Nunca entenderé como un medio de comunicación que nació en Venezuela, su directiva está integrada por venezolanos y su radio de acción es el “territorio venezolano”, escriba contra los intereses del país. Tampoco entiendo como la sed de poder y las ansias de tener dinero influyan en la editorial de medio impreso alguno, antes que el nacionalismo o el amor por la patria prive sobre la publicación misma, ustedes dirán: Cruz Mario sí el iluso, pero realmente no lo soy; por qué venderle el alma al Diablo -como lo hizo Judas, a los otros Judas- por qué hacerle el juego a los enemigos del suelo patrio -como lo han hecho los personajes de la Mesa de la Ultra Derecha, MUD- y por qué no teniendo amor por Venezuela, se rasgan las vestiduras -como por ejemplo Capriles Radonski y El Nacional- sí todos los bolivarianos y revolucionarios sabemos que son capaces de cambiar a sus mamás por una burra.

El hecho que El Nacional apunte sus baterías contra el gobierno de mi presidente Nicolás Maduro, no me sorprende; que desvirtúen, tergiversen o descontextualicen el hecho noticioso del sector oficial, tampoco me sorprende; pero lo que si me molesta y me saca de las casillas, es ver como El Nacional, que un grupo de periodistas chavistas lo rebautizamos y lo nombramos: El Transnacional, por atacar al Gobierno, destruye al Estado, por colocar en tela de juicio el desempeño del ejecutivo, en aras de rescatar lo que históricamente pertenece al territorio venezolano, como lo es la Guayana Esequiba, es capaz de traicionar a la patria.

En lo que si estamos claros, es que los dueños de El Transnacional no siente amor por Venezuela y no respetan a sus lectores -no hablemos de los “colegas periodistas” que allí laboran, quienes deben pronunciarse contra la flagrante violación de los primero 18 artículos de la Carta Magna, debido a que o hacen caso o los botan.

También estamos claros que la condición venezolana de los dueños de El Transnacional, no procede y no aplica, en el entendido que ellos nacieron en la tierra de Bolívar por un error de la naturaleza, por una mala jugada de la vida o por esos embates de la historia. Esto me recuerda la actuación de la nómina mayor de la Pdvsa del 2002, quienes se desnacionalizaron y se desconectaron de la realidad, lo que los llevó a respaldar un paro cínico y un golpe de Estado a favor de los intereses del gobierno de George W. Bush y de la nación más sedienta de hidrocarburos: EEUU. En esa onda de recordar, recuerdo cuando estudiaba cuarto año de bachillerato (1982), en el Mario Briceño Iragorry -Barquisimeto- y formaba parte del Club de Periodismo de ese aquilatado liceo, en un recorrido que hicimos por los talleres y por la redacción de El Impulso, de la mano del entonces director: Gustavo Carmona, él comentó: “yo soy de los que piensa que el Esequibo ya lo perdimos” y sus palabras obedecían a una pregunta que le formulé, debido a un hermoso mapa de Venezuela pegado en la pared de la sala de redacción, en la que se mostraba el territorio en reclamación, en un color grisáceo muy opaco.

Hoy, 32 años después, entiendo que quienes han debido hacer patria, a través de las páginas de los periódicos y desde sus puestos de trabajo, solo voltearon la vista y se hicieron los locos; los primeros -dueños de medios- no les importaba y no les importa los intereses venezolanos y los segundos -los políticos de la cuarta república- solo les importaba y aún es así, sus intereses y sus negocios.

Con esto espero que ningún medio -audiovisual, electrónico o impreso- venezolano, aunque esté domiciliado en otra nación, se le ocurra publicar una nota de prensa, editorial o cualquier otro género periodístico a favor del despojo que nos ha hecho Guyana y los imperios de turno, por desacreditar -nacional e internacionalmente- al presidente Nicolás Maduro; así como hacerse eco de materiales tendenciosos contra la integridad territorial venezolana, por el solo hecho de lograr dádivas o migajas de las transnacionales petroleras, turística, de bienes raíces, cinematográficas o de transporte.

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El autor es: Representante de Periodista por la Verdad, miembro del Frente de Comunicadores Socialistas y de la Plataforma de Periodistas Socialistas en el estado Portuguesa.