Una de las razones por las cuales los medios de comunicación se han venido convirtiendo en el más cínico y demente de los propulsores colonialistas: en el brutal monopolio que más nos esclaviza, y que para completar van trajeado con el bello y pomposo nombre de defensores de la “libertad de expresión”. La moral mediática que se impone en Latinoamérica es la opinión de Marcel Granier, y se ha organizado toda la derecha en el continente para decidir el fin sangriento de Chévez. Estos “pensadores” a sueldo del Departamento de Estado quieren colocar una bomba a la justicia y hacer estallar todo el proceso que con gran pulso lleva nuestro Presidente.
El abuso de estos medios para imponer presidentes, para chantajear políticos, desviar el destino de los pueblos, imponer dictaduras, mancillar la dignidad de honorables personalidades, calumniar, difamar, inventar sin pudor ninguno, nace de la mistificación del libre mercado, ideología esta indefectiblemente unida a las mafias, a los oligopolios, al negocio del narcotráfico y al sentido perverso de la globalización.
En una palabra, constituyen hoy la esencia de las multinacionales del crimen. No es casualidad la forma uniforme como casi todos los grandes periódicos en el mundo, sobre todo los latinoamericanos y españoles han venido justificando los crímenes contra el pueblo venezolano.
Hoy la gran batalla de los pueblos debe ser contra los dueños de los medios de comunicación privados que representan el resumen de todas las injusticias y horrores que se ha vivido en la última década en el tercer mundo. Con estos medios no hay libertad de expresión, y lo cierto es que se dan docenas de asesinatos diarios producto de la ansiedad, de la mentira y de esta manera de manipular la información.
Nadie está seguro lo que ve en los titulares de estos medios, por el 90% es política del dueño para desprestigiar el gobierno. Siempre hay que estar destruyendo a alguien o algo que molesta al medio; vivir levantando y destruyendo imágenes de acuerdo con el interés o el negocio que se imparte desde los dueños. Jueces y dueños de medios, nos recuerda Manuel Castells, viven en estrecha simbiosis y son los destinatarios e infatuados procesadores de las heces del poder. Marcel busca desesperado a jueces que se vendan para proceder a imponer su negocio por encima del Estado venezolano.
Con lo del Golpe de Estado del 11-A, los cuatro canales privados más importantes dejaron muchas víctimas de epilepsia televisiva. Se produjeron convulsiones, vómitos, problemas cardíacos y respiratorios, insomnios y angustia sobre todo en los niños y ancianos, y así y todo condecoran en Maracaibo a Federico Alberto Ravell, las universidades autónomas lloran a Marcel y la CIDH pretende sancionar a nuestro pueblo porque no se respeta la libertad de expresión. Aquí nuestros ministerios de comunicaciones y la fiscalía pública no abrieron una averiguación, pese a que varias instituciones lo exigieron. Algunos dicen que se trató de una epilepsia fotosintética producida por el bombardeo ininterrumpido de imágenes de gritos, declaraciones histéricas que exigían incluso la muerte del Presidente, y tomas que se concentraban sobre coágulos de sangre, gente herida en la cabeza o en la cara. Seguir paso a paso la marcha que partió del Este, y cuyo rumbo era incierto, presagiaba grandes !
conmociones. Era como ver seguir en vivo a una tropa que iba a enfrentarse contra un reducto o fortín, y del que, claro, había que esperar muchos muertos.
Previamente estos mismos medios fueron creando la idea de que el gobierno iba a preparar unas matanzas, iban a sacar los tanques, se iba a declarar un estado de sitio o suspender las garantías, todo esto porque ya, entre los planes en los que los propios dueños de medios de medio estaban comprometidos, se habían colocado a unos francotiradores que iban a poner esos muertos. En la población no había duda entonces de que se iba a producir una gran conflagración, y estaba a la espera de los peor, con el corazón a millón. Habría sido el fiasco más grande del mundo, principalmente para los dueños de los medios que aquella marcha no tuviera un final horroroso, porque después de todo era el mismísimo guión de una película de terror: sin un final violento al mismo también iba a fracasar una huelga general indefinida declarada por la patronal y un grupo de sindicalistas corruptos. De este fracaso era de esperarse un gran triunfo del Presidente Chávez, y la consecuente desmoralización de los organizadores del caos y de los que habían participado en la marcha, como bien lo declaró uno de estos agitadores, el señor Alejandro Peña Esclusa.
