En el oficio periodístico es legítimo y usual hacer entrevistas de las cuales luego, para la redacción final de la nota informativa, sólo se seleccionan puntuales fragmentos.
Naturalmente, la compleja tarea de escoger citas y editar enfoques, presupone un extremo cuidado por parte del comunicador para insertarlos en el texto que elabore, ya que no debe tender a la confusión ni a cambiar el sentido o el significado que el entrevistado dio a su declaración.
Este sábado se publicó una nota periodística[1], firmada por el corresponsal de la «Voz de América» en Maracaibo, en la que insertó algunas frases e ideas tomadas de las respuestas que le di hace tres días a sus preguntas, pero, lamentablemente, en la casi totalidad de los casos se tiende a la confusión o se cambia el sentido y el significado de lo expresado.
Para evitar cualquier uso incorrecto –interesadamente o no– de esa edición, quien lo desee podrá leer de inmediato las interrogantes realizadas por el periodista y las respuestas íntegras a éstas, ofrecidas con criterios y puntos de vista personales:
Gustavo Ocando Alex (GOA): El presidente Maduro ha criticado a voceros del PCV por presuntamente formar parte de una «izquierda trasnochada». ¿Qué opina de estas expresiones? ¿Reflejan una ruptura de la alianza del madurismo con los comunistas venezolanos?
Carlos Aquino (CA): Recientemente, además, también habló de «una izquierda derrotada, fracasada, cobarde frente al imperialismo», que ataca a su gestión y al supuesto «modelo bolivariano exitoso».
Cuando el presidente Maduro hace un ataque político público al PCV o a alguno de sus voceros, así como ocurría con su antecesor y mentor, no tardan en salir quienes los reproducen y amplifican, para ganar méritos y visibilidad ante «el jefe», porque es la práctica que durante más de dos décadas ha servido para subir en escaños y consolidar posiciones en un régimen que únicamente distingue entre «leales» y «traidores».
El chavismo –sea «madurista», «antimadurista», «diosdadista», «radical» o «auténtico»–, es esencialmente hegemonista, autoritario e impositivo, ya que sólo acepta obediencia y sumisión de sus «aliados».
Históricamente, el interés del propio Hugo Chávez hacia el PCV se basó en un utilitarismo pragmático, para atraer a un sector de la izquierda que había perdido gran parte de su influencia de masas y con el que siempre discrepó ideológicamente, pero que soportaba por la trayectoria de sus siglas y porque ayudaba a limpiarle la imagen militarista que arrastraba.
Por eso, más allá de dirigentes coyunturales, con sus sombras y sus luces, los comunistas venezolanos reivindicamos la historia de luchas, principios fundacionales y objetivos estratégicos del PCV, porque es ahí –y no en el reformista proyecto chavista– en donde se encuentran las claves para el futuro de nuestro país.
.
GOA: ¿Qué pierde Maduro al alejarse del PCV y aliados de la izquierda, a su juicio?
CA: En primer lugar, al sumar referenciales desprendimientos a los producidos durante los últimos tres lustros en la «alianza» oficialista, pierde la posibilidad de seguir mostrando la quimérica imagen de la «revolución bolivariana» y su «socialismo» como catalizadores y amalgamadores de la izquierda venezolana.
De esta manera, también se abre otro frente de batalla política para el Gobierno, enfrentando a sectores antimaduristas que evocan la gestión de Chávez y que aspiran a agrupar las bases descontentas del chavismo. Así pierde tiempo, esfuerzos y recursos que debería dedicar a solventar los sensibles y cotidianos problemas que aquejan a la población.
El impacto a nivel mundial no es muy significativo. A finales de la década de los noventa y a principios del siglo XXI, las posiciones y actuaciones del PCV ayudaron para legitimar ampliamente a Chávez ante el movimiento antiimperialista internacional, lo cual fue inteligentemente aprovechado por la dirigencia «bolivariana» para posicionar su «revolución» y crear mecanismos propios de articulación y relaciones directas, requiriendo cada vez menos del PCV.
