El reciente “atentado” en contra de periodistas del diario “Últimas Noticias”, en el centro de Caracas, levanta más de una sospecha. Si bien es cierto que condenamos la violencia y la intimidación rastrera, venga de donde venga, también es verdad que la sucesión de los acontecimientos antes señalados no deja de ser confusa y extraña. No será la primera vez que algún medio de comunicación privado esgrima el elemento del “terrorismo” y el “atentado a la libertad de expresión”, para atacar el proceso revolucionario; como reza la máxima policial: siempre hay que preguntarse a quién beneficia el crimen consumado. Ciertamente, la violencia y la anarquía sólo convienen a los enclaves de sedición de la derecha más reaccionaria.
La acusación inmediata e irresponsable en contra de los comunicadores alternativos de Ávila TV, por parte de un grupúsculo de periodistas de “Últimas Noticias”, y la reiterada campaña de descrédito hacia Jorge Amorín y sus compañeros de la guerrilla mediática, desnudan la incomodidad del “gremialismo fablistán” ante la creciente simpatía y credibilidad que han despertado los medios comunitarios en la población venezolana. Un nuevo paradigma rebelde y combativo hace mella en la rigidez, el sifrinismo, el divismo y la vacuidad discursiva de los periodistas de la “Academia”. Ahora resulta que los chavistas “marginales” se expresan mejor y escriben con más coherencia y cohesión, que los egresados de la UCV, la UCAB o la Santa María. ¿Qué tal?
En un primer momento, el director de “Últimas Noticias”, Eleazar Díaz Rangel, fue presa de la vorágine de imágenes manipuladas y de historias no confirmadas, y cayó en la trampa. Errar es de humanos. Sin embargo, ya el profesor Rangel rectificó en su posición y reconoció lo “precipitado” de su proceder al echarle la culpa –de golpe- al personal de Ávila TV. Reiteramos nuestro respeto por Eleazar Díaz Rangel y su mística profesional, por lo cual es perentorio separar su figura de los oscuros intereses que se mueven dentro de la Cadena Capriles y de la mano de algunos de sus periodistas.
No es casual que la “agresión” a los comunicadores del matutino de marras haya tenido lugar días después de la infortunada incursión de Lina Ron y sus seguidores, en las instalaciones de Globoterror, en La Florida. Es evidente que se pretendía reforzar la matriz de opinión de “Gobierno vs. Periodistas” y la letanía trasnochada de que “la libertad de expresión está en peligro”. Ambos contextos, el de los periodistas de “Últimas Noticias” y el de Lina Ron, apuntan en ídem dirección: el desprestigio y la criminalización de los colectivos –y los medios alternativos- que apoyan la Revolución Bolivariana. ¡Punto!
Es pertinente enumerar algunos factores relacionados con la novel estrategia de la alta gerencia de la Cadena Capriles, con respecto al proceso revolucionario, los cuales detallamos a continuación:
a) Hasta 2009, la Cadena Capriles ha mantenido dos publicaciones diarias dirigidas a públicos antagónicos. Por un lado, el matutino “Últimas Noticias”, comandado por Eleazar Díaz Rangel, el cual tiene como nicho al lector chavista, simpatizante chavista, ni-ni y “equilibrado”. Para nadie es un secreto que, a pesar de sus deficiencias, el mentado rotativo ha sido uno de los más “balanceados” de la gran prensa. Por el contrario, el vespertino “El Mundo”, estaba enfocado –específicamente- al lector de “oh-posición” y su nómina de periodistas y articulistas era “escuálida” hasta el descaro. Con dicha estratagema de “marketing”, la Cadena Capriles mataba dos pájaros de un solo tiro y se aseguraba consumidores de “ambos bandos”.
b) A pesar de la movida de “un ratico con el Gobierno y otro con la oh-posición”, de los Capriles, el vespertino “El Mundo” era un barco editorial a la deriva y cada director era peor que el anterior. Teodoro Petkoff no dio pie con bola y Kico Bautista salió botado por un vulgar “refrito”. Con cada vez menos colocación, “El Mundo” se cocinó en su propia salsa y lo quebraron. Así de simple. La alta gerencia de la Cadena Capriles “maquilló” el trágico desenlace con un remozamiento de “look corporativo” y ahora realiza el lanzamiento de un diario consagrado a la “economía”. ¡Vaya ‘vuelta de carnero’ semántica y administrativa!
