A partir de 1992 hay un nombre que gira alrededor de distintos hechos políticos en nuestro país. Ya han transcurrido quince años.
Los expertos en el análisis del discurso, en el futuro, porque en el presente están absolutamente trastocados, se darán un banquete lingüístico desmontando categoría por categoría lo que "sesudos intelectuales" produjeron. Por más de tres lustros caricaturistas, columnistas de prensa, conductores de programas de opinión en la televisión, han pugnado por ver quién ha lanzado el peor epíteto al personaje en cuestión.
Periodistas muy altivos hablan de "el innombrable", otros machacan el artículo "él", sólo para no nombrarlo.
Viejos políticos dicen, con voz despectiva "el autócrata" (sic).
El nombre de Hugo Chávez se ha convertido en la sombra de todos aquellos que defenestran de su persona. Desde las primeras horas del día hasta que las sombras nocturnas los obligan a retirarse, estas personas lo único que hacen es construir o inventar retorcidas historias, pasajes y episodios, donde el nombre que sale a flote es el del Presidente.
Nunca como en esta hora de pena para el periodismo nacional, los medios de comunicación han jugado un papel tan deplorable. Irrespetando todas las normas éticas, cada día lanzan más lodo sobre la profesión por la invención sin mesura de historias amarillistas. A esto se suma el desquiciamiento manifiesto en grupos de la oposición, cuya obsesión sigue siendo salir de la figura del Presidente de la República.
En el orquestado plan que padecemos desde hace seis meses de acaparamiento, desabastecimiento y especulación, participa no sólo la derecha venezolana sino el financiamiento foráneo activo, con el mismo enfermizo objetivo de sacarlo del poder. El Gobierno viene desmantelando los mecanismos de importantes corporaciones incursas en el contrabando de extracción.
Observamos de nuevo a grupos de la oposición que como brigadas de choque se ubican en automercados; reconocidos centros de distribución de medicamentos; en concesionarias, diciendo a grito batiente: "no hay productos", "no se consiguen las medicinas"; "todo escasea".
"El diablo está en Miraflores"; "mientras la pesadilla esté no podremos vender ciertos carros". Anverso y reverso. Todo gira en torno al Presidente.
Periodista / Prof. universitaria