Después de haber perdido la brújula de manera interesada y haberse convertido en vocero de los monopolios mediáticos del país, algo inaudito ocurrirá hoy en las elecciones del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela.
Lo absurdo y antihistórico que sucederá este jueves 19 de junio dentro del gremio periodístico venezolano, es que Alberto Federico Ravell, en representación del partido oposicionista Globovisión, Miguel Henrique Otero, dirigente de la llamada organización política Movimiento 2D y patrón del diario El Nacional, y Miguel Ángel Capriles, mandamás de la Cadena Capriles, se disputan a cuchillo la presidencia del CNP.
Para ventilar este forcejeo electorero, los dueños de las empresas mediáticas utilizaron como sus suplantadores a un grupo de periodistas que “adoran las poltronas y las prebendas corporativas y que olvidaron la vida real del ejercicio del periodismo”.
Como no quiero nombrarlos, sólo daré algunas características de cada uno de ellos, para que los lectores -por propia iniciativa- puedan identificarlos. A saber: “William Echeverría con la Plancha 2008, conformada en su mayoría por comunicadores sociales que hacen vida en Globovisión, y Manuel Isidro Molina por la Plancha 1, respaldada por periodistas de la Cadena Capriles” (Diario La Verdad, 19 de junio de 2008).
“Para la seccional Caracas hay tres opciones: La Plancha 2008 con Roger Santodomingo, en la que también aparecen periodistas de Globovisión como Rafael Fuenmayor y Mariana Gutiérrez; la Plancha 1 con Gisela Rodríguez a la cabeza, y Mariana Martínez y César Torres, de El Mundo; y por la Plancha 69 opta para la secretaría Hernán Lugo Galicia, con el respaldo de otros periodistas de El Nacional como Cecilia Caione y Laura Weffer” (Diario La Verdad, 19 de 2008).
Es decir, Ravell, Bobolongo y Capriles ordenan a los miembros del CNP la deglución acrítica de mantras prefabricados en las salas de redacción de sus medios. O sea, candidatos que sólo son figuras decorativas limitadas al alto patrocinio y al soporte de una cuarta república mediática reencauchada, desactualizada y con claras ambiciones de poder.
Para comprobar el hambre de poder que tienen los susodichos, le concederemos la palabra a José Gregorio Vásquez, secretario privado de Carmona Estanga en el golpe de Estado del 11 de abril de 2002, quien en su articulo Mi paso por un gobierno breve escribió lo siguiente: “Los voceros por los medios fueron Otero y Granier. Particularmente Granier hizo una excelente exposición sobre lso errores cometidos y la búsqueda de soluciones. Carmona asentía. Gustavo Cisneros tomó la palabra para pedirle al Presidente que dejara en manos de todos ellos la gestión comunicacional del gobierno, Carmona aceptó. Por consenso decidieron que fuese Alberto Federico Ravell el encargado de hacer las postulaciones. Alberto propuso a Gilberto Carrasquero para presidir Conatel, entonces Carmona se volteo hacia Patricia Poleo y le ofreció la OCI, pero Alberto Federico interrumpió pidiéndole a Carmona un voto de confianza y proponiendo a Fernán Frías par ese cargo, Carmona aceptó y pude ver cómo se le descomponía el rostro a la Poleo”.
Esas 116 palabras testimoniales de José Gregorio Vásquez son suficientes para desenmascarar a “la ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante” que es dueña de los medios de comunicación en Venezuela.
Por lo visto, al servir de testaferros de los empresarios de la comunicación, se constata una realidad irrebatible: los mencionados periodistas representantes del globoperiodismo y del terrorismo mediático, carecen de la munición intelectual para entablar un diálogo con la mayoría de un gremio que exige transformarse profundamente, desde el epígrafe hasta el despies.
Eso vendrá, porque la implosión es inevitable.
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