Después de recibir una invitación por correo electrónico me fui a Caracas a disfrutar de la reunión en la sala José Félix Ribas del teatro Teresa Carreño.
Viajé desde Valencia en transporte público, con el pasaje aumentado, pensando que bien valía la pena la cola, el viaje, la expectativa, para hacer reales a los camaradas virtuales que diariamente, día y noche, están dándole duro y en la madre a la godarria que aún tiene el poder económico, y a toda clase de zánganos y bichos que quieren echar abajo el proceso revolucionario.Me quedé afuera, junto con un grupo que estaba en vigilia, que se renovaba cada momento porque unos llegaban y otros se iban.
Gente que escribe para Aporrea, gente que la lee y otra que hace ambas cosas, como yo. Eso estaba repleto adentro, y no cabíamos.“El próximo año le dije a un camarada Aporrea va a tener que hacer la celebración en el poliedro, para que podamos caber todos”.Y es así.
La convocatoria de este medio incansable, abierto y sobre todo, revolucionario, es efectiva y contundente y, a pesar de que no pude entrar, sentí la alegría de los que sí pudieron, y al mezclarme con el nutrido y móvil grupo que atisbaba a través de los cristales, pude contemplar un poco el aspecto real de esa extraordinaria familia virtual que ha ido conformando este medio revolucionario desde los dolorosos tiempos del golpe de Estado de 2002.
Me parece que la palabra “felicitaciones” no expresa lo que realmente ustedes, pueblo alzao, merecen, y que no puede expresarse con palabras, por muy bien que una crea escribir. Se expresa con presencia, con la continuidad de la existencia de ese equipo esforzado y tenaz que dirige Aporrea, y con el sonido inaudible de las mil voces que a diario se expresan por este medio, siempre buscando derribar las murallas del silencio que erigen, a través de sus gritos desafinados y sus mentiras hábilmente urdidas, las empresas comunicacionales que no sé por qué no han sido cerradas y condenadas al olvido.
A pesar de, y tal vez por que me quedé afuera, además de contentarme mucho la longevidad de Aporrea, sólo me queda pedirles que el año que viene, para los ocho años, se haga el evento en un lugar más grande, porque somos muuuchas las personas que seguramente iremos a vivir en carne y hueso la camaradería que se respira en este sitio virtual. Aunque les duela a los escuálidos.Hasta pronto, camaradas y que sigan aporreando duro.
andrea.coa@gmail.com