La SIP enlatando a millón humo y mierda

Cómo están aplicando los medios del mundo aquella táctica de Rómulo Betancourt: DISPAREN PRIMERO Y AVERIGÜEN DESPUÉS. Y claro, nunca averiguarán un carajo. Qué les puede importar. Todo tiene que ver con la guerra mundial, en la que está empeñado el imperio por destruir a nuestro presidente, de primero la SIP. El blanco ahora es bombardear sin contemplaciones la reforma Constitucional. Es la orden.

Los que están encabezando esta guerra son ciertos gachupines de mierda españoles, ya sean socialista o del PP. Da lo mismo. Pero qué admirable que aún veamos por el mundo españoles de la categoría moral de aquellos Cerberis, Yanez, Cevallos, Rosete, Antoñanzas, Zoazola, Boves, Calzada o Morales que en la guerra de independencia se destacaron tanto por vivir literalmente bañados en coágulos de sangre enemiga. Fieras que no se detenían ante ninguna bajeza, monstruosidad o vileza para eliminar a nuestros patriotas; que llevaban colgadas como preciadas prendas en sus hombros o pechos, orejas, narices o dedos de sus enemigos. De aquellas fieras surgieron en Colombia los que aplicaban en Colombia los llamados “corte de franela” y el “corte francés”, que consistía en que después de despellejar a las víctimas, les colocaban los testículos de guindas en la boca, y otras “lindezas” muy bien estudiadas. Eso era “dejar bien arregladito” al muerto, monstruosidades que respiran godismo del más refinado.

De esa catadura es por ejemplo el Pedro J. Ramírez, director del periódico “El Mundo” de España. Ese es “El InMundo” que hoy publica en titular y a full color lo de la lata de atún que se repartió entre los damnificados por el terremoto de Perú. Una lata con la fotografía del presidente Hugo Chávez, y el líder peruano Ollanta Humala. En la guerra de los medios a Pedro J. Ramírez (el Director de “El InMundo”) le sacaron un vídeo porque lo habían pillado haciendo el amor con una africana. En el vídeo se aprecia cuando la mujer lo sodomizaba con un aparato eléctrico. Pero Pedro J. Ramírez ni se inmutó: ese es el precio que ciertos magnates deben pagar para bautizarse como una Gran Puta de los Medios. Y no hay duda de que allí estuvo metida la mano peluda de Polanco, el recién fallecido dueño del Grupo Prisa (jeque de esa otra lacra llamada “El País”). Al Pedro J. Ramírez le acabó gustando el negocio: la inmundicia publicitaria, el comercio de los montajes para calumniar, insultar, degradar y destruir, por puros negocios, a quienes se le opongan. Hoy el asunto es Chávez, porque el ejemplo de este “tirano” es peligrosísimo para los intereses de los medios en el planeta. De aquellas degeneraciones Pedro J. Ramírez salió tan fortalecido (y mejor apoyado por el PP) que consiguió que Aznar repitiera en su presidencia..

El diario “El Mundo” fue creado por el PP para destruir a Felipe González, y lo lograron. Eso en España y en todas partes ya forma parte del juego limpio del capitalismo (el que en esta parte del continente la SIP aplica con saña desmedida.)

En más de treinta diarios del continente latinoamericano lo de la lata de atún apareció en grandes fotografías a todo color, sobre todo en Argentina, Perú, Paraguay, Brasil, Chile, Costa Rica, Colombia y Venezuela.

Maletín y Lata de Atún es el coctel ordenado por la SIP para esta semana. No importa que fuese horriblemente falso que Antonini hubiese almorzado con Chávez, que hoy “El Nacional” retruca con su invento con otro titular de película: “GOBIERNO SOSTIENE QUE EL EMPRESARIO NO PUDO HABER ALMORZADO CON CHÁVEZ. Lara rechaza declaración de Antonini en Argentina”.

