Alborotado el cotarro latino de todas las Putas de los Medios: despelucadas, apajaradas, tuertas y cambembas, todas a una atacando a Venezuela por lo de RCTV: noticias de Caracol Televisión, de Colombia; Televisión Nacional, de Chile; Monte Carlos TV, de Uruguay; Ecuavisa, de Ecuador; Televisión Federal S.A. y Telefe, de Argentina; y ATV, de Perú. Y el monocorde sonsonete es: "La intolerancia del Gobierno venezolano frente a quienes ejercen una actitud crítica de la gestión estatal no puede traducirse en medidas de presión ni de represión, que resultan violatorias de la Convención Americana de Derechos Humanos". El mundo está hecho trizas, desintegrado humana y moralmente, pero viene el imbécil Ian James y proclama en El Nuevo Herald “El afán de poder de Chávez divide a los venezolanos”. Este perro de la SIP, con algo de dinerito que le recogió en Venezuela Marcel Granier, ha estado en nuestro país para abultar la campaña mundial contra el Presidente. La gusanera vibra, truena, se ensancha y ansía traspasar los linderos bulliciosos de su Miami, porque jamás pensaron que después de Fidel pudiera aparecer otro ogro igual o parecido. Fidel para ellos es una maldición casi bíblica, pero cómo podía caberles en la cabeza que podría surgir otro monstruo igual. Gusanos como Robert Alonso y su hermana Conchita quienes habían huido de Cuba a Venezuela, les ha tocado salir en volandas para Miami. Otros que habían salido para Ecuador o Bolivia ya están preparando sus maletas para hacer lo mismo que los Alonso. ¿De dónde surge toda esta “locura”, cuando para ellos nosotros debíamos emular lo que hacen los gringos que son tan prósperos, tan filántropos, generosos, organizados, avanzados y talentosos? ¿Por qué, si llevamos siglos tratando de imitar a los gringos, y ellos ayudándonos con supremo afán, lo que se está levantando en el hemisferio es una verdadera sublevación contra esa mano maldita que nos trata de “ayudar”? ¿Por qué ocurre eso, ambivalentes y robustos robocops mayameros? ¿Por qué?
El imbécil de Ian James cree que a Chávez le viene de manera gratuita y vulgar, y así lo escribe, “muchas cosas que le envidiarían otros mandatarios: apoyo popular, una oposición aislada, el Congreso de su lado y otro mandato de seis años para hacer lo que quiera”, y adornan el artículo con una caricatura en la que Chávez aparece como Nerón. Si Chávez fuese ambiguo y débil como Felipe Calderón, o como Alan García, jamás se le ocurriría catalogarlo de Nerón. Pero no olvidemos que Bolívar mismo fue catalogado por Henry Clay, Secretario de Estado de los Estados Unidos, por el diplomático Anderson radicado en Bogotá y William Tudor, cónsul de los EE UU ante el Gobierno del Perú, como loco, déspota de corazón y hombre muy peligroso para la paz del hemisferio. Fue William Tudor quien en 1827 incitó y coordinó la sublevación de José Bustamante contra Bolívar en el Perú. El cerdo de Tudor expresó: “La esperanza de que los proyectos de Bolívar están ahora efectivamente destruidos, es una de las más consoladoras. Esto no es motivo de felicitación en lo relativo a la América del Sur, liberada de un despotismo militar y de proyectos de insaciable ambición que habría consumido todos sus recursos, sino que también los Estados Unidos se ven aliviados de un enemigo peligroso en el futuro... si hubiera triunfado estoy persuadido de que habríamos sufrido su animosidad...[1]” ¿Pueden entender esto, el imbécil Ian James y todos los miserables de El Nuevo Herald?
[1] Ut supra, pág. 198.
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