Si lo que se ofrece en televisión es basura, el público mirará basura, si al cambiar de canal encuentra solo basura, es porque el interés de empresarios y dueños de medios en producir basura. Sin embargo, la televisión no existe por sí misma, hay decisiones, programas y públicos, y una compleja corporación de empresas que hacen una ingeniería del entretenimiento. ¿Cuál será el futuro de la televisión venezolana y del mundo?, considerando que en todos lados se retoma el debate de los medios, abandonado en los años 60 y 70. Desde los libretos de Delia Fallo hasta los titulares del encarcelamiento de Paris Hilton, pasando incluso por las manifestaciones estudiantiles a favor de la empresa 1BC, la televisión puede resumirse en basura. Cito nuevamente a Dominique Wolton, para destacar que se trata de una mezcla de banalización, del reino del dinero y la pérdida de referencias. Claro que Wolton se refería a los programas reality show, pero en el caso de Venezuela se añade el objetivo político de los dueños de medios.
¿De dónde nace ese interés político disfrazado de noticia y entretenimiento sin ética?, pues de un modelo económico que se desmorona y cuyo financiamiento para auto sostenerse provenía de las instituciones públicas, llámese ministerios, alcaldías, gobernaciones, incluso Presidencia de la República. Por supuesto que las finanzas no eran cheques depositados en cuentas de dueños de medios, que seguramente sucedió, sino más bien en una compleja serie de decisiones que favorecían monopolios, exoneración de impuestos, ausencia de regulación, etc. Mientras esto sucedía, los dueños de medios y las grandes empresas, escondieron un poder detrás de significados y conceptos tan manipulados que perdieron su valor, por ejemplo, libertad de expresión puede definirse al derecho de Marcel Granier, dueño de las empresas 1BC, a utilizar un espectro del Estado sin regulación alguna y de manera perpetua. Una contradicción enorme para un estudiante de Comunicación Social defender un concepto de libertad tan retorcido.
Esa contradicción no es gratuita, viene enseñada desde universidades más que autónomas, anárquicas. Viene determinada por unas reglas de juego del mercado que trata de impedir una televisión de calidad y plural.
Esa contradicción es convertida en realidad absoluta por Globovisión, llegando a la bajeza de utilizar niños especiales para justificarla. La televisión es desde hace tiempo un espacio político, y aquellos que se enorgullecen de ser apolíticos es porque tienen una concepción anacrónica e irreal de la política. Esos significados vacíos, son enseñados en las universidades, son reiterados en la prensa escrita, audiovisual y radial. Por eso es imposible la comunicación con la minoría opositora, encerrada en una torre de Babel en el que el lenguaje dominante es indescifrable.
Lo peligroso, es que el público mira lo que se le ofrece, y muchas veces desprovisto de mecanismos de defensa, sin herramientas para cuestionar, pues iglesia, universidades y medios sin regulación alguna, más bien anárquicos, vienen enseñando desde hace muchos años que lo afirmado en esos espacios es la absoluta verdad. Hoy muchos hechos han demostrado lo contrario, incluso el Papa Juan Pablo II debió abrir espacios a las teorías de Darwin. En Venezuela, el 11, 12 y 13 de abril, siguen siendo hechos históricos que desnudaron las mentiras de los dueños de medios y sus intereses políticos. Una nueva etapa de la TV se inicia y es inevitable que esa nueva realidad desborde la mal llamada autonomía universitaria.
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