En el gobierno de Brasil han comenzado a preocuparse por el poder corporativo y monopólico de los medios de comunicación. Esa no fue una cuestión central durante los dos gobiernos de Inacio "lula" da Silva, tampoco en el primer período de su sucesora Dilma Roussef.
Ambos se conformaron con un sisema de medios que los dejaba actuar sin mayores contratiempos, sin dejar de criticarlos por aspectos secundarios de la política nacional o internacional.
En buena medida, esta sospechosa armonía se debió a que las decisiones más importantes de los tres primeros gobiernos lulistas, noafectaron en nada importante a los dueños del poder económico y financiero de ese país-continente.
Al contrario, casi todas las políticas públicas aplicadas a la economìa, el Estado, la sociedad y el consumo, incluso las decisiones tomadas por los gobiernos de Lula y Dilma en los organismos internacionales, especialmente dentro de la Organización Mundial de Comercio y el Mercosur, beneficiaron a los grandes monopolios industriales, comerciales y financierons de la economía.
Dentro de ese conglomerado de grandes firmas nacionales e internacionales, que controlan la economía brasileña, están las grandes empresas de medios, como O Globo, dueña de alrededor del 70% del sistema de medios, sobre todo en el área radio-televisivo.
El Grupo Globo es el 2º conglomerado de medios de comunicación más grande del mundo. Dentro de América latina es la más grande red de televisión, visto a veces por más de 185 millones de personas en un solo día, una cobertura solo comparable a la del canal norteamericano ABC.
La Rede Globo cerró el año de 2012 con una renta de 12 mil millones de reales, un aumento de aproximadamente 10%, porcentaje sorprendente en el ranking de ganancias privadas en cualquier sistema de medios del planeta. Ese año se conirtió en la segunda mayor televisión en el mundo. Medido por su capacidad de capital y renta, Globo es el vigésimo quinto grupo de multimedia más grande en el mundo, con 4.426 mil millones de euros, o sea, siete posiciones por encima de su rival Televisa, de México, que ganó 3 620 mil millones de euros en 2011.
Las buenas relaciones entre este inmenso poder privado monopólico con el gobierno, parece estar llegando a su fin. Para algunos, como el ministro de Comunicaciones de Brasil, ese divorcio ya llegó.
Ese es el mensaje de su declaración reciente, “Vamos a fomentar el debate para la regulación de los medios”, publicada en una entrevista hecha por Eduardo Maretti y Paulo Donizetti de Souza en la agencia argentina Nodal.com.
El ministro aseguró que este punto será parte central de la agenda gubernamental del año en curso, algo que no estaba previsto hace apenas un año. ¿Qué pasó? ¿Por qué cambió la política de medios del gobierno de Dilma?
Debajo de la hojarasca de informaciones y versiones superficiales, están tres hechos que obligaron a cambiar al gobierno.
El primero es que O Globo también decidió modificar su conducta comprensiva y desde el año pasado se parece más al Grupo Clarín, de Argentina, que al Grupo Globo del Brasl de hace dos años. O Globo utilizó la genuina movilización del año pasado en la que se reclamaron demandas para un sector de la juventud, en una marcha opositora. Para ello acudió a los mismos recursos de mentiras, exageraciones, extrapolaciones y manipulación de imágenes, usadas en países como Venezuela, Ecuador, Bolivia o Argentina, para demonizar al gobierno o a algunos de sus funcionarios.
El segundo hecho, es que O Globo decidió acompañar al Departamento de Estado en su orientación geopolítica actual, de modificar a corto plazo, por medios alternos al voto cuando este no es suficiente, a los gobiernos que decidieron no obedecer sus mandatos. El Grupo Globo está muy molesto por la estrecha relacion de Dilma y Lula con los gobiernos de Maduro en Venezuela, Raúl Castro en Cuba, Evo en Bolivia, Correa en Ecuador y con el de Cristina Fernández en Argentina.
Esta molestia se refleja cada día en los noticieros y programas de opinión de la cadena televisiva. Por ejemplo, haciendo una campaña siniestra contra la sola idea de que el sistema medios sea regulado por ley, algo semejante a lo que vivimos en cada uno de los países mencionados. Y como en resto de los casos, Globo usa el derecho constitucional a la libre expresión, como trampa ideológica para impedir que el Estado regule su mercancía mediática, como lo hace cualquier Estado serio del mundo, con cualquier producto de consumo masivo.
Y en tercer lugar apareción el asunto Petrobras, un escándalo por hechos de corrupción privada y pública, donde el Grupo Globo juega a favor del lado privado en el escándalo, ocultando que los hechos involucran a personajes de ambos sectores.
Un poco bastante tarde para una disputa de poder que comenzó hace una década en nuestro continente. A estas alturas ya se han reformado las leyes del sector en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua y Argentina.
A pesar de las tentaciones inevitables al exceso estatista en esas reformas, lo cierto es que han constituido un avance parcial frente al dominio omnímodo de los monopolios nacionales e imperialistas de medios.
Un poco bastante tarde, ojalá y sirva para que los movimientos sociales construyan su propio sistema de medios.