Si el capitalismo está en crisis, una de sus mejores herramientas también padece una grave crisis. Los medios de comunicación, ya no ejercen tanta influencia en la audiencia, pues la comunicación y los avances tecnológicos están al acceso de cualquier persona con la llamada globalización, lo que es más interesante es el fenómeno de nuevas generaciones nacidas con la imagen y con una historia tan corta como la de las ciencias de la comunicación que permite tener no solo más alternativas para recibir o difundir información, sino que además ya no es tan impresionante la imagen como lo fue por ejemplo en la ciudad de Lyon, Paris, cuando los hermanos Lumiere proyectaron una película un Tren llegando a la estación. Para aquella ingenua audiencia, el tren iba a pasarles por encima y salieron corriendo.
Hoy, los dueños de medios se ven obligados a crear monopolios y a través de redes disfrazadas simulan un consenso de opiniones para manipular precisamente la opinión pública. Para el presidente Bush era imposible invadir Irak si no contaba con la complicidad de medios audiovisuales, impresos y radiales. En el 2002, el golpe de abril hubiese sido imposible sin la complicidad de todos los canales televisivos privados. Todavía así, los medios y sus monopolios fueron incapaces de manipular la opinión pública. Aquellas manifestaciones de chavistas frente a RCTV, exigiendo la verdad, quedará como un hecho histórico de la historia de las ciencias de la comunicación.
Sin embargo, los políticos aún le temen a los medios. Algunos conductores de programas, periodistas, opinadores de oficio, piensan que por tener espacio en los medios hacen comunicación. Comunicar no significa ni siquiera intercambiar información entre personas que no comparten los mismos valores e intereses. Ahora resulta que se puede debatir con el argumento televisivo desde un artículo de opinión en Internet, pero ello tampoco es comunicación. Porque de serlo, implicaría la aceptación del otro para establecer relaciones sociales que contribuyan al mejor desarrollo de la vida de los seres humanos. Es necesario entonces una propuesta política humanista que reformule conceptos, de lo contrario los medios serán un peligro para la comunicación efectiva de una sociedad, un peligro para la identidad y la cultura.
Es peligroso que una sola persona desde un programa de TV, un espacio radial o una columna de opinión se siga adjudicando el sentir del pueblo, o que sus argumentos son los únicos válidos para interpretar una realidad. No es dicha persona la que representa el peligro, en todo caso es un estúpido más, es la pasividad al no tomar en serio las ciencias de la comunicación, no profundizar las investigaciones y no reformular proyectos políticos que impidan la incomunicación, la anarquía total del discurso y se reduzca todo al comercio de una filosofía técnica y económica.
Más allá del dominio de la técnica se necesita una formación humanista, y allí está el problema en la formación de los periodistas, quienes van perdiendo su ubicación en los medios y ven como otras ciencias se abren a la comunicación dejando su función en segundo plano. ¿Periodistas en vías de extinción?, es posible en cuanto que los avances tecnológicos invaden todos los espacios y la ética o formación humanista del periodista se convierte en un cliché, un concepto vacío, dentro del mercado comunicacional. Por eso personajes como el Mataduras y Miguel Angel no tienen vergüenza de limitarlo todo a un negocio. Pero no existe ninguna discusión para solucionar el problema, es más, ni siquiera se está conciente de que el problema no es la cantidad de medios, ni siquiera en manos de quien están esos medios, y tampoco es suficiente equilibrar medios privados y públicos. En la formación, legislación y regulación venezolana en cuanto a medios se refiere hay siglos de pereza. Por eso CONATEL, al Ley de Responsabilidad, VTV, Telesur, la Ley de Telecomunicaciones, TEVES, etc. son alternativas insuficientes.
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