Lo más criminal, que nunca reprochado por los medios a los organizadores de la marcha, fue desviarla a Miraflores. Desviarla fue declarar una guerra civil en el centro de Caracas, y había cámaras por todas partes enfocando a los chavistas, que como reacción natural del caos que se estaba generando y viendo que la Policía Metropolitana iba a atacar el santuario de los defensores en Chávez en Puente Llaguno, éstos intentaran defenderse como pudieran, y de allí entonces la excusa de decir que eran quienes habían provocado la muertes de los que venían del Este.
Con defenderse como lo hicieron algunos, disparando pistolas calibre 9 mm., tenían servido a los dueños de los medios el gran truco para echarle cuanto había sucedido a los “círculos !
del terror”, a los “pistoleros de Llaguno”, y así salir indemnes, y con la ayuda de unos magistrados vendidos declarar posteriormente que no hubo golpe sino el florecer de un montón de Generales preñados de buenas intenciones, y que el verdadero asesino era Chávez.
Si el gobierno estaba empeñado en su revolución, los dueños de los medios estaban pariendo la suya. A mí me sorprendieron con el derrocamiento de Chávez; yo nunca creí que tal cosa podía darse tan magistralmente. El mismo Chávez, claro, también cayó en la trampa. Todos los bandos de los partidos fueron cogidos por inocentes, porque la “sociedad civil” creyó que Chávez había caído por sus errores y que se había visto obligado a renunciar. El periodista Rafael Poleo no cabía en su contento, declarando esa noche del 11-A, que la salida “del truhán de Miraflores” había sido genial.
Los dueños de los medios habían sido entrenados desde hacía tiempo, para ir minando al enemigo, gota a gota, con los pronunciamientos de altos oficiales. El terrorismo tenía que ser un arma vital para achacársela gobierno: Fueron apareciendo niples en las iglesias, en algunos medios, y se armaron los más espectaculares inventos en los que se declaraba que el gobierno amparaba al asesino Vladimiro Montesinos, a guerrilleros colombianos y que nuestro ejército estaba minado por 300 espías del gobierno cubano.
Azuzaban día a días a los mandatarios regionales no chavistas contra el gobierno central, diciendo que los iban a dejar en cueros, sin presupuesto. Comenzaron a colocar a la llamada “sociedad civil” en el verdadero santuario de la libertad y del progreso, y cuanto rodeaba a Chávez sólo constituido por criaturas despreciables, sucias, brutas y miserables. Le dieron un papel salvífico a una agrupación manejada por la CIA, llamada Bandera Roja, para colocarla como parte del cuadro de los diversos frentes, de todos los extremos, que luchaban para derrocar a Chávez.
Formaron un especioso conglomerado de seres ambivalentes, sometidos, sin pudor, modestia y sin personalidad, que en este país envilecido crecieron por grandes racimales, para traicionar a la patria y para traicionarse a sí mismos. Ese conglomerado ha sido y es la mejor arma que han tenido los dueños de los medios para pretender arrinconar al gobierno de Chávez y destruirlo. Cada vez que quieren los ponen a menear el culo en marchas, contramarchas y vigilias.
Así con grandes dosis de cinismo han mantenido en vilo la seguridad y estabilidad de la Nación, tergiversando, calumniando cualquier hecho o declaración por más inequívoca que sea. Tratan sencillamente al país como a una manada de manipulables imbéciles.
Estos dueños saben muy bien que cuentan con piaras de vacuos que están muertos hace mucho tiempo, pero que viven por arte de lo virtual y se imponen como montañas, como monumentos de la salvación social de un país por los grandes titulares, por columnistas que glosan sus escarnios y babiecadas. De modo que hay un mundo infrarreal que pretende imponerse al verdadero, y que en ocasiones lo consigue. Alzan por los calzones a un calzonazos como el empresario Pedro Carmona Estanga, el tío salta del anonimato a encabezar un Golpe de Estado, lo echan a las pocas horas (porque se produce un despelote de Generales aterrados), y luego huye a Colombia en camino previo a la meca de todos los grandes ladrones de América Latina: Miami.
