin exprimir mucho el coco y percatarse del sistemático ataque anti institucional de cada uno de esos pasquines.
Se ve a leguas que la referida prensa conspira articuladamente y que por lo sutil de la estrategia son una peligrosa arma de guerra que apunta a la cabeza de la gente; seguirles el juego y no darles un palo por la cabeza es una debilidad: jugar al gato y al ratón.
Hay que pararles los mochos a tiempo o esto se lo va a llevar el diablo si nos apendejeamos más de lo tolerable.
¡A quien pueda interesar!