De periodismos

Fecha oportuna ésta para rememorar los tiempos en que nuestro periodismo respondía a las normas éticas que deben guiar a esta profesión. En los primeros años del siglo XIX nuestra prensa escribió agudas páginas donde el debate y la confrontación política constituían su norte. El empeño en aquel tiempo era acceder a una imprenta, ya que esto permitiría editar un periódico que, aunque pequeño, pasaba a ser la artillería del pensamiento, como la catalogó el Libertador.

Aquellas décadas marcaron el sendero de un periodismo signado por la lucha política.

Desde la gesta independentista el debate fue frontal. Conservadores y liberales plasmaron las páginas de un dinámico periodismo que seguía siendo político. En el siglo XX los períodos de Castro, Gómez y Pérez Jiménez cubren buena parte de esa historia periodística. El humorismo, la sátira mordaz, el ataque al poder constituido, estuvieron presentes.

En la IV república, la confrontación condujo a la insurgencia de la guerrilla contra un Estado represivo y complaciente con las fuerzas económicas que predominaban en el país.

Visiones antagónicas se confrontan durante los primeros 15 años del puntofijismo. Las páginas de la prensa sirven de vertedero para este debate. La represión, encarcelamiento y persecución de periodistas, así como el cierre de órganos de prensa proliferaron. Por fortuna, esta historia está escrita.

Los disociados analistas, historiadores e investigadores del periodismo son muy dados a hablar de las épocas dictatoriales en Venezuela. Incluyen por cierto a la actual. Hablan de censura a los medios, de persecución y encarcelamiento para los periodistas. Expresan con rabia que hay autocensura y que el régimen ha creado una malévola y demoníaca red de prensa y de medios. Nada de esto es real.

Vale la pena detenerse y reflexionar sobre el periodismo que se hace por estos días en Venezuela. Nunca como ahora éste ha estado al servicio de intereses antinacionales y apátridas. Todo lo que lesione a la nación será festejado por éstos. Un ataque desmedido signado por el odio que algunos profesan y creen que comparte la mayoría. Error tras error. Las redes mediáticas, bien es cierto, son poderosas. Su alcance es significativo. La verdad, no hacen mella en el pueblo.

Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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