Ellos no informan, sino que berrean sobre lo oprobioso de este régimen que condenó a sus polizontes predilectos, trastocados en ángeles caídos. Para ellos utilizar los cuerpos policiales como órganos de sedición y asesinatos planificados no son crímenes.
Ellos transmiten sólo las “lágrimas de sangre” que según dijo una conocida abogada de labios siliconados, llora “toda Venezuela” por la tragedia de que viven sus abnegados próceres. Pero rieron hasta más no poder durante la asunción de “Pedro el breve” mientras el pueblo en las calles era masacrado y el silencio mediático era ley.
Ellos se empeñan en mostrar a las señoronas emperifolladas y los señorones sabihondos con sus marchas nocturnas a lo ku klux klan barbullando rabiosos sobre la inexistencia del estado de derecho. Pero no muestran la cara dolorosa de los familiares de las víctimas y los que sobrevivieron a la masacre expresando que ninguna justicia terrena les devolverá las vidas perdidas.
Ellos le dan cabida a todo ser siniestro que esté dispuesto a abogar por los tres reos émulos de Gandhi y chillan por la “injusticia” que afecta a los “valientes” que paralizaron y sabotearon la industria petrolera en años pasados, a los militares sin soldados que dieron el salto al vacío después de su inquilinato en un hotel de cuyo nombre nadie quiere acordarse. Pero ni de vaina transmiten el otro lado de la siniestra verdad falsificada atrozmente por la destructiva maquinaria mediática de la cual forman parte. Nunca mostrarán a la población venezolana la gravedad de lo ocurrido los aciagos días del 11 de abril y posteriores, incluida la destrucción y muerte que dejaron a su paso durante el sabotaje petrolero.
Ellos no aprenden, ellos nunca reconocerán sus crímenes, ellos carecen de todo escrúpulo, ellos se creen superiores. Son fascistoides que gimen de odio visceral porque a pesar de todas sus patrañas, sus crímenes y su demencia colosal no logran vencer y menos aún convencer.
¡NO VOLVERÁN!
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