En todo caso, Maduro pierde unos factores que, en mayor o menor medida, podían darle a su Gobierno aunque sea algunas pinceladas de cierto tinte «revolucionario».
GOA: ¿El PCV está definitivamente alejado del gobierno nacional? ¿Hay posibilidad de reconciliación?
CA: Aunque no se proclaman como de «oposición», las declaraciones y posiciones asumidas por la dirección del PCV muestran un claro e inequívoco distanciamiento del Gobierno nacional encabezado por Maduro, señalando a su gestión como antipopular y –con no poca ligereza– neoliberal, y exigiéndole retomar las políticas gubernamentales de Chávez.
La torpe y errática reacción de connotados voceros del Gobierno-PSUV ha tendido a la radicalización de posiciones y a incrementar ese distanciamiento, sin embargo no le ha servido a la dirección pecevista para su línea de agrupar las bases descontentas del chavismo, dado los pésimos resultados electorales obtenidos en las parlamentarias 2020 y las regionales 2021.
Lo que muchos no han terminado de entender es que, más allá de discursos y demagogia, durante los finales 40 años de la mal llamada «cuarta República», los 14 años de la presidencia de Chávez y los casi nueve años de Maduro, el poder en Venezuela ha estado trasladándose de las manos de un sector de la burguesía a otro, sin modificarse en lo fundamental el modelo capitalista ni el sistema de democracia representativa formal.
De todas maneras, una «reconciliación» que implique regresar al estatus anterior de relación en el que el PCV apoyaba –por acción u omisión– la casi totalidad de las decisiones de Miraflores, es poco probable, ya que los dirigentes pecevistas también tienen la presión de dar a las bases del partido cierta imagen de autonomía y fuerza, para intentar mantener una legitimidad que asegure su continuidad.
GOA: ¿El PCV se inclina hoy por qué camino político para zanjar la crisis venezolana? Se habló del posible apoyo del partido a un revocatorio contra Maduro.
CA: Por una parte, la línea planteada por la dirección pecevista se basa en lo que llama «medidas revolucionarias», que, quitándole la fraseología decorativa, no es mucho más que la exaltación de «el legado» de Chávez y la pretensión de reeditar su gestión presidencial.
Según esta concepción, la crisis económica, social y moral de Venezuela, así como la tendencia autoritaria y el consecuencial uso abusivo de las instituciones del Estado, no empezó con «el Comandante» sino con su delfín, Maduro, y a raíz de que éste no prosiguió las políticas de su antecesor, las cuales, además de dispendiosas e improvisadas, sólo eran costeables con ingentes ingresos de petrodólares.
En este sentido, oficialmente el PCV continúa apostando por la polarización «chavismo-antichavismo», en la creencia de que es la verdadera contradicción de la sociedad venezolana, por lo cual propone un camino político que puede definirse como «chavismo antimadurista», el que, naturalmente, no tiene las mínimas condiciones para zanjar la grave crisis que sufre el país.
La dirección pecevista ha negado públicamente cualquier alianza con sectores de la oposición de derecha, que son los propulsores del revocatorio, de ahí que evitara pronunciarse a favor, aunque simultáneamente, en su enfrentamiento contra el gobierno de Maduro, en la práctica se convirtió en caja de resonancia para los representantes de la oposición en el Consejo Nacional Electoral (CNE) e incluso ha colaborado con la Unión Europea en la elaboración de expedientes contra Venezuela.
No es de extrañar que a lo interno del PCV también haya una crisis en gestación, que se zanjará mediante la resolución de una disyuntiva histórica entre la corriente chavista entronizada en su dirección y la opción de la reconstrucción revolucionaria del PCV.
* * * * *
[1] Voz de América, «Maduro rompe con un sector de la izquierda y se arriesga a una "gran alianza" en contra», 19 de febrero de 2022.