Desde hace quince años los medios de comunicación privados han ejercido el vacío dejado por los partidos políticos que representaron durante 40 años el bipartidismo en Venezuela, producto del desprestigio en habían caído.
Esto medios se convirtieron poco a poco en la referencia opositora al presidente Chávez, se transformaron en denunciantes de oficio y en un intento por manipular la psiques de las y los venezolanos, en “vendernos la idea” de que estábamos en presencia de un régimen dictatorial que nos quiere llevar a un comunismo come niño y quema iglesias…
La realidad venezolana ha sido manipulada por los medios de comunicación privados, que se ha caracterizado por ocultar cualquier éxito de las políticas públicas que han beneficiado a las grandes mayorías, son extremadamente indiferente ante cualquier noticia que implique la posibilidad cierta que sea algo positivo para las instituciones gubernamentales, pero son implacables ante cualquier problema que se pueda presentar en la patria de Bolívar.
La desinformación es de tal magnitud que por ejemplo ellos jamás dirán que en éste país, tu país y mi país, existe ACAPARAMIENTO, ESPECULACIÓN y CONTRABANDO de productos y bienes de primera necesidad, para esos medios, “su verdad mediática” es que en Venezuela lo que hay es ESCASEZ…
Otro ejemplo, los medios hablan de que se debe desarmar a los colectivos!? y uno se pregunta: ¿la mayoría de los 41 muertos en casi tres meses no eran personas chavistas?...por supuesto en la desinformación no existe la palabra GUARIMBAS, sólo escriben y hablan de “protestas pacíficas” y que debe castigarse a las fuerzas policiales y militares porque son las únicas que han atentado contra los derechos humanos!!
A cada momento en los pocos sitios en donde persisten los terroristas en su accionar de calle, siguen quemando todo tipo de vehículos, pero los grandes medios privados sólo dicen que no hay gasolina en las estaciones de servicios.
La desinformación es la gran asesina de la verdad y los medios de comunicación social privados quieren matar permanentemente a la realidad.
