Te admiro, pana. Siempre me ha asombrado ese espécimen de escritor que un día como hoy defiende los Derechos Humanos, y mañana, pasado mañana o dentro de tres horas se rasgan las vestiduras y con el furor del converso más impecable hacen apología del "daño colateral inevitable como respuesta contundente y amargamente necesaria al repudiable terrorismo islámico" para negar que la base Delta de Guantánamo sea un centro de tortura ante el que la ONU, la OEA y tú se hacen de la vista gorda. ¡Genial!
El domingo 9 de abril escribiste en el Diario El Nazi-onal un artículo en el que te burlabas de los europeos que venían a hacer turismo político a este "continente confuso"-que empieza al sur del Río Grande y concluye en la Patagonia- a refocilarse con la tan –por ti- odiada y despreciada Revolución Bolivariana que lo sacude, acusándolos de ingenuos por "tomarse demasiado en serio el realismo mágico" de García Márquez. Este humilde y pergeñador de cuartillas digitales tuvo lo osadía de responderte con cierta agresividad –sí, lo reconozco- por Aporrea.org con los pobres argumentos que destilan las uvas de la ira. Además, lo hizo con no poca alevosía, a sabiendas que tú no te rebajas posando tus cultos ojos arios en webs que emitan tufos populares y/o comunistas. Pero así somos los meridionales confusos: apasionados, tropicales, poco flemáticos y adictos a la defensa incondicional de nuestras libertades y soberanías. Más no quise fablarle en román paladino, ca non so tan letrado per fer otro latino", así que perdone mi ignorancia supina.
Aceptamos que te burles de esos europeos que aplauden "revoluciones exóticas" aunque hayan venido para constatar o rechazar in situ lo que los palangristas de intelecto como tú cuentan de una "dictadura" específica como ésta que la aristocracia cultural llama "chavista", para luego regresar a contar en sus países de origen lo que realmente sucede en la patria de Bolívar. Lo que despertó mi malestar y reacción agresiva fue tu referencia despectiva a esa visión de nuestra otredad -bautizada como "realismo mágico" por la meritocracia de la crítica literaria- que Gabriel García Márquez hizo patente en casi todos sus libros. Claro que tú no te dignaste a responderme públicamente porque eso sería rebajarte al debate con un "pobre tinterillo" como yo, según como corresponde a los grandes –y premiados- consagrados del oficio. Craso error hubiera sido darle a los que consideras cerdos maná y ambrosía de tu celeste olimpo. Lo extraño es que al día siguiente recibí en mi dirección electrónica una feroz respuesta a mi osadía, de un supuesto admirador o fan tuyo, que me causó un seísmo emocional al ver el sagrado furor que lo movía en tu defensa. ¿Su firma?
Una universalmente conocida: Pseudónimo Avatar, el propio redivivo que huye del mundanal ruido. ¿Su estilo de escritura? Brillante y vitriólico como el tuyo.
Y créeme, pana, no te critico si fueses tú el de esa travesura tan válida porque no sería bien visto que un sublime escritor como Albertico Barrera Limonta Tyszka, exaltado recientemente al may de la Fama de la Cultura de Élite residente en el Olimpo del Ateneo de Caracas y las Españas, le respondiera a un simple opinador que no es capaz de ganarse la vida con la excelsa lengua de Cervantes. Cosa que no pretendo, te lo juro, porque conozco mejor que tú mis límites. A los tipos como yo apenas se nos permite publicar alguna que otra pendejada, siempre y cuando nos atengamos a las reglas de los amos de las presas, las imágenes y las palabras reunidos bajo las siglas de la SIP y la Asociación Nacional de Anunciantes (ANDA): todo contra Chávez, nada a favor de la verdad oportuna y objetiva. Si tú consideras como algo despreciable el mágico realismo garcíamarquiano, se acepta como un hecho aunque se le hagan homenajes por otro lado al Gabo magnífico. No es nada personal, son "bussines".
De pronto… ¡oh, sorpresa!... El pasado domingo 15 de abril del 2007, pretendiste remendar el capote desgarrado con otro artículo ("Un día de estos") donde te confesabas el más pana-panita del querido Gabriel, el uña y mugre a quien llama cuando tiene dudas de algún error ortográfico o sintáctico y te consulta cada vez que trata de re-escribir un cuento o alguna novelilla de esas con las que nos deja sin aliento a los que de veras admiramos su talento y poesía por sentirlo tan nuestro e infinito. No nos extrañaría que en alguno de esos encuentros de colegas -que dices haber tenido con él- lo hayas convencido de rebajar en sus textos "esa paleta de colores afrocaribes" que hacen "confuso el continente" de su literatura. Pero, si así lo hiciste, dudo que te haya parado mucha bola, Albertico.
Se dice, Beto, que en el pasado has alardeado de ser "el discípulo más aventajado de Cabrujas"… Claro, es un chisme… pero los chismes, a veces, tienen ribetes de verdad y de mentira. Si este es cierto, cuídate. Otros escribidores podrían sentirse celosos de tamaña felonía.
El asunto de fondo, panita, es este: ¿eres o no eres partidario o creyente del mágico realismo? ¡Dame luces, Alberto! ¡Sácame de esta "Confusión Continental" en que has sumido mi espíritu! ¿Debemos ver el mundo con ojos rubios, morderlo con dientes rubios, paladearlo con lenguas arias, pintarlo con austeros colores londinenses? O, por el contrario: ¿debemos soltar el plumaje de las guacamayas sobre los soleados cielos de nuestra salvaje y tropical literatura tan propensa a combatir a los verdaderos dictadores que gobiernan para las élites que te publican y premian La Enfermedad? Si no puedes repondernos el "confuso" serías tú. Y puede que te pase como a "Aureliano Buendía, frente a la puntualidad de un pelotón de fusilamiento" –metafórico- recuerdes el día en que conociste el hielo. Para escoger entre la nieve del norte y el cálido sol de nuestros trópicos se te habrá hecho tarde. Por apátrida y anglocéntrico.
Por ahora, solo come y bebe de tus patronos Miguel Enrique y Marcel, porque sé que jamás morderías la mano que te da de comer. Así es la vida cara, pana…
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