Siempre he sostenido que estamos al frente de una oposición que nunca tiene algo beneficioso que mostrarle al país, cuestión que, por supuesto, llega a su máxima expresión en momentos tan cruciales como los procesos electorales, cuando la población espera que le presenten programas y proyectos concretos, convincentes, en función de darle más poder al pueblo y continuar el rescate de las personas más necesitadas.
He expresado que ante la carencia de planes de los candidatos de la IV República, supeditan su estrategia en esperar que el presidente Hugo Rafael Chávez Frías, hable, para armar un discurso sustentado en una respuesta que no es más que un ataque para descalificarlo y mal ponerlo ante la opinión pública.
Los opositores son una especie de francotiradores mediáticos, que se encuentran a la caza de cualquier movimiento de Chávez, para soltarle una ráfaga verbal.
Incluso, por ahí escribí que si no declara en un mes, los candidatos de la oposición carecerían hasta de mentiras para decirles a los electores.
Pero eso es un supuesto, porque el comandante no callará y menos ahora, sin embargo, ha tomado decisiones y formulado declaraciones que dejaron a sus adversarios contra las cuerdas.
En primer lugar, derogó la ley de inteligencia y contrainteligencia (LIC). Pensaron que tendrían tema para dispararle hasta el 23 de noviembre, pero fallaron.
Bien lo expresó la diputada Cilia Flores, presidenta de la Asamblea Nacional, al referir que sectores de la oposición han cuestionado la decisión del Mandatario Nacional, porque les quitó los elementos para atacar al Gobierno bolivariano.
Los opositores han intentado reaccionar, pero les ha sido cuesta arriba. Arremetieron diciendo que el comandante se equivocó, como si errar y rectificar fuera delito.
No admiten que el presidente Chávez entregó la responsabilidad a la Asamblea Nacional de realizar una ley, porque tomó en cuenta las críticas serias que hicieron dirigentes del oficialismo y por qué no decirlo, de la oposición.
Pero los enemigos son incapaces de reflexionar sobre el hecho de que si los políticos de la IV República admiten y rectifican tanto desacierto, no lanzan a este país por un precipicio.
En segundo lugar, el máximo líder del proceso venezolano, en uno de sus Aló, Presidente, llamó a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), para que liberen a los rehenes a cambio de nada y expresó que en la actualidad los grupos armados no se justifican, porque la guerra de guerrilla pasó a la historia en Latinoamérica.
La oposición tenía un comodín con Chávez y la Farc, que le garantizaba atacarlo en el momento en que lo creyeran conveniente, con la excusa de una supuesta relación con el grupo insurgente.
Pero estas aseveraciones del jefe de estado también los dejó fuera de base. Hasta el presidente de Colombia Alvaro Uribe, lo elogió por esa posición.
Sin embargo, sus enemigos se las ingeniaron y respondieron con plomo grueso. Le atribuyen un supuesto viraje en su posición, por la información que según la Interpol y el Gobierno colombiano, hay en la computadora de quien fuera el segundo hombre de las Farc, Raúl Reyes.
En ese sentido, injuriando y vilipendiando, los detractores de este país se mantienen en el escenario político de cara a los comicios de noviembre. No cuentan, repito, con proyectos de gobierno para la gente. Aunque, ante 40 años de mentiras, imposible que a estas alturas haya alguien que les pueda creer.
La computadora de RR ya es un tema trillado, en el que muchos especialistas se han cansado de demostrar con argumentos científicos, técnicos, policiales, judiciales, que no hay nada desde el punto de vista legal.
Igualmente Chávez sostuvo una reunión muy fructífera con los empresarios y condonó una deuda cuartorepublicana a unos transportistas. Me temo así, que a los francotiradores mediáticos no les queda más que continuar su caza, porque el Presidente, por lo menos en este momento, se les volvió a salir de la mira.
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