Un malandro de lo más gris en el sindicalismo venezolano, birla unas elecciones y autocorona (como lo hizo el mimos Carmona) en presidente de todos los trabajadores; y ahora no hay quien lo saque so pena de verse enfrentado por la metralla de los dueños de los medios que lo pueden convertir a usted de matón, en marica o cerdo sin tacha, de la noche a la mañana. Es por este sistema por el cual tienen en un puño a la justicia venezolana. Los jueces antes de tomar cualquier decisión deben saber leer en los medios lo que les espera si se salen de los cartabones establecidos por el terrorismo mediático.
Toda persona que escriba para un periódico o participe en un programa de televisión o radio, o tenga en ellos función de moderador, periodista o comentarista, de alguna manera está vendiendo su alma al dueño del medio. Algo así como el exquisito encanto del medio. En este sentido el medio se impone sobre la persona que en él participa, y todo el que en él va embarcado está impregnado, configurado de algún modo por el carácter, por interés político, intelectual o comercial del dueño de ese medio.
El escritor, el columnista o colaborador, como diría el gran Francisco Umbral, es la puta del medio, una puta que a veces le resulta muy cara, pero puta al fin. Yo fui puta por muchos años de varios de esos burdeles, y los conozco bastante bien. Y no cobraba que es lo peor. O mejor dicho, cobraba de alguna manera haciendo un trueque por la difusión de mis ideas o trabajos. No fui una puta fácil, y casi siempre me terminaban echando de casi todos ellos.
Hay otras, los que trabajan para el medio, los que tienen que dar la cara por él que son en general los periodistas. El dueño de medio da las órdenes, selecciona lo que le gusta, los aplaude, consigue que los premien, les paga un sueldo. Hay que portarse bien. Para ser director de un medio hay que saber muy leer los pensamientos del dueño, los deseos del dueño. Todos los titulares de un periódico reflejan los humores del dueño, la voluntad del dueño, los intereses morales y político de ese dueño. Claro, el culpable de todo lo que allí se dice es culpa del dueño.
Esos titulares pueden ir plagados de difamación, manipulación, de tergiversación de la verdad, de calumnias, mentiras, bajezas, miserias, trampas, llamando frecuentemente a la insurrección militar contra el orden constitucional, confundiendo, desinformando sin ningún pudor o control, como ciertamente han venido dándose desde que Chávez en 1998 llegó a poder. Y la manera de hacer esto es unánime, en cadena, con televisoras y radios, y mediante titulares ofensivos, que agreden la dignidad y la condición humana, que provocan violencia e histeria en los bandos enfrentados; son en definitiva insultos reiterados y persistentes a la inteligencia, que acaban sublevando la sangre de los más tibios. Es como si se estuviese sumergido en una inmensa cazuela de procaces e hirvientes falsedades sin que encuentres manera de librarte de ellas. Mentiras asquerosas, purulentas, sangrantes y monstruosas que te siguen sin descanso por todas partes, en tu casa, en el carro, en el radio del vecino, en el televisor del restaurante, en los automercados y plazas, y sobre todo en los temores de los inocentes ciudadanos que no saben qué pensar, que realmente saber de cuanto corren envueltos en bolas y rumores por todo el país.
En cualquier parte tendrá uno que toparse con esos descomunales titulares en rojo que hablan de “Pánico en Caracas”, “Criminales y cobardes”, “Baño de Sangre”, “Vienen más asesinatos”, “Fuera el Tirano”, “La Batalla Final será en Miraflores”, “Arremeten los Círculos del terror”, “Talibanes en la Asamblea Nacional”, “Septiembre Negro”, “Octubre Rojo”, “Terroristas en el gobierno”, “Huelga General”, “Paro Indefinido”, “O Chávez cambia o lo quitamos”.
Lo cierto es que será casi imposible que se pueda establecer alguna clase de control a los dueños de los medios para que no forniquen al que les venga en gana.
