Dos países: Venezuela y Globovisión

Si cuatro personas se reúnen en la esquina de El Carmen, y se forma una tángana, vemos al país Globovisión como el más real, como el más presente y vivo que la otra Venezuela con sus 27 millones de habitantes. El primer país vive en la más sana, dulce y gloriosa paz, en una suprema prosperidad nunca conocida; saboreando y defendiendo como nunca desde Bolívar, su soberanía.

En cambio Globovisión sufre una trágica tiranía. Es el país de la inercia del pasado que quedó en la añoranza más cruda de cuando aquí “se tenía de todo”, la tierra saudita con un güisqui a tres lochas, con grandes honorables pobladores con lujosas residencias en Miami, con carros de lujos, viajes en cruceros por el Caribe tres y cuatro veces al año; un paraíso perdido… Patria grande con gestas supremas en la historia que fueron esas entradas sin control de una barril negro y especioso…, y cuyos próceres y creadores están ahora huyendo por tierras de Centroamérica, por el Norte sublime y poderoso, por la vieja y emputecida Europa.

El país Globovisión se debate ahora entre nubarrones de dolor en cada segundo de su diario vivir. Con amenazas de allanamientos en todas en sus universidades. Donde no se respeta ninguna ley, donde los militares disparan todos los días contra el pueblo inocente.

Si el Presidente Chávez se dirige a la Nación para dar cuenta de su trabajo, de su obra y del rumbo del país, el otro presidente de la Resistencia, Federico Alberto Ravell aparece en Cámara para hablar de la gloria estudiantil que emula a la generación del 28, a las glorias encarnadas en Rómulo Betancourt, en la santa y dulce Iglesia católica nunca vencida siempre vencedora; en la fuerza motriz de su Estado en pugna tenaz para salir de los atolladeros de la historia presente en la que se ahoga; en su empresariado y en los hombres que le han dado nobleza y grandeza a ese país eterno que pervive por encima de toda muerte y conmoción de negros, chusmas y muertos de hambres.

Venezuela habla de la vida, de la lucha, de la alegría de los campos y de los barrios que se levantan a pesar de las grandes dificultades que han llevado a cuestas.

Globovisión habla de los héroes que un día mataron a un fiscal llamado Danilo Anderson quien trató de estafar, de robar, de aterrorizar a honorables e industriosos ciudadanos que nada han tenido que ver con golpes de estado sino con sus trabajos, con sus empresas.

Venezuela vive en paz, con planes para encarar sus necesidades y vencer la vieja apatía de las comunidades que nunca habían asumido su propio destino: luchando a brazo partido con los temas de la educación, vivienda, salud y producción de alimentos.

Globovisión vive en guerra, en el monocorde llamado a prepararse porque se avecinan tormentas que nos arrasarán a todos. Donde perderemos a nuestros, carros y apartamentos: huidas en balsas, en que ya se elaboran las libretas para una espantosa escasez de alimentos. De niños que son torturados en cuanto tratan de quejarse.

Mientras Venezuela tiene relaciones con todos los países, soberanamente, con acuerdos para engrandecer y fortalecer la Nación. Globovisión tiene relaciones con un solo país: Estados Unidos.

Ahora bien, estos dos países están en pugna, digo, en guerra permanente, monocorde, voraz. Antes Globovisión era mucho más fuerte y en una gran batalla tomó las mejores fortificaciones de Venezuela. Clavó su bandera triunfante y una acción relámpago, audaz y valiente y se instalaron sus generales en el propio palacio de Gobierno. De eso han pasado ya casi cinco años. Pero aunque luego Venezuela reaccionó y pudo recuperar su sagrada tierra, su sagrado mando, dándole a Globovisión una paliza tremenda, diezmando sus fuerzas, y haciéndola retirar a sus posiciones escuálidas y asustadas, lo cierto es que nunca ha sido vencida del todo. No ha dejado de luchar, tratar de revivir en todo momento su gesta suprema del 11 de abril de 2002. Todos los días la recuerda y sueña con volver por el centro vital de la capital de Venezuela, por el nervio que conecta a todas las demás vitales funciones del Estado y colocar de manera definitiva su bandera de las barras y de estrellas.

No se crea que Globovisión es un país débil o en vías de poder desaparecer en poco tiempo. No. Globovisión ocupa portentosas ciudades y alcázares casi invencibles: Tiene un cuerpo de lucha probado en mil milenarias batallas, llamado el Poder Judicial, el Músculo de la Producción (esencialmente importador de alimentos), la Fe de los diabólicos obispos... Tiene las columnas de sus ejércitos estrellas concentrados en batallones también invencibles llamadas las Universidades Autónomas y Academias. Al grito de “a la carga”, todos estos batallones se enfilan para dar rabiosas arremetidas, en las que hay que reconocer que Venezuela sufre muchas tenebrosas bajas. Además y es lo más clave, en Inteligencia supera a Venezuela, porque tiene infiltrada sus mejores tropas.

Lucha diaria, pertinaz, sin tregua. Como en Troya. Siempre ardiendo Troya. O sea.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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