En Venezuela se deja que los medios de comunicación escritos, visuales y/o sonoros hagan lo que a sus dueños le de la gana y por ello es que incluyen en sus pautas informativas las mentiras más descaradas, distorsionan las noticias, alientan para que se insulte a cualquier persona del sector público o privado sin importarles para nada se arrastre por el piso el honor de aquella, y se regodean al atemorizar con fantásticas hecatombes a quienes están en sintonía de aquellos medios, tan es así, que a cada momento vemos como algunas personas salen a decir y a regar por las calles cualquier sandez que haya escuchado o leído, mientras los dueños de medios se sienten inmunes a que se les aplique las leyes por estar protegido por la bestia; la libertad de expresión. Los Jueces del Poder Judicial son incapaces de enfrentarse a esa bestia, por lo que no hacen mayor caso cuando alguien les plantea ha sido ofendido en su honor en tal o cual programa de radio o televisión o en determinado periódico; por lo que habría que considerarse que el honor de las personas es algo sagrado y crearse tribunales que se encarguen especialmente de este asunto del honor y así facilitar a todas las personas que se sientan ofendidas de viva voz o a través de los medios de comunicaciones a acudir a esos tribunales.
Ningún venezolano podrá negar que el Presidente de la República de Venezuela es un hombre trabajador, tolerante, sensible, solidario y perseverante, él se ha dedicado por entero a sacar a Venezuela del triste lugar en que la oligarquía y los apátridas de este país la colocaron, sin embargo, existen algunos medios que le lanzan todos los días sus criticas injustas y falsean informaciones; y no le reconocen ni una sola obra exitosa realizada por su gobierno. La libertad de expresión, que aquí es respetada en demasía por el gobierno, es cotidianamente confundida con el libertinaje de la expresión, siendo de ésto de lo que hace uso muchos medios y tal cosa no debería permitirse; tal como no se permite que alguna persona ande por las calles conduciendo un automóvil como un loco y al ser detenido argumente que en Venezuela existe libertad de tránsito. En todos los países del mundo existen normas de comportamiento ciudadano y en ninguno de ellos las libertades son ilimitadas, pues las autoridades tienen que evitar que personas exaltadas abusen de los derechos ajenos.
En Venezuela se tolera que algunas personas llenas de odio y envidia se presenten en las estaciones televisoras y radiales y pasen el día lanzando al aire mensajes mal sanos, denigrantes y hasta hagan apologías al delito tratando de desestabilizar al país y aupar insurrecciones, sin importarles para nada el grave daño que causan a los niños y jóvenes venezolanos, pues tanta ignominia difundida permanentemente por la televisión y la radio deforman sus mentes y destruye el esfuerzo que las familias hacen por criar con dignidad a su descendencia. No, no es posible que ésto pueda continuar por más tiempo, es necesario que el Presidente de la República tome las medidas apropiadas, él es el máximo guía de la revolución bolivariana y por ello debe ser el primero en frenar lleguen mensajes perversos que dañan la mente y el espíritu de su querido pueblo.
Ya se dijo que el Presidente venezolano es un ser muy tolerante, pero él sabe que la tolerancia tiene un limite y que al llegarse a éste ninguna autoridad pública puede permitir se siga más adelante, porque al traspasarse ese límite se trasgrede las leyes y entonces toda persona revestida de autoridad está en la obligación de cumplir y hacerlas se cumpla; según lo juro al asumir el cargo. ¿Como puede ser posible que algunos medios de comunicación entren a los hogares y envenenen las mentes de millones de niñas, niños y adolescentes con mensajes nocivos y ellos inciten a un mal comportamiento de las futuras mujeres y futuros hombres de la patria? El pueblo ahora sabe que el espectro electromagnético no puede utilizarse para perjudicar a quienes son su dueño, todo el pueblo venezolano, por lo tanto, su mandante autorizado para otorgar alguna concesión tiene que ser muy celoso en administrar ese bien y por nada en el mundo permitir que un concesionario lo utilice según su libre y particular albedrío; menos aun si se ha comprobado que aquel concesionario carece del más mínimo escrúpulo.
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