Una de las particularidades de un segmento de la oposición consiste en su capacidad para imaginar cosas monstruosas del gobierno bolivariano. Muchos de ellos llevan más de ocho años convencidos de que les robarán a los chamos, les pintarán las puertas de sus casas con la palabra "opositor" y marcarán sus brazos para identificarlos, los fusilarán sin juicio, etc. Claro, el tiempo pasa y ninguna de sus apocalípticas predicciones se cumple, generando confusión y desorientación en sus imaginativas mentes.
Muchas veces argumentan como si estuvieran frustrados y desilusionados con el proceso que lleva adelante Venezuela, no por las monstruosidades y asesinatos en masa que se supone lleva a cabo, sino precisamente porque no lo hace. Se obstinan porque el gobierno no se muestra tan monstruoso y degenerado como les cuentan en televisión. "¿Por qué no pasa lo que está pasando?" parecen preguntarse a sí mismos, desafiando todas las leyes de la lógica y hasta de la gramática.
Por ejemplo, si sale el tema de la no renovación de RCTV al debate, argumentarán acalorados que por qué entonces el gobierno no cierra a sangre y fuego Venevisión y Televen y Globovisión y prohíbe el cable, y etcétera. Uno les replica "No entiendo, ¿así estarías más contento?" y la respuesta desarma cualquier intento de seguir razonando: "Sí, estaría más contento" (este diálogo es verídico, lo crean o no me sucedió, y quedé tan desconcertado que no me quedó más remedio que cambiar de tema para recuperarme del shock).
Un ser humano razonable lo primero que se plantearía en estas circunstancias -después de ocho años de visiones agoreras que nunca se cumplen- sería "bueno, quizá es que este gobierno, aunque siga sin gustarme, no es la gárgola comeniños que me enseñan en televisión. Puedo estar muy en desacuerdo con sus políticas, pero a lo mejor la comparación con Hitler, Stalin o Pol Pot es un disparate".
Sin embargo, no se decantan por esa opción, no se inclinan por una oposición razonada -oposición que por supuesto tiene motivos (y necesidad) de desarrollarse, por el bien de Venezuela- si no que se arrechan aún más con el gobierno, piensan que sigue siendo monstruoso, sí, pero lo que ocurre es que no tiene valor de llevar adelante sus políticas devastadoras. El gobierno bolivariano, según ellos, es una especie de Atila pero en versión 'tímida', que quiere arrasar todo el pasto bajo sus pies, pero le faltan agallas para hacerlo. Y es entonces cuando estas personas se ofuscan y, mientras palpan sus bolsillos en busca de un Valium, exclaman para sí mismas:
"¡Además de monstruos... cobardes!"
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