Marcel con su mirada vidriosa y su voz cansada le inquirió a Gustavo, con paciencia franciscana, por qué no mantuvo él una programación agresiva frente a Chávez.
- Ese no es un negocio que me interese. Además yo he dejado de invertir en Venezuela desde hace veinte años- le respondió secamente el magnate Global.
- Tú dices eso ahora tranquilamente después que te cansaste de manipular a todos los políticos de Venezuela, de usarlos y de chantajearlos, de amenazarlos. Ahora quieres crear la matriz de opinión por el mundo de que nada tienes que ver con la política.
- Bueno, si quieres interprétalo de esa manera. No me interesa Venezuela para nada. Tú sabes que yo no necesito de ese país ya. Y tú no me involucres en tus problemas, y por favor no me nombres para nada porque tú sabes que yo tengo cómo desvelar todas tus andanzas en el mundo “económico”.
- Pero al menos debes reconocer que a Napoleón Bravo después de haberte servido con tanta lealtad lo entregaste a la jauría chavista. Por una vez en tu vida reconoce algo de lo mal que te has portado con tus amigos, a los que te han servido, y a quienes les debes tanto.
- No me hagas insistir de nuevo en que no me interesa para nada Venezuela. Ese es un país que para mí no existe ya.
- ¿Pero que no te acuerdes de Napoleón Bravo, quien recibió órdenes tuyas, que fue el coreógrafo, el guionista y el ejecutor de todos los efectos mediáticos, que en conjunción con RCTV, Globovisión y Televen pusieron en marcha todo la lucha del 2002, para alentar la vuelta a la democracia, esa democracia a la que tú le debes tanto?
- Napoleón cometió errores graves, utilizó mi casa sin mi permiso. Se reunió con una cúpula militar de locos que carecían de valor, de organización, de visión para nada. Yo siempre le pedí a Napoleón que no se precipitara, que midiera sus pasos, y que calculara los efectos de sus palabras. Que en todo dejara pasar un poco de tiempo, pero entonces en mi canal celebró la caída del régimen, con aquella frase insólita de:
“GRACIAS VENEVISIÓN, GRACIAS GLOBOVISIÓN,
GRACIAS RCTV, GRACIAS TELEVEN”.
De modo Marcel, que si yo he sido desagradecido tú también lo fuiste, ¿por qué tú no lo contraste como te sugerí en enero de 2003 en Miami?
Gustavo Cisneros había dejado de apostar en los grandes negocios como la Coca Cola, para meterse en las guerras con inversiones energéticas de altura con los Bush en Irak. En vísperas del 11-A, había ido a por la Citgo, pero aquello se estaba complicando. Ya le fastidiaba tener que encargarse del “analfabeto de Sabaneta”, de esa asquerosa chusma y maldita lacra fidelista. Una de sus últimas apariciones en Venezuela fue en julio de 2003, en el Hotel Meliá. Lucía Gustavo una guayabera clara, en su estilo “camarera”. Iba escoltado por los ancianos prematuros del Marcel Granier y Federico Alberto Ravell. El magnate de los magnates, con su honorable pose de supremo ultrajado y ofendido, miró con desconfianza hacia los asistentes.
En la desconfianza siempre ha estado su fuerza.
“Desconfiad de todo y de todos y seréis libres”, consejo del viejo George Bush.
Con un vocabulario más pobre aún que el de Carlos Fernández, Gustavo Cisneros se dejó arropar por los medios de comunicación. Sus cejas negras (anacaradas y recién pintadas) le resaltaban el nicho abrumado de sus oscuras ambiciones. Estaba allí como el Edwards chileno, como la Violeta Chamorro (cuando estuvo apoyada por Carter para sacar a los sandinistas), como Ramón Báez Figueroa (de la República Dominicana), como Ernestina Herrera de Noble (dueña y directora del diario argentino Clarín), como Jesús Polanco (del Grupo PRISA, español). Comenzó a divagar Cisneros: “Aquí tengo yo el 15% de mis inversiones en el mundo. Yo creo en mi país. Sigo creyendo en Venezuela”.
Cuanto dice el magnate Gustavo Cisneros cae bien a periodistas. Hay que ver que encogidito se colocaba a su lado Federico Alberto Ravell. Menos que una cucaracha.
Habló el Capo Global: “Hemos recibido apoyo de casi todos las organizaciones mediática del mundo”. Mencionó a la SIP, a la Sociedad Interamericana de Sapos (que todos trabajan para la CIA). “La SIP apoya la libertad en Venezuela”. Repentinamente calló y todos los presentes sintieron que había dicho más de lo debido. Estaba perdiendo dinero, porque en verdad según su filosofía se debe cobrar para hablar, él que es noticia de primer orden donde aparece. E incluso él siempre ha sido más explicito por sus silencios que por sus palabras. A Federico Alberto Ravell le pasaron un papel donde debía declarar que no transcurría un solo día sin que se produjeran marchas, protestas y manifestaciones contra el gobierno.
Una declaración del todo sediciosa. En realidad son marchas, protestas y manifestaciones de Globovisión, Venevisión, Televen y RCTV. No existe tal clamor real. Es un estado de terror inducido por los medios con el sólo propósito de defender los intereses de Cisneros, que son los intereses de imperio norteamericano, los que a la vez les dan vida a la degenerada clase oligarca, la que tiene al dios del mercado cogido por las barbas.
Marcel Granier no consideró diplomático interferir a su colega Ravell con juicios que no hubiesen sido previamente ensayados.
Los periodistas no debían salirse de sus guiones. Estaban allí como erectas momias de la incomunicación. Una guerra de silencios. Hasta que se incorporó Cisneros y se produjo el pánico y se erizaron las meretrices libertarias de la oposición: “La participación hoy de la sociedad civil es garantía de que todos nos entenderemos en el marco de los principios de la Carta interamericana”. Brotaron más chanchullos porque se acabó la gasolina del debate y no hubo más nada que decir. Cuando se ha estado tan metido en un golpe de estado, hay que evitar enfrentar al pueblo. Giró en redondo Cisneros, echó hacia atrás unas sillas e instantáneamente todas las cámaras se apagaron.
Tres días más tarde Gustavo llamó a Marcel y le dijo: “Tengo un pálpito que me dice que esta revolución no va a durar poco como tú y Alberto piensan. Nuestros canales realmente han ido muy lejos en esta guerra, y no quiero exponer a gente que ha trabajado conmigo y me ha sido muy fiel a peligros inminentes y terribles. Desde hoy haré todo lo posible por desmarcarme de este asunto, porque además este país ya no me interesa para mis inversiones…”
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