Tan arrecha es la manipulación mediática en este país que hasta manipulan y distorcionan las denuncias sobre la manipulación mediática para convertirlas en “violaciones” de la libertad de expresión y “evidencias” de una “casería de brujas” al viejo estilo de Joseph MacCarthy. Lo incredible es, que hasta para algunos “revolucionarios”, hacer pública información y documentos que evidencian la penetración, infiltración y subversión del gobierno de Washington en el periodismo venezolano, como parte de un gran plan de desestabilización, se transforma en un acto inaceptable que someta a personas “respetables” al escarnio público. Hay que preguntar, entonces, ¿cuál es el miedo si no se han cometido ninguna infracción de la ley, ni voluntariamente han participado en acciones de desestabilización contra el país? ¿Porqué hay que tratar el tema de la relación entre periodistas y medios de comunicación venezolanas y el Departamento de Estado, o hasta con la propia Agencia Central de Inteligencia (CIA), como un tabú?
El hecho de que los medios masivos de comunicación nos hayan distraido del tema de la Guerra mediática para enfocar en una lista de periodistas y subrayarla como un ataque contra su integridad y una acusación macartista, en lugar de comprender y comentar sobre el profundo e inmenso nivel de penetración e injerencia del gobierno estadounidense en el país demuestra un nivel de complicidad con esa misma subversión. Importante es no perder de la vista el enfoque del problema con los medios de comunicación privadas en el país y entender que la gran mayoría de ellos promueven una agenda política contraria a los intereses de la revolución y la transformación al socialismo del siglo XXI.
Aquí, los dueños y directores de los grandes canales de la televisión privada y la prensa escrita tienen vínculos y relaciones muy estrechos con los más altos niveles del gobierno estadounidense y las multinacionales más poderosas del mundo. Actuan en los intereses de esa pequeña élite que busca concentrar la riqueza del planeta en sus manos, explotando la mayoría de los pueblos y aumentando la pobreza mundial. Y en el caso espécifico de Venezuela, esos medios atentan diariamente contra los intereses de la sociedad venezolana, distorcionando la realidad, excluyendo voces representativas de las comunidades del país, y acusando al gobierno bolivariana de los crimenes y violaciones que realmente ellos mismos estan cometiendo. Violan la libertad de expresión y el acceso a la información veráz y oportuno cuando no publican o presentan ni una sola noticia favorable a la revolución y cuando utilizan lenguaje e imágenes llenos del racismo y odio hacia los sectores de bajos recursos. Y su constante adoración por el modelo estadounidense y sus productos de consumo que promueven através de sus pantallas y hojas demuestra donde estan sus lealtades.
El director de Globovisión debe explicar al pueblo venezolano que hacían funcionarios politicos de la embajada de Estados Unidos en su sede principal a las 13:00 horas el día 11 de abril del 2002, cuando pleno golpe de estado estaba en marcha y ese canal incitaba la violencia y distorcionaba la situación tras su pantalla. Tal cual como lo reseña un documento parcialmente DESCLASIFICADO por el Departamento de Estado de EEUU, obtenido por esta escritora bajo una solicitud de la Ley de Acceso a la Información, de fecha 2 de mayo del 2002, un funcionario de la Oficina de Política de la Embajada de Estados Unidos en Caracas visitó a la sede de Globovisión a las 13:00 horas del 11 abril 2002 y estuvo reunido con su director, Alberto Federico Ravell justamente cuando oficiales del gobierno venezolano lo llamaron para pedir que “previniera que la marcha de la oposición fuera a Miraflores.” Pero, ¡que muestra de poder tienen los medios de comunicación venezolanas! Los visitan con frecuencia los funcionarios del Departamento de Estado en momentos críticos del país y hasta el propio gobierno venezolano los considera capaces de controlar grandes concentraciones de manifestantes y actores políticos de la oposición, algo que todos sabemos es cierto.
Y entonces, con ese poder vienen responsibilidades y deberes sociales. Tienen que obedecer las leyes del estado y mantener una ética profesional, y un respeto por todos los sectores de la sociedad. Eso significa que tampoco pueden promover y relacionarse de manera financiera o política con gobiernos extranjeros que abiertamente se consideran enemigos de Venezuela y que agreden y atacan el país de manera peligrosa, como es el caso de Estados Unidos.
Ninguna ONG (organización no gubermental), ni partido político, ni funcionario público, ni medio de comunicación o periodista debe recibir financiamiento y otras clases de apoyo de un gobierno extranjero sin mantener transparencia sobre esa relación y los resultados que produce. Casí todos los países democráticos del mundo imponen mecanismos para controlar las relaciones entre gobiernos extranjeros y entidades e individuos que ejerecen dentro del ambiente politico en sus países para asegurar la integridad y defensa de su nación. Venezuela tiene la obligación de hacer lo mismo urgentemente para frenar la creciente subversión que amenaza peligrosamente el futuro de esta gran patria.
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