Cuando personajes de la farándula opinan sobre el acontecer económico o político, dicen cada vaina, que deja boquiabierto hasta el lector más avisado. Resulta que la vetusta actriz venezolana, Flor Núñez, en declaración a la estrella gris del periodismo anglosajón: Ismael Cala, en su programa de entrevistas transmitido por CNN, el pasado jueves 02 de octubre, dijo que “la muerte de ese diputado no le sorprende por los niveles de violencia que vive el país”, y que está segura “que así en la forma como lo mataron, puede morir cualquier padre de familia en Venezuela”; mi asombro en cuanto a sus palabras no era mayor cosa, producto de su insensibilidad, ¿qué podemos esperar de un ser que no respeta al prójimo, ni ama su patria? Sin embargo la cara de felicidad de ese fablistán -por la respuesta de la entrevistada- daba cuenta del trabajo sucio y antibolivariano que lleva adelante a través del libreto impuesto por los creadores de la guerra de cuarta generación, que desde la CIA elaboran.
Volviendo a la niña Flor, su discurso se centraba en lo que a la actriz le espera ya que va de salida, pero así no desperdiciaba la oportunidad para hablar mal del Gobierno revolucionario, ni de la gestión administrativa liderada por mi presidente, Nicolás Maduro, es más, recordó con lágrima en los ojos y voz quebradiza la muerte de su compañera de labores Mónica Spear y su esposo, señalando que esa “si fue una muerte lamentable” y cuando Cala le inquiría sobre el asesinato de Robert Serra y su compañera de vida; María Herrera; las lágrimas se las secaba y la apesadumbrada voz se convertía en ronca y garbosa. Sin ánimo de ser exagerado, a la Núñez le brillaban los ojos como si le entrara un aire fresco de la sabana, por el hecho que hayan asesinado al joven parlamentario, aun cuando no lo dijo abiertamente, dejó colar la posibilidad que el homicidio de Serra obedece a un ajuste de cuentas o a un pase de factura de los colectivos, incluso a la mala vibra que él daba durante el solsticio de septiembre, por lo que los babalaos echaron manos de su cuerpo y alma; una vaina que uno que dice: coño, esta mujer esta enferma del espíritu.
La entrevista era una apología a la desgracia de haber nacido en Venezuela y de tener a un presidente obrero como Nicolás Maduro, porque cuando no era Flor Núñez que vaciaba su odio y amargura contra todo lo que represente el chavismo, era Ismael Cala que insistía en la calamidad de ser bolivariano, o sentirse hijo de Bolívar; sobre este aspecto es fácil de entenderlo y tienen que ser así, ya que Cala siendo cubano, no se siente caribeño, ni hijo de la patria grande, él reniega de su ciudadanía, maldice haber nacido de piel oscura y por ello asume de manera alienante a los Estados Unidos como su país natal. Bueno ese peo es de él; pero algo si me gustaría, para sacudirme esta mala nota, que los venezolanos que son faranduleros, artistas, músicos, en fin, cuando viajen al exterior, no hablen mal de mi país, Venezuela, expresen amor y nacionalismo, así evitarán quedar como unos palurdos, por no decir otra cosa, como quedaron Chino y Nacho por no saberse la letra del Gloria al Bravo Pueblo.