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Los hombres públicos se exponen a la crítica
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Reapareció Miguel Pérez Pirela, conductor del programa “Cayendo y corriendo”. Aplaudo la recuperación de su salud. Y aplaudo su incorporación al trabajo, frente a su programa por el canal del Estado. Por tercera, y última, vez me refiero al joven filósofo, por este portal. Lo hago porque él, el día jueves, en su primer programa, después de su operación, me aludió en la introducción de su actividad. Pérez Pirela tiene razón. Soy un adulto mayor. Pero mentalmente estoy como una “hojilla”. Y lo más importante no soy revolucionario de nuevo cuño. En internet usted puede encontrar parte de mi historial revolucionario. Utilizo la crítica como una herramienta válida dentro del proceso revolucionario. No es una crítica destructiva. Lo es orientadora o constructiva. Pues, busca que las cosas se hagan mejores. Usted, señor Pérez Pirela es un hombre público. Casi gana le gana las elecciones a Evelyn Trejo, en Maracaibo. Y conduce un programa donde opina, crítica y trata de orientar a sus televidentes. ¿Cierto o no?
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Mis artículos sobre usted en Aporrea
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El primero de ellos lo titulé “Pérez Pirela debería irse a descansar”. Allí digo el por qué mi recomendación. No afirmo que usted es un “mamarracho”, como lo dijo al eludirme, el pasado, jueves. Analicé su programa y concluí que se había convertido en un espacio monótono, repetitivo y propagandístico. Eso es otra cosa. No señalo que usted es un “Mamaracho”. Jamás sería capaz de opinar esa barbaridad de usted, ni siquiera políticamente. La libertad de un conductor de programa radial o televisivo está limitada. Casos emblemáticos: José Domingo Blanco (Mingo), en Globovisión. El “Ciudadano” Leopoldo Castillo, también en Globovisión, así como otros periodistas de ese mismo canal. Vanessa Davies, Mario Silva, entre otros tanto en el Canal 8, como en emisoras de radio. Y así por el estilo, ha sucedió a lo largo de la historia de la radio y la televisión. Quiénes tienen el poder son los dueños de esos medios. Ellos dicen que va o que no va. Así sucede también en los medios escritos. Me pasó más de una vez, cuando ejercí el reporterismo. Así que pensé que habían sacado fuera del aire a su programa “Cayendo y corriendo”.
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¿Raspararon a Miguel Pérez Pirela?
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Así titulé mi segundo artículo. El planteamiento fue otro. Aquí salí en defensa de su persona. Pensé que lo habían sacado del aire. Mucha gente pensó lo mismo. Sin embargo, usted habló que el artículo era una novela. Escribo, corto, claro y raspao. En una novela no se puede hacer eso. Sólo especulé sobre la posibilidad de que hubieses sacado del aire a su programa. ¿Razón? Por lo que usted supuestamente opinó sobre la carta de Giordani y el calificativo que le acuñaron de “traidor”. Nada más. Pregunté: ¿Está raspado Miguel Pérez Pirela? Hasta que no lo confirmen, seguiré pensado que se está recuperando de quebrantos de salud. Eso fue lo que dije.
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¿Para qué sirve la crítica?
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Usted es filósofo. También es revolucionario. Por lo tanto usted sabe mejor que yo para sirve la crítica. Hasta donde yo sé, la crítica constructiva sirve para señalarle los errores a otro, con la idea de que los corrija a tiempo. Mao Tse Tung, afirmaba que “La crítica debe hacerse a tiempo. No hay que dejarse llevar por la mala costumbre de criticar sólo después de consumados los hechos”. Y un anónimo señala: “El objeto de la crítica es dejar al criticado con el sentimiento de que ha recibido una ayuda”. Basado en lo que he aprendí ayer acerca de la crítica, tanto de Marx y Engels, así como de Fidel y del Ché, he venido haciendo críticas a nuestro gobierno y al Presidente Maduro, sin que ello implique que soy un “criticón de oficio”. Ni uno novelador.
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Si lo ofendí le pido disculpas
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Señor Miguel Pérez Pirela: soy un ser humano. Además, como usted dice, un adulto mayor. Muy orgulloso de mis años. En mi larga experiencia he cometido errores. Los cometo ahora. Y los cometeré en el resto de años que me quedan de vida. Pero, aún gozo de una mente lúcida y en constante actividad intelectual. Por eso no tengo ningún tapujo en pedirle perdón por el daño o el malestar que puedo haberle causado. Pero quiero que le quede claro que no fue mi intención. Tal vez, sí, una “tremendura” de un periodista que escribe para un portal como Aporrea. Le deseo mucho éxito en su aparición, después de los días que pasó recuperando su salud. Ya mi esposa que es furibunda fan de usted, está tranquila y gozando un puyero… Y me despido con esta frase: “En la crítica seré valiente, severo y absolutamente justo con amigos y enemigos. Nada cambiará este propósito”. (Edgar Allan Poe)… Chao. ¡Volveré!