¿Epitafio del periodismo venezolano? “Ya no tenemos a quién creerle”

Hay quienes afirman que todo lo que publican o dicen los medios de comunicación es mentira. Pero decir eso también sería una mentira pues para demostrarlo necesitaríamos desmontar cada una de las informaciones, ir a cada fuente y verificar cada dato. De modo que el usuario de medios o las “audiencias”, imposibilitados de constatar la veracidad de esos contenidos sencillamente “creen”, así como creían en aquellos primeros pregoneros que se paraban en las esquinas de la antigua Roma a leer edictos a viva voz, y “cantar” otras noticias de interés para aquella sociedad que, sin saber, estaba asistiendo al nacimiento de lo que hoy conocemos como “periodismo”.

En nuestro diario oficio y desde que el periodismo venezolano empezó a transformarse para convertirse en meramente declarativo por la falta de investigación, confieso que veo TV con una libreta en la mano anotando y sistematizando lo que dicen; ando por la calle tratando de hacer mis propias noticias y, por supuesto, cuando leo periódicos no puedo dejar de analizar títulos, fotos, y hasta lo que parece más inocuo para un lector despistado y confiado: la ubicación de la noticia en la primera plana, su intencionalidad, sus entrelíneas...Las entrelíneas se las dejo a uno de mis admirados escritores, Julio Cortázar, quien con Rayuela (1963) nos regaló dos textos y usted puede leer uno y prescindir del otro “sin remordimiento”. Y es que hemos tenido que aprender a leer entrelíneas lo cual en periodismo no es válido, especialmente desde que la Unesco declaró la información como un derecho humano. Es absolutamente necesario leer de nuevo el Informe MacBride, condenado en 1980 por los Estados Unidos y Gran Bretaña en atención a las recomendaciones que reclamaban un nuevo orden informativo mundial. El periodismo es información, es pasión y vida; pero por encima de todo debe ser verdad, especialmente verdad. Por eso es imperdonable que un estudiante de periodismo cometa plagio, o copia y pegue cosas de wikipedia o de cualquier otro sitio de Internet. Quien haga eso que cambie de carrera y francamente le sugiero, si quiere seguir en el ámbito comunicacional, que compre un kiosco de periódicos y venda noticias comentadas. Seguro le hará menos daño a la humanidad.

Esta mañana leí una noticia en el diario El Universal que me interesó porque se trataba de un informe de la Unesco sobre educación.

Primero me sorprendió el austero espacio concedido a tan importante información, en comparación con otros materiales. Además, habiendo trabajado muchos años en ese medio, sé que generalmente de viernes para sábado se reserva más espacio para los obituarios (una apreciable fuente de ingresos económicos) y cuando éstos no llenan las dos o tres páginas apartadas, entonces es cuando se publican trabajos “fríos”, tan fríos como una morgue, y los tienen allí en el “congelador”, como decimos los periodistas, para tapar esos huecos rápidamente antes de la hora de cierre del periódico, cerca de la medianoche.

Pero es normal que eso ocurra en los medios que cumplen religiosamente con su “agenda setting” y con aquello de publicar sólo lo que les interesa o lo que les conviene.

Ahora bien, lo que me hizo saltar de mi asiento fue la reseña del periodista que realmente hizo gala de una tosca técnica de manipulación, porque mezcló cosas, sin citar fuentes en su información pero afirmando con unas comillas que no se abrieron pero que sí cerraron para dar la idea de haber tomado aquello de algún sitio. Él escribió: “En Venezuela no se evalúa el sistema educativo desde hace 15 años. El déficit de docentes en ciencias y la escasa preparación de los jóvenes, que no superan las pruebas más elementales, son aspectos pendientes".

De inmediato busqué el estudio original en la web oficial de la Unesco y para mi asombro Venezuela no se menciona por ninguna parte.

Por si fuera poco, el periodista ni siquiera se tomó la molestia de leer el informe completo sino apenas la introducción de un resumen ejecutivo que por supuesto, no reflejaba ni remotamente la investigación. Entonces sacó con pinzas algunas afirmaciones y trató de “adecuarlas” a una supuesta situación de mala educación en Venezuela y aquello quedó como si la Unesco hubiese sentenciado que en nuestro país había mala calidad educativa.

Es un pequeño ejemplo de los muchos que encontramos a diario. Cito parte del artículo 4 del Código de Ética del periodista venezolano: “El periodista tiene la verdad como norma irrenunciable (…)”. ¿Se ha convertido la verdad en una ilusión? Cuando las tendencias mundiales del periodismo de investigación siguen el método del mismísimo Karl Popper (incluyendo la fase de falsación) para mayor rigurosidad, nosotros en Venezuela dependemos de las declaraciones de algún fulano experto en algo y con eso nos conformamos. En días pasados alguien decía: “ya no tenemos a quién creerle”, a propósito de las muchas versiones de un suceso registrado el pasado miércoles en la población de Ocumare del Tuy y en las cuales había la misma mezcla de la reseña que hoy nos ocupa. También hubo críticas a los medios del Estado (debemos diferenciar propaganda de información) los cuales, inexplicablemente ni siquiera enviaron reporteros al sitio para constatar los hechos. ¡Oh, Dios! No me hagan decir: “aquí yace el periodismo venezolano”.

“La verdad pura y limpia es el mejor modo de persuadir”, eso dijo Simón Bolívar, El Libertador, a Rafael Urdaneta, prócer de nuestra independencia, en carta fechada el 03 de agosto de 1829. ¿Qué tal si aplicamos eso en nuestro diario hacer, colegas periodistas?

 



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Luisana Colomine

Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.

 @LuisanaC16

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