c) Con la desaparición de “El Mundo”, el matutino del grupo Capriles ha debido absorber –cual empresa fusionada- la “escuálida” plantilla de periodistas del fenecido vespertino, con lo cual se ha influido en el tradicional equilibrio de “Últimas Noticias”. Hoy en día, con un solo periódico, la cúpula de la Cadena Capriles debe arreglárselas para continuar cayéndole simpático a la oligarquía vernácula y no ser tildada de “traidora”.
d) Con la salida de “El Mundo” de la contienda dialéctica, “Últimas Noticias” se posiciona como la marca líder de la Cadena Capriles y se traza un nuevo objetivo: la guerra sin cuartel contra Ávila TV, la comunicación alternativa y los medios estatales, y la erosión de la popularidad del presidente Chávez en los estratos más pobres. Tal panorama vislumbra un enfrentamiento, a corto plazo, entre los ejecutivos del emporio de los Capriles, un cónclave de periodistas de “oh-posición” y Eleazar Díaz Rangel, ya que este último –por su solvencia moral y ética- no permitirá la utilización de “Últimas Noticias” como arma política de desestabilización. Los Capriles estarán –literalmente- entre la “espada y la pared”, porque saben muy bien que si Díaz Rangel se va de “Últimas Noticias”, el rotativo podría correr con la misma suerte de “El Mundo”.
GUILLERMO DÁVILA EN “RESISTENCIA ETÍLICA” Y LA “OH-POSICIÓN” DESESPERADA
Hace unas jornadas veíamos en “La Hojilla” a Guillermo Dávila, el ídolo de una (de) generación, con un vaso de whiskey y espetando escatológicas consignas en contra de la Ley Orgánica de Educación y del equipo de Ávila TV. Es vergonzante cómo cierta “gentecita” que ha sido maltratada y humillada por la derecha mediática, ahora sale en defensa de los oligopolios comunicacionales criollos y de la alienación burguesa.
Habrá que evocar el transitar de Guillermo Dávila por los recovecos de la miseria radioeléctrica y del “show business” ochentoso, para quienes no tengan memoria o sean muy jóvenes. Luego de protagonizar “Ligia Elena” y “Nacho”, bodrios televisivos de la década de 1980 transmitidos por Venevisión, Guillermo Dávila también hizo carrera como cantante en el marco de la generación 1x1. Junto con Franco de Vita, Adrenalina Caribe, Daiquirí, Yordano, Sergio Pérez, Colina, entre otros, Dávila se hizo de un nombre en la constelación de estrellas hijas del Viernes Negro. Sin embargo, a pesar del dinero y la fama, el “musiquito” se sentía explotado por la Organización Cisneros y por su catálogo de marcas. Rodven, filial discográfica de Venevisión y competencia de Sonográfica (RCTV), había atado a Guillermo Dávila con un contrato leonino -casi vitalicio- que lo obligaba a estar a disposición y orden de la disquera (Rodven) y de su división de espectáculos, Big Show Productions. Dávila tuvo la osadía de rebelarse ante los “dioses del Olimpo” y pagó caro su “desliz”: Venevisión, Rodven y Big Show Productions, decidieron vetarlo –por radio, televisión, discografía y prensa escrita- durante varios años. El “musiquito” no conseguía ni un papel de extra en una telenovela, ni un “tigre” en alguna “taguara” capitalina; el cerco comunicacional fue desmesurado e implacable contra él. Tanto así, que el ídolo de una (de) generación tuvo que irse a vivir a Puerto Rico, porque fue el único sitio donde le dieron trabajo. A pesar de ello, nunca vimos a ningún periodista –salvo a los de “Feriado”- explayarse en peroratas a favor de la libertad de expresión de Guillermo Dávila. ¿Cómo la ven?
Después del Caracazo y el “electroshock” que tuvimos como país, el “musiquito” volvió con el rabo entre las piernas –y pelando- e hizo las paces con la Organización Cisneros; el vástago de la Generación Halley había aprendido la lección.
En la actualidad, Guillermo Dávila sirve de instrumento a la “oh-posición” histérica y desesperada, para una arremetida fascista que volverá a fracasar. Como típico peón masoquista de la superestructura del nauseabundo Estado burgués, el “musiquito” hace su caracterización de bufón y marcha contra una ley que ni siquiera se ha leído. ¡Y no es de sorprenderse! Dávila es tan torpe y mediocre que ni siquiera se sabe la letra de las canciones que lo hicieron célebre: cada vez que debe ofrecer un concierto, tiene que tapizar de “chuletas” el piso del escenario para no quedarse “mudo”. Así son los “héroes” de la “sociedad Sambil”.
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