Cuando se inventa la televisión el modo de informar cambia por completo. En los últimos años esa pantalla mágica no ha hecho otra cosa que consolidarse en el ambiente periodístico, en consecuencia en el político. Muchos afirman que si la televisión no transmite el discurso de Rafael Caldera luego de la intentona golpista del actual presidente, jamás hubiese regresado a Miraflores como presidente. Incluso, muchos afirmaron que si la televisión no transmite la frase “Por ahora” de Chavez en su intento por derrocar al gobierno de Carlos Andrés Pérez, tampoco hubiese llegado a Miraflores en su primera candidatura. Puede ser una media verdad, no obstante, la otra cara de la moneda es que en los últimos años podemos ver si no el ocaso, la transformación de la realidad mediática ya no dominada por la televisión. Las nuevas generaciones nacidas no solo con la imagen sino con la multimedia, encuentran en internet espacios más fascinantes que la televisión. Y en política, la audiencia ya no es tan ingenua, conoce nuevos conceptos y sabe cómo se manipula a través de mensajes audiovisuales. Es curioso que la página www.aporrea.org sea una referencia informativa para los seguidores del presidente Chávez. También es curioso que la información sobre Irak y los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, tengan mayor pluralidad, objetividad y por ende consumidores en internet que en la televisión. No quiere decir que la internet haya desplazado la T.V, quizás lleve más tiempo. En todo caso, la política en Venezuela cambió para siempre por muchos factores, entre ellos, el consumo de imágenes audiovisuales y sus respectivos contenidos políticos.
Las imágenes de los hombres que disparaban desde el puente Llaguno durante el golpe de estado, dejó al descubierto la manipulación periodística y desmoronó la credibilidad o preferencia informativa en la pantalla chica. Globovisión es un ejemplo de cómo puede llegarse a la autodestrucción por tener un concepto anacrónico del poder audiovisual. Y precisamente son los políticos quienes más creen en dicho poder, repitiendo con pereza intelectual que una imagen vale más que mil palabras, pero ¿qué palabras, cuál significado?
Para algunos políticos es desconcertante que teniendo todo el apoyo de canales privados audiovisuales, su aceptación en la calle no se corresponda con su presencia mediática. Te ve todo el mundo, te escucha todo el mundo, pero no te creen ¿cómo puede ser eso?. Alguien pudiera alegar que no es tan sencillo, pues la inversión en televisión para comerciales políticos se ha incrementado, incluso con programas de televisión. Y en ese instante la oposición se levantó para denunciar la omnipresencia del presidente Chavez en los medios audiovisuales del Estado. Algo parecido al ex presidente de Italia, quien no sólo aparecía sino que además era el dueño, con la diferencia de que no funcionó la teoría en el caso europeo. Quizás por ello, RCTV arrugó a última hora y no quiso comprometer más la concesión otorgada por el Gobierno y dejó hablando solo a Pablo Medina. ¿Sólo por qué?, pues porque si no estaba en vivo en TV nadie lo escucharía, ni siquiera los presentes en su patético discurso. Ay televisión, cuánto han abusado de ti, cuantos obesos te han endilgado los psicólogos, cuantos políticos desconocen su muerte por la ilusión de tu espejo. Pierdes poder en la política y tu chantaje se descubre en una imagen, una palabra, un segundo de fama. Quizás sea hora de tomarnos en serio el poder de la imagen, que por ser poder, en malas manos se autodestruye.
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