No es nada nuevo. El establishment
jamás premiará la disidencia, sino la pleitesía. Es, prácticamente,
una naturaleza animal que nunca conspirará contra sí misma. El sistema
dominante, sea de castas, religioso, colonialista o imperial, permanentemente
buscará entre sus dominios poéticas inspiraciones para perpetuar su
enclave.
Si posee una colonia que se debate entre acólitos e independentistas,
naturalmente intentará crear la matriz de opinión de que el hombre
sin libertad -para no decir esclavo- es un corolario de felicidad si
tiene la ventura de tener un amo magnífico. Y, en efecto, el aparataje
de poder instituido, en todos sus ámbitos funcionales de maquinaria
de Estado, tendrá atisbos de generosidad y reconocimiento para "pescar"
situaciones convenientes de manejo de conciencias. Sin ningún rubor,
infiltrará un periodista en la zona rebelde -por decirlo de algún
modo- para que retrate indeseable situaciones que sólo tienen ocurrencia
en aquellos lugares alejados de dios y la ciencia, es decir, donde ellos,
el sistema, no tutela.
Inmediatamente la imagen, testimonio o historia, dará la vuelta al
mundo acompañada con el melifluo lema de que lo contrario es infernal
y lo afecto es deseable y progresista.
Pero el conglomerado de fuerzas dominantes
alcanza el orgasmo imperialista cuando no es uno de los suyos sino un
lugareño el que se ofrece o se presta sin saberlo para realizar la
proeza, obteniéndose algo así como una Oda a la estupidez o inconsciencia
humana. Nada mejor que uno de los propios para que hable, desde
adentro, de lo subdesarrollado que es vivir sin manto tutorial de las
fuerzas progresistas del mundo industrializado, capitalista y, para
más ñapa, imperial o neo imperial. Entonces podrán los pueblos en
cuestión -bajo subyugación o en trance de serlo- hallar en los titulares
nacionales e internacionales paisanos hablar de la estupidez propia,
de la miopía intelectual o brutalidad de quienes en su comunidad se
atreven a cuestionar los beneficios de la cultura, la libertad, democracias
y valores progresistas, todos entre comillas. Hablamos ya, por ejemplo,
de la imagen de una pila de niños muriendo de hambre en los territorios
de la gente renegada, o de mujeres violadas, o de retratos de inútiles
próceres de la independencia que, como dioses en el olvido, ya no rinden
favores.
Por supuesto, nadie en una situación como la descrita tiene culpa.
Ambos, victimarios y víctimas, son inocentes. Los unos llevados por
un cinismo visceral que no se detiene en sí mismo y que responde expresamente
a mandatos de una salvaje naturaleza ilustrada; los otros, podridos
de ignorancia, yendo contra sí mismos, tampoco cayendo en la cuenta
de que son unos peones de su propia inconsciencia, mirando hasta normal
que lo propio es basura y lo extraño mejor.
Semejante estado de barbarie, en sus extremos, parece constituir el
perfecto amor civilizatorio, los amores eternos, las gemelas almas,
la idea esa de ser el uno para el otro. Al menos así lo expreso, y
probablemente yo mismo no ande exento de algún tipo de atadura psico-cultural.
Cosas como las dichas vienen al pensamiento cuando unimos cabos y relacionamos,
por ejemplo, el impasse reciente entre Hugo Chávez y el Rey
Juan Carlos de Borbón, y el pasado Premio Rey de España que le entregasen
a un periodista venezolano por mentir sobre los hechos de abril de 2.002,
cuando el golpe de Estado de la derecha en nuestro país. Un rey manda
a callar a aquel a quien no se pudo derrocar a través del golpe y el
premio en su nombre se le entrega a quien de algún modo lo ataca. Es,
en fin, ni más ni menos, lo que acabamos de mencionar arriba: un lugareños
yendo contra los suyos y rindiéndole pleitesía a un trasatlántico
molde del poder, monárquico en este caso. Un poder instituido, o una
matriz de opinión sobre él, cazando y acechando lugareños para premiarlos
por velados y pequeños actos de traición que ellos luego convierten
en piezas comunicaciones de su discurso dominador.
No se vaya muy lejos y mírense los premios del concurso de CNN en español
Fotografía periodística objetivo 2007, todos ellos un poema a
la deconstrucción nacional disfrazado con la musa de la denuncia social
o histórica. Claramente se nota el sentido peyorativo, de orientación
política, de la mayoría de las fotografías ganadoras. Como si se
titulara el evento Estupidez y atraso de sudacas o latinos en tiempos
de cambios, aludiéndose explícitamente a las corrientes de revolución
social que soplan en América Latina y arteramente sembrando la matriz
de opinión dicha de que lo propio e independiente es degradante y lo
sujeto y extranjero es progresista.
En este sentido la matriz imperial no escatima gastos y entrega premios
a granel, y los galardonados, como a Disneylandia, tienen la oportunidad
de visitar los estudios de CNN en Atlanta y mirar las astas del poder
por dentro, sin desperdiciar el galardonado la ocasión, por supuesto,
de denostar de los suyos desde los micrófonos y cámaras de origen.
No es casualidad -¡no!- que el ganador del gran premio sea un venezolano,
el representante del país que hoy está en el ojo del huracán político
internacional ante la incomodada faz del poder mundial, celoso de perder
al país como colonia proveedora de materia prima industrial y energética.
En el esfuerzo por mantener a raya los brotes de dignidad soberana no
habrá de escatimarse nada, y todo aquello que pinte un futuro de miseria,
incertidumbre, atraso, miedo, es excelente material explotable psicológica
y comunicacionalmente para perpetuar el estigma subyugador.
A continuación la fotografía ganadora del gran premio, con su respectiva
leyenda al pie. Saque usted su conclusión.
<a href="http://www.cnnobjetivo07.com
Y así, mirando el resto de las imágenes
premiadas, podrá usted encontrar otros poemas premiados que nos pintan
un panorama aterrador en nuestra América, si es que decidimos quedarnos
con nuestros dioses y próceres, como Bolívar, por ejemplo, para nombrar
la mayor figura de invocación político militar. La siguiente imagen,
de un concursante colombiano, nos presenta a un indigente con su bolsa
de latas transitando frente a la que fuera la casa del Libertador, como
si se dijera, para efectos manipulares imperialistas, que con semejantes
símbolos históricos el porvenir de la patria es apocalíptico. De
ahí -se dirá- a presentar a un ejecutivo parado contemplando el busto
de George Washington como una imagen ganadora también hay poco trecho.
(Ver misma dirección)
Por supuesto, no deben interpretarse
las palabras de este artículo como un acto de censura a la expresión
de arte que pueda haber en una obra determinada, ni debe creerse que
las personas que enviaron sus imágenes a concursar sean unos redomados
vendidos al interés extranjero. Nada de eso. De hecho, siendo realistas,
la miseria existe en muchos planos de la América Latina y el trabajo
de la denuncia social es necesario y es hasta loable que sea premiado.
Pero todo ellos pierde su virtualidad cuando la denuncia se sirve en
la mesa de quienes se interesan por la deconstrucción de los valores
propios de nacionalidad, historia e idiosincrasia.
Y no es que una denuncia de un problema determinado presentada ante
quienes constantemente están interesados en caotizar tenga menos visos
de realidad que otra presentada ante otra instancia. Nada de eso tampoco.
El problema existe porque existe, del mismo modo que un limón aquí
y allá será siempre agrio. El asunto que preocupa esencialmente será
un asunto de conciencia, y para quienes ganan los premios desde aquí
se les felicita en tanto su trabajo se mueve en el marco de la estética,
pero también se les alerta cuando a través de la emoción de un premio
se les invita a degenerar, reconducidamente, su patrimonio ambiental,
histórico y hasta personal.
De todos modos desde aquí proclamamos la libertad de conciencia para
aquellos que rechacen cualquier crítica, y proponemos al trabajo artístico
como generador de una materia en sujeción a la crítica, el dilema,
el análisis y toma de conciencia.
Se crea artísticamente para generar belleza, en su espíritu griego,
pero de la belleza hablamos todos los mortales desde un plano magistral,
teniendo el poder para la crítica y la controversia. La obra de arte
no es intocable.
Usted vea el resto de la fotografías ganadoras, todas denigran histórica,
política y nacionalmente. Hasta el grado que podríamos decir que muy
fácil ganar un concurso en CNN; baste nomás con mostrar un cúmulo
de porquería frente al busto de un personaje histórico o de una oficina
gubernamental de un específico país en rebeldía ante el interés
del poder mundial institucionalizado.
Más del autor en <a href="http://zoopolitico.blogspot