Es un milagro haber sobrevivido hasta hoy. Lo que Venezuela ha sufrido por culpa de los criminales dueños de los medios es mil veces peor que lo que ha ocurrido en la guerra de Bosnia, con la tragedia diaria de Colombia, con la guerra civil de El Salvador, en las matanzas por el poder en Haití, Ruanda o el Congo. Es la agonía y el desasosiego diario con el que te vez forzado a enfrentarte cada vez que topas en la casa con tus hijos, con tus amigos en el trabajo, en el silencio cruento y desnudo de la noche contigo mismo.
Y cuando hay que ir a dar a la cara ante los hechos en medio de esas personas que han sido agredidas, ofendidas, engañadas, usadas para los intereses de los medios, no van por supuesto los dueños de los medios que son los que imponen esos titulares, sino los periodistas. Entonces ¡Eureka!: El dueño del medio se siente conmovido, adolorido, deprimido, triste y destrozado por lo que le hacen a la libertad de expresión y a sus pobres, ultrajados y golpeados servidores. El dueño del medio se queja por la amenaza a la libertad de expresión en Venezuela; el dueño del medio pide que se le ponga coto o control al que “azuza a la jauría” que no es otro que el Presidente de la República (por cierto, el más directamente afectado por los constantes insultos y mentiras de esos medios, y a los cuales por supuesto se ha visto en la necesidad de responder).
No hay mucho campo de trabajo para los periodistas y cada año se gradúan millares. Entre decir la verdad y recibir la arepa de cada día muchos no se vacila. Y si realmente no se tiene un destino claro, a dónde ir, pues qué importa. Hay que aceptar la dura realidad. Incluso hay quienes piensan que seguramente si dejan de hacer lo que se les ordena y consiguen trabajo en otro lado (se encuentre este o no en el gobierno) tendrá también que hacer algo parecido.
De modo que esta es una de las profesiones donde el ser humano tiene menos independencia, menos libertad para decir lo que siente. Y si no es en un medio donde un periodista pueda ejercer sus conocimientos, ¿dónde hacerlo?
He ahí la triste realidad de la cual también se apoyan los dueños de medios para contar con sus mesnadas de hombres armados de micrófonos, cámaras y cables dispuestas a emprenderla contra todo aquel que les amenace o que ose no entrar por el carril de sus deseos, proyectos mercantiles o propósitos. En Venezuela todo aquel que es dueño de un medio lo que le importa es el poder que de él pueda derivar para engrosar y sostener sus negocios o proyectos políticos.
Son dueños de medios en Venezuela grandes contratistas, personas que han pasado largas temporadas (o acaban) en una curul en el Congreso de la República, negociantes de partidos, propulsores de proyectos personales y que requieren de mucho poder para desforestar un bosque, desviar un río, imponer su garra en zonas bajo protección ambiental. Llevársela mal con el dueño de un medio es peligroso.
Por otro lado el periodismo es una de las profesiones que más depende de la empresa privada. Un abogado si no consigue trabajo en el gobierno, puede ir tirando en un bufete, un médico tratando en su propia casa, un ingeniero defendiéndose a destajo, pero la mayoría de los periodistas andan haciendo de todo menos periodismo. Lo que podría salvar a un periodista es una capacidad y un talento especiales para la creación; poseer ingenio, imaginación y valor para decir sus verdades. En una palabra: ser un escritor. Pero esto es ya harina de otro costal.
Periodistas con talento en Venezuela quizá no tengamos. Esto no es algo que alguien decida cultivar, se nace, y he ahí el problema. Por otro lado nuestros periodistas leen muy poco. Muchos de nuestros periodistas creen que lo que importa es la noticia, la información y estudiar técnicas para presentarla y adornarla. Por eso el mundo de hoy está lleno de animales con dos patas bien informados. No hay nada más aburrido y estúpido que alguien que se crea con el derecho de opinar de todo porque está informado. Esto es idéntico a esa aspiración intelectual de ciertos universitarios que se dedican a estudiar lenguas muertas, como el latín y el griego, en la creencia de que por allí pueden llegar a ser sabios. Antes hay que tener ideas propias, sentimientos propios, amor genuino por lo que se hace, y sobre todo valor para expresarlo, y luego viene lo de adquirir alguna técnica para poder decirlo bien. El que escribe y habla hasta por los codos para que Federico Alberto Ravell o Gustavo Cisneros le acabe dando una palmita en el hombro, y le diga: “Te felicito, lo estás haciendo muy bien”, está definitiva e irremediablemente jodido, y es seguramente cuanto hace desde el punto de vista creador es pura bazofia.
