Telesur asestó un duro golpe a la política de terror del gobierno colombiano a través de paramilitares y sectores del ejército. El drama de las víctimas del conflicto en Colombia nuevamente busca un espacio para denunciar ante el mundo lo que pasa, lo que sucede durante años y seguirá sucediendo si persiste el Plan Colombia y la presencia militar norteamericana. No es que Telesur haya descubierto las causas del conflicto, sino que en los últimos años la comunicación en red ha sido dominada por sectores económicos que se benefician del conflicto de manera indirecta. Las principales cadenas televisivas de Colombia Caracol y RCN han silenciado el conflicto, incluso cuando “informan” algunos hechos violentos, los cuales son simplificados, descontextualizados o arropados por una avalancha de información basura. En este momento, hasta el presidente Uribe es una consecuencia de las relaciones de poder y la violencia para controlar dicho poder. La marioneta de un sistema norteamericano, cuya red de medios de comunicación luchan por prolongar la existencia de un modelo económico. CNN, Foxs News, entre otras, expandieron un modelo comunicacional aprendido y emulado en otras naciones que comparten los intereses del sistema. Globovisión, Venevisión, RCTV entre otras, incluso a través de sus “ingenuas” telenovelas fortalecen el sistema de comunicación en redes y se mezclan con otras industrias del entretenimiento. Ello explica el analfabetismo político del cantante Alejandro Sanz con respecto a Venezuela y la solidaridad autómata de Shakira.
En el gobierno venezolano abundan los análisis, pero muchas veces no son más que conjeturas y conceptos vacíos, hoy día sin mucho sentido. En el MINCI, en el Canal 8, entre otras áreas comunicacionales del gobierno se percibe una lucha entre Doña Barbara y Santos Luzardo. El problema se agrava por ejemplo cuando el análisis del 2 de diciembre está plagado de demagogia, hipocresía y medias verdades. Una errada comunicación ha planteado una estúpida lucha entre el poder constituido y el poder constituyente, una errada comunicación ha convertido la lucha contra el paramilitarismo en una propaganda a favor de las FARC, pero sobre todo la comunicación mal comprendida crea unos íconos revolucionarios o líderes de oposición que son producto de la imaginación. Las denuncias de Luis Tascón y el Padre Palmar son igual de demagogia, las motiva una falsa moral que destruye la comunicación. El plan humanitario de Uribe no es humanitario, es comunicacional, precisamente para impedir la comunicación de las víctimas de la violencia y de las FARC con el resto del mundo. La ética de Globovisión es similar a la de un violador de niños, y su repentina valentía ante un supuesto gobierno dictatorial que busca cercenarles su derecho a mentir, se limita en seleccionar hechos cuya deformación permitan la producción y manipulación de afectos, curiosamente una de las tareas que lideran, según Antonio Negri, la posmodernización de la economía global.
La red comunicacional para decir la verdad es débil, no cuenta con la tecnología y las personas calificadas, no tiene la inmediatez ni la malicia para desenmascarar manipulaciones. No es solidaria, ni unida, pues presenta sectarismos y el mal del protagonismo político. Subestima la investigación y el poder de la ética. Por eso no podemos entender desde cualquier rincón del país la realidad política en las cuatro paredes de Miraflores.
Davidjavier18@gmail.com
Davidjavier18@hotmail.com