Ya me imagino al mar de pobres escuálidos alarmados por lo de la lata de atún, y por lo que Antonini comería con Chávez en el fenomenal almuerzo. Llega a tal el cinismo de “El Nacional”, que ellos sabiendo ya que todo lo del almuerzo fue elaborado en los laboratorios de la SIP, replican muertos de la risa en la mancheta de hoy, 21 de agosto: “Es que Antonini estaba a dieta”.

Finalmente, hoy comprendo, más todavía, por qué Bolívar sentía tanto asco por la sangre hispana que llevamos en nuestras venas. Hoy me estremezco por esa sangre que puede tener algo de ese repugnante Pedro J. Ramírez, de Aznar o de Rajoy. Dios mío, desde cuándo esa clase de españoles nos vienen declarando una pertinaz Guerra a Muerte: la guerra de la esterilidad, del insulto y del bostezo. Tenía más que razón Bolívar en proclamar que era preferible replicarles atrozmente antes que sufrirla. El Libertador quiso hacer en parte un experimento de amputación que requería de una mano y de un pulso único. Desmembrar esa parte nefasta, mercantilista, esclavista, criminal, pedigüeña, aventurera y mercenaria que era la sucia España conquistadora que había emigrado hacia nosotros. Después de casi dos siglos de tan cruenta Guerra Muerte, la seguimos padeciendo. Habrá cambiado tal vez los nombres de las calles, de las plazas y el color del cielo; la moda del vestir y del caminar será diferente; las aldeas se habrán transformado en ciudades, las chozas erizadas de altos edificios y las recuas de mulas en ampulosos carros. Pero, en el fondo, el hombre macilento, el carácter a veces turbio, otras rabioso y dejado aquí por aquella turba de colonizadores aún causa estragos en nosotros. Domina ese carácter altanero que pretende ocultar la incapacidad o la ignorancia; esa árida y tenebrosa verborrea que rabiosamente protege a la mediocridad. Esos sindicatos, esas sociedades civiles o ONG’s, esas marchas plagadas de maricones superdotados; esos partidos y congresos que a fuerza de la estridencia de leguleyos y sus bajezas, quieren imponerse a trancas y barrancas. Perversos fariseos, que nos quieren vivir ahogando en vasos de agua, en el sopor de una agonía sin nombre. Verdea mucho de esa mala hierba dejada, digo, en nosotros por aquellos Boves y Cerveris, Cevallos y Rosetas… Magos en dividir, audaces en hacerse explotar y vender sus almas al diablo. Hasta orgullosos ahora por comer las mierdas de McDonald y dejar de lados sus patatas y jamones; iracundos besaculos de las novedades y de las potencias extranjeras más que nos las mandan; imitadores de todo lo malo que pretenden que nuestros países mantengan por siempre en el horizonte turbulentas nubes de tempestad política, de miseria, anarquía, desesperanza. Toda esa hierba mala habría querido Bolívar calcinaría con su voz y con su espada, y hay que ver la lucha en la que todavía nos devoramos por tratar de arrancárnoslas.

Dice Indalecio Liévano Aguirre: “El deseo de establecer una situación privilegiada para los americanos, aunque fueran enemigos, y una guerra sin cuartel contra los españoles, así fueran indiferentes, revela muy a las claras el propósito de Bolívar de crear una frontera definitiva entre España y América, de la cual se engendrara la conciencia americana frente a la Metrópoli. A la lucha de razas y de castas desatada por los caudillos españoles, que había hecho de la guerra de emancipación una guerra civil entre americanos, Bolívar contestaba con la guerra a muerte, destinada a transformar la lucha en una mortal contienda entre españoles y americanos, a unificar al Nuevo Mundo frente a la Metrópoli conquistadora.”

Que esta forma de guerra obedeció a la necesidad de establecer una tajante separación entre España y América, para poner término al engrosamiento progresivo de las tropas realistas con nativos del continente, y evitar el paso de desertores de las fuerzas republicanas a las del monarca hispánico, pero sobre todo cortar para siempre a esa monstruosa España que aquí trajeron conquistadores, curas y monstruosos malandrines.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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