Todo acto de creación es crítico y disidente, pero nuestros periodistas por lo general son serviles del mercado y besaculos de los dueños de los medios. Como son incultos permiten que los dueños de los medios borren nuestra memoria, nuestra historia. La memoria hay que reivindicarla e incluso reinventarla, y para eso se necesita cierta cultura y talento.
Así pues, que en Venezuela son los dueños de medios quienes deciden qué es y qué no es democracia. Esta claro que para casi todos los dueños de los medios Pedro Carmona Estanga resultaba mil veces más demócrata que Hugo Chávez. El periódico “El Nacional” se ofendió horriblemente porque el Fiscal General de la República Isaías Rodríguez se alegró el día 13-A que el Presidente Chávez retornara a su cargo, y por ello emprendió junto con sus colegas de los demás medios una campaña cruel, atroz, inmoral y demoledora contra el Fiscal para que renunciara. Incluso en uno de sus medios como “Primicia”, mostraban en la portada una foto del Fiscal alegre con el Presidente, y se preguntaban: “¿Qué imparcialidad puede esperarse de un tipo como este?” Ahora bien, si el Fiscal se hubiera plegado al Golpe de Estado, entonces para “El Nacional” este personaje habría resultado todo un ser equilibrado, justo y demócrata.
Es evidente entonces que para los dueños de los medios, democracia, orden constitucional o Estado Derecho pueden existir en Venezuela en tanto y en cuanto los intereses de las poderosas corporaciones en ningún momento se vean amenazadas o afectadas por las decisiones de las mayorías o por los poderes del Estado. De modo que el gobierno que ose cuestionar los intereses de esas grandes corporaciones, cuya existencia misma depende del oxigeno que le da los dueños de los medios, está expuesto a perder ante el mundo y ante su propio país toda credibilidad democrática.
Es decir, el poder económico es el medio mismo. Que para estos señores el poder político es el mismísimo medio.
Lo que aquí se entendió durante todo el siglo XX por democracia y Estado Derecho fue entonces el Estado de Excepción mediante el cual no estaba permitido que rigieran los destinos de Venezuela ninguna opción que fuese contra los intereses de las grandes corporaciones. Violentar esta regla estaba claro, neto y formal es empujar el país hacia el abismo de una guerra civil, hacia el caos social y económico, hacia una permanente inestabilidad. Esta es una lección que las grandes corporaciones esperan que los pueblos hayan aprendido a través de los hechos que ocurrieron en España en 1936 y en Chile en 1973, en Nicaragua en los 80, en Haití en 1990, Argelia en 1992, Alemania en 1998 y ahora Venezuela, como nos lo recuerda el escritor español Carlos Fernández Liria.
Ningún medio reseñó en el mundo que Pedro Carmona Estanga era un vulgar y miserable ratero que había asaltado el Palacio Presidencial de Venezuela. Eso habría sido como declarar los medios del mundo que uno de sus pares no estaba haciendo lo que todos ellos deben y están obligados a hacer en función del desarrollo y del progreso de la naciones del mundo. En Venezuela después del Golpe estuvo incluso casi prohibido hasta por las altas instancias oficiales difundir lo relatado por el “Newsweek” donde se decía que Gustavo Cisneros estaba involucrado en la conspiración para derrocar a Chávez. El propio Vicepresidente de la República José Vicente Rangel declaró, encontrándose al lado de este connotado empresario, que tal publicación era una temeridad. El diario “Clarín” de Buenos Aires que edita un millón de ejemplares diario declaró el día 12-A: “CAYÓ CHÁVEZ”, el diario “El Mundo” de España titula: “VENEZUELA DERROCA A CHÁVEZ”, y casualmente el diario español “El País” coloca en! primera página: “VENEZUELA FUERZA LA RENUNCIA DE CHÁVEZ”. Es decir que no mencionaron que era un Golpe de Estado. Después los dueños de estos medios celebraran con champaña, en medios de grandes jolgorio la prueba fehaciente, sin titubeos ni medias tintas, de poder inmenso de los medios de comunicación, como diciéndole al resto del mundo: “Al que se atreva a salirse de la norma, no los llevamos por los cachos.”
