En estos días y por casualidad, tuve la oportunidad de ver un programa en un canal de la televisión venezolana, que por lo que pude captar, tenía la intención de “informarle” a las venezolanas y venezolanos sobre los esfuerzos que realizaba una mujer para poder participar en un festival de “gorditas” que la hiciera sentirse como mujer. Logre ver que a la pobre mujer (pobre de verdad) le colocaron una inyección para quitarle una grasita y al rato apareció en cámara una animadora que se limitó a decir: “eres otra mujer y te ves sexy”.
Esta frase nos coloca frente a un hecho que ya conocemos. Especialistas y expertos que ya no lo parecen tanto (Antonio Pascuali, Santoro, Nery Mariño, Marcelino Bisbal entre otros) nos habían advertido sobre este fenómeno y hasta “la Marta Colomina” en su libro titulado “El Huésped Alienante” pudo mostrarnos ese mundo. La frase no comunica nada nuevo, simplemente nos ofrece otra oportunidad para comprender ese sórdido mundo de la TV y toda la carga de valores que impone y va modelando nuestra manera de asumir la vida. En el caso específico de la mujer que es un objeto recurrente en TV; el problema se complica porque además de ser utilizada como un objeto para vender cualquier cosa; ella es respetada y considerada como tal, si sus senos, trasero y piernas cuadran con unas dimensiones que imponen los medios y las empresas de publicidad.
Esa Frase: “Eres otra mujer y te ves sexy, no es una manera de decir algo; es un concepto. Si no se está bajo las dimensiones que sugiere el modelo de TV; la mujer no es que deje de ser mujer, pero casi se le percibe como una cochinita. Si la mujer es gordita no es bella, no es atractiva y no despierta ningún interés sexual. Si no encaja en se patrón, la mujer es casi un desecho y está prácticamente imposibilitada de ejercer la única función útil que ese modelo le asigna: Objeto sexual. Sirve únicamente para el sexo, siempre y cuando tengas unos senos y un trasero con ciertas y determinadas medidas.
II
Recientemente pude ver en un horario muy temprano una reseña en la cual una tal Madona se daba un beso (jamón como se decía) con un tal Britney Spears. En mundo globalizado bajo un determinado “patrón cultural”, esas situaciones ya comienzan a percibirse como hechos normales; sin embrago, habría que reflexionar y considerar, si la reseña o “información” de Madona besándose con la Britney, no altera el proceso de “identidad sexual” que niños y niñas deben irse construyendo sanamente. En esto, no hay posibilidad para aplicar el lema de “con mi hijo no te metas”.
He tenido información que la tal Britney Spears es una artista de esas que tienen todo el dinero del mundo y por los valores que circulan desde la TV, que son propios de esa sociedad decadente, la tal Britney es asumida y presentada como un “modelo de mujer” que seguramente muchas niñas y niños desean imitar. Esa Britney Spears (“modelo de mujer”) es alcohólica, le “mete” duro a la coca y ha sido un desastre, pero desde los valores que impone la TV y la farándula, es un “modelo” de mujer perfecta. Si la tal Britney Spears ha sido todo eso, pero es premiada como “artista”, queda al descubierto la miseria que tiene ese mundo. En el fondo (o sin mucho fondo), es bueno meterle a la droga, es bueno ser alcohólico y es muy bueno ser y parecerse al modelo que te imponen. Si la mujer no se ajusta a ese modelo, pierde la oportunidad de “ser otra mujer y ser sexy”.
La belleza en la mujer es solamente posible si asume ese modelo. Sexualmente sirve (como objeto), si tiene las dimensiones que exige la norma. Si no es así, es casi una cochinita. Pero si a la mujer la hacen ver como una cochinita y ella efectivamente se lo cree; el sistema y el modelo le ofrece la oportunidad de vivir el sueño de “ser otra mujer y ser sexy”, colocándole unos senos y un trasero con la medidas adecuadas.
III
Lo trágico de la historia de la Gordita que quería sentirse mujer, no es ya el hecho de verse y sentirse como una mujer incompleta porque tenía una grasita y unas piernas que no cuadraban con el modelo. Ese no es en mi opinión, el drama de esa cosa. Lo peor (y ahí está parte de la miseria) es que seguidamente presentaron a la familia y una de su hija reconoció que ahora su mamá si era bella, podía ser “otra mujer” y estaba preparada para triunfar.
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