“Perros del periodismo”, son de Pavlov

Los medios de difusión de embustes, y la “Iglesia”, responden a un modelo de sociedad que no se corresponde con los intereses de la mayoría del pueblo venezolano sino con la élite plutocrática y malucona.

Cuando tú lees o miras una noticia en el periódico o en la pantallita de la tele, privados, no percibes la verdad sino embustes, es decir, que percibes la opinión sesgada de perros pavlovnianos, entrenados para mentir.

Esa jauría no está confundida sino que es amaestrada- en su centro de entrenamiento, la escuela de periodismo-para mentir

La información es un derecho humano, por tanto, inalienable, no obstante, la jauría la convierte en mercadería para sus amos quienes la explotan comercialmente a la vez que esclavizan al pueblo.

Hacer reñir-a diario-la información y el conocimiento, para distorsionar la toma de decisiones políticas, por parte del pueblo venezolano, es peor que un crimen. Por ejemplo, si falta agua en un barrio de Caracas, “perros y perras” no atribuyen el caso al verano o a una falla técnica de Hidro capital sino, al “Tirano Chávez” y, por ahí se largan con toda su cadena de denuestos, sapos y culebras.

El pueblo sabe que las noticias de la prensa privada venezolana no coinciden con la realidad pero, por estar sometido día y noche a las perturbaciones informativas subconscientes-monitoreadas desde USA, para tumbar a Chávez-suele inhibirse, a veces, tal como sucedió durante el referendo para aprobar la reforma constitucional.

La estrategia de esos sinvergüenzas es confundir o inhibir al pueblo mediante la siembra de miedos, tal como quien siembra tomates. No hay que olvidar que los “perros” tienen un olfato muy fino y lo usan para cazar a su presa, en este caso, el pueblo, si está desinformado. Tan detestable estrategia de los apátridas, pretende soslayar las leyes del Estado venezolano para ellos erigirse en árbitros y, jodernos, especialmente si CONATEL no hace cumplir las leyes.

La violencia en Venezuela tiene sus raíces enterradas en el pasado. Durante la IV República, Betancourt ordenaba “matar primero y averiguar después”, lo que a la prensa privada le solazaba, hasta se babeaban de placer, Piñerúa-Ministro de Interior-ordenaba instrumentar un “Hampoducto” hacia las colonias móviles de El Dorado, se aplicaba la “Ley de vagos y maleantes” a cualquiera, bastábase que un policía se “enamorara de ti” y ya estabas dentro del hampoducto, y la prensa privada lo celebraba. Pero, ahora, esa misma prensa habla hipócritamente, contra la violencia que ellos mismos contibuyeron a fomentar.

El comportamiento violento no se desarticula ni con premios ni con castigos sino con una formación eficaz para los muchachos y nada mejor para formar, que el trabajo, entre otras cosas.

La televisión privada, propala violencia y sexo irresponsable. El autoritarismo practicado en las cárceles y en las escuelas, igual que la tele, conduce a la violencia, la prensa privada, ha fomentado esa violencia de la que ahora pretende lavarse las manos y la cara. Ellos-la prensa-son culpables de ese malestar social pero, ahora pretenden salirse por la tangente y acusar a Chávez de culpable.

Hay que modificar la enseñanza que se imparte en las escuelas, llevar a los niñitos, al mercado, a oler las frutas, a tocarlas, a ver a la gente trabajando, a explicarles de donde viene el repollo, la leche, el papelón. Hay que llevar a los muchachos del liceo a los talleres, en visitas guiadas, que vean doblar una cabilla, desarmar un motor, cepillar una tabla. Hay que llevar a los de la Universidad, a coger un pico y una pala, a pegar un bloque, etc.

La prensa privada es hipócrita, embustera, cipaya y maluca y hay que pararles el trote. Hay que aplicar la ley Resorte, con todo rigor, a tales sinvergüenzas, porque el daño que pueden hacer a futuro es peor que las consecuencias de confiscarles ahora mismo, la concesión radioeléctrica, que es del Estado.

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com


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Guillermo Guzman


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