Ahora hay que convencerse de algo: el escándalo nunca cede. Mientras existan diarios todos plegados a la mentira, se podrá hacer aparecer a la vida insufrible únicamente haciéndola aparecer en los titulares de cada mañana, en los noticieros de radio y de televisión. Uno puede llegar a pensar que ante la evidencia e todas las mentiras que se dicen, ante las una mil veces falsedades probadas que los dueños de los medios han lanzado sin pudor ninguno, ellos puedan en algún momento decirse así mismos: ¡Basta, paremos el trote! No. Ante el desmadre, esta gente no tiene otra salida que seguir mintiendo, alarmando, lanzando bolas, suposiciones y rumores, seguir falseando la verdad y manipulando a diestra y siniestra.
Estimada Alejandra:
Recibe un cordial saludo junto a Pablo y demás amigos. Me quiero referir a la situación de mis artículos, en los que en ocasiones se les coloca títulos y subtítulos que realmente confunden y en el que aparezco convertido en un real pendejo, estúpido jilipollas o imbécil. Tú sabes que no estoy contra Chávez, ni con lo que expreso por la prensa persigo que se tome en cuenta para que se me premie y me den un cargo: no busco otra cosa que escribir lo que me sale de lo más profundo de mis cojones (y perdona la expresión). Sé también que ustedes tienen una línea como todo periódico y que aunque sobre Chávez se puede decir de mierda para bajo, al parecer no está permitido que se ataque con acidez a personas como Patricia Poleo, Marta Colomina, Marianela Salazar o Ybéyise Pacheco. Me parece insólito que en “La Razón”, no sé quién, hagan cosas para que yo quede como un bellaco ante la opinión publica porque exprese en un mismo artículo unas vainas y otras totalmente opuestas y hasta !
ridículas. Por ejemplo, ¿a qué viene ese subtítulo que le encasquetan a mi artículo: CHÁVEZ ESTÁ CHORREADO? ¿Será para que yo me queje y entonces alguien responda: “¡Se fijan que el tal carajo este de Sant Roz está con Chávez, y el MVR le está ahora reclamando las jodas que contra él pueda decir!”? ¿Porque alguien allí sabe que los titulares son precisamente lo que más se lee? Es decir, QUE SE PONGA A SANT ROZ AL DESCUBIERTO. Yo en todo lo que he escrito estoy al descubierto, estimada Alejandra, y quemé las naves hace tiempo. No me calo a la degenerada oposición. No transijo con los hijos de puta que quieren dar un Golpe de Estado para repartirse con sus descomunales agallas lo que queda de país. No me calo a toda esa generación de lacayos que aquí tuvieron de todo y ahora prometen que sí van a arreglar a Venezuela. No creo en esa sentina, en esa peste con sus bubones sifilíticos llámese Coordinadora Democrática, Sociedad civil o cualquier otra miserias fascista.
¿De qué vale escribir si me hacen aparecer con mis propias palabras como un imbécil de atar? Yo escribo lo que quiera en mi estilo, y puedo decir cosas terribles en mi estilo, pero lo que es intolerable es que parezca como un total jilipollas. Pues bien, pareciera que se ha llegado al extremo, de que además de decir en cada renglón, en cada línea y en cada título que Chávez es una mierda, también se lo hagan decir a uno aunque no le salga del forro decirlo. Insólito.
Como ves, estimada Alejandra, ¿de qué sirve entonces de que yo escriba si mis ideas acaban en un revoltijo ininteligible?
Algo de esto te comenté en una ocasión, pero creo que la cosa y la guerra despiadada contra el gobierno ha tocado ya límites demenciales y que todos nos estamos desgarrando y cegando sin posibilidad de regreso ninguno en nuestras acciones. Aquí se está hablando de que viene una guerra civil, N0, la guerra civil no viene, ya está desde hace tiempo instalada entre nosotros. En esa guerra civil, quizás, todos hemos perdido la cordura, y la voz, la palabra, la reflexión personal, el juicio sincero, la verdad y lo verdadero, todo, todo se ha echado por la borda. Todo esto me está paralizando, y ya no sé qué pensar, y a veces lo que prefiero es no pensar en nada. Me he quedado con “La Razón” en la mano, cavilando sobre tantas cosas, y el deseo que más me ha dominado es no escribir más. Recibe esta nota como otra expresión de mi sinceridad y de mi respeto por ti. Estamos viviendo momentos muy confusos y complejos. Estoy metido en el periódico pro-chavista “Despertar Universitario”,!
como un escape al horror de tantas cosas que se acallan, que se desvirtúan, que todavía son tabúes para los medios de comunicación poderosos, como por ejemplo no permitir que se hable mal de determinadas personas. Lo tabú sigue siendo la norma en ese mundo pequeño burgués de los medios. Y si algo me ha inclinado más hacia Chávez que hacia quienes le adversan es el desplante del Presidente al decir cosas que aquí nadie se atrevía, y las cuales comparto totalmente. Los prejuicios pequeños burgueses, la hipocresía y el patrón funcional del disimulo y de esas buenas costumbres de una sociedad cobarde, ruin, egoísta, utilitarista y falsa hasta la médula, es lo que quiere rescatar el poder para que no nos vean mal los que siempre nos han jodido, expoliado y explotado.
Como ves, me siento asqueado con tanta manipulación y ese asco es el que me está impidiendo en estos momentos que teclee el computador como una ametralladora, como me gusta. ¿Te puedes imaginar si yo en este país tuviera alguna función pública, cómo me hubiesen destrozado, apareciendo como un monstruo mil veces peor que el Destripador de Londres por todo lo que he escrito? ¿Te puedes imaginar a un Argenis como director por ejemplo del CONAC? De modo Alejandra, que yo lo menos que puedo pedir como hombre que ha quemado todas las naves del vil partidismo es que se me dejen escribir lo que siento. Es lo que pido. Lina Ron, los pistoleros de Puente Llaguno, Freddy Bernal, Rodríguez Chacín, todos ellos habrían quedado pálidos ante mi figura, por lo que he escrito, si alguna vez me hubiese convertido en personaje público. La mierda del Guaire habría sido insuficiente para calibrar la calidad y la cantidad de lo que sobre mi persona se hubiera lanzado.
Por eso quizás tampoco se me busca, y los políticos de partidos me tratan con reserva.
Ya ves: Yo no quiero procurar tumbar a Chávez, ni en absoluto es mi objetivo, y eso tú lo sabes. Más bien estoy haciendo todo lo que pueda para que no fracase en medio de tan formidable crisis. Su fracaso sería la vuelta a lo que he odiado siempre, aunque reconozco que lo positivo que se ha logrado es muy poco. Pero hay que entender que la desgracia de nuestro país no hay que buscarla en el mandatario que tengamos sino en el país, en la gente con la que se cuenta para gobernar, para administrar, para atender los ingentes problemas que enfrentamos. Si Chávez desapareciera hoy, no sea crea que vamos a mejorar por esa razón en un ápice la situación del país. ¿Tú, Alejandra, estás realmente convencida de esto? ¿Entonces qué se persigue?
Yo estoy entregado a la recolección de un material para la publicación de un libro sobre los medios de comunicación. Quizás sobre eso quisiera en este momento concentrar toda mi atención. No sé si te das cuenta del juicio terrible que pesará sobre los medios por todo lo que han desatado y por todo lo que está pasando. Hay que parar ese trote, no sé si estamos a tiempo, pero hay que hacer lo imposible por pararlo. Se nos ha escapado ese voraz incendio que amenaza con envolver como un fleco de locura a todo el país. Hagamos algo, tú puedes hacer algo para contener un poco esta gran desviación de nuestro juicio y cordura. Por largo rato he estado pensando en no escribir más artículos porque creo que vivimos en un grito monocorde en el que sólo nos escuchamos los de un mismo bando.
Bueno, creo haber dicho algo de lo que me sobrevino esta mañana al ver el último material que te había mandado. Yo no te puedo engañar ni engañarme. Entonces te dejo esto que es como todo lo que escribo, como mi verdad, con devoción sincera.
Tu amigo